Trabajo formal III

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Okey, maguey, la anterior historia fue bien recibida pero me dijeron algunos que esperaban mucho la continuación de esta historia en particular por lo que estuve pensando mucho en ella y dije, ya está, es hora. 

Espero que les guste tanto como yo disfruté escribiéndola, me dejen su opinión y de verdad les agradezco su apoyo a pesar de las ausencias. 

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Si bien, no le hizo caso en su tiempo, esto estaba estresándolo cada vez más. Tras su confesión con Karin respecto a lo que sentía por su sexy soldado diagonal sugar daddy diagonal casi mejor amigo (si no fuera porque ella exigía ese título con rabietas), las cosas no mejoraron de cierto modo, no en el modo en que a él le gustaría.

Y tuvo que quedarse así, callado, con ese incesante dolor de cabeza y estómago, ese miedo a ya no verlo, a ya no discutir. ¡¿Y qué si era un niño si lo comparaban con él?! ¡¿No es el mismo sujeto que le hacía reír y lo hacía pensar?! ¡¿No llegaba a su altura en sus reflexiones?! ¡Jamás se quejó de aburrirse con él! Si lo veía como un niño, pensaba Sasuke, era por mera cultura.

Pero ni con el mejor ensayo o tesis logró convencer al hombre de lo contrario. Que terribles palabras le había dicho esa noche oscura, ya no más sexo. Pensó que se trataba de algún castigo y aunque tardó unas semanas, fue y le pidió una disculpa lo más frío y digno posible, pero el hombre bajó el diario que estaba leyendo y tras observarle bien unos segundos, tras dejarlo frío por la lenta examinada visual, le dijo que no se trataba de un castigo, que era algo que había decidido porque...

... en verdad le quería mucho.

Y eso significaba, no lastimarle.

Aunque Sasuke juraba que estaba siendo lastimado constantemente, en especial las noches calurosas; uno no pide fresas azucaradas si no las prueba jamás, Sasuke no lograba provocarse los mismos espasmos en el cuerpo ni usando dos o tres de sus dedos, todo era tan seco, tan triste, liviano y austero. Terminaba casi obligado, con un sabor en la boca a culpa y resignación, se sentía abochornado y exhibido y corría a la ducha para limpiarse del sentimiento de pérdida.

El "señor Naruto" había llevado al niño a su enorme casa esa noche solo para cobijarlo en su cama, como despedida de algo que, aunque negara, ambos habían disfrutado. Sasuke le dio la espalda esa noche, pero se dejaría abrazar mientras comenzaba a maquinar por qué razón había sucedido, culpó a Karin, culpó a la feria, culpó a la ida al centro comercial con sus "compañeros", lo culpó a él y todavía, cuando lo escuchó roncar, le apretó la nariz con fuerza para vengarse y luego se acurrucó de nuevo en su regazo.

Esa fue la última vez que durmió con él.

Oh, si lo hubiera sabido, no habría dormido. Se habría dedicado a verlo y escucharlo y acariciar sus pestañas y cejas y quizá robarle besos, porque... pues porque Naruto jamás despertaría con sus caricias, estaba tan acostumbrado a ellas.

Después de esa vez, al despertar, le llevó a la feria e intentó que sonriera en todo el día. Varias veces estuvo a punto de caer pero se obligó a mantener la rabieta y los brazos cruzados, incluso en los juegos mecánicos, incluso cuando lo retó a entrar a la casa del terror y por poco le sorprende un muñeco mecánico, se mantuvo recio y en su posición de protesta.

El sexo es cosa de dos ¿no?

¡¿Por qué no pensó en lo que él quería?!

Ah, no, que es un niño... no sabe nada.

Eso lo detestaba y cada vez que veía el calendario le urgía cumplir la mayoría de edad y entonces, ay de aquel que se atreviera a decir algo, porque lo silenciaría lanzándole la maldita identificación oficial al rostro. Y entonces iría a buscarle y si era necesario atarlo a su jodida silla acolchada y con llantitas, lo haría, pero esa abstinencia se iría lejos como su infancia podrida y sin sentido.

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