Noviembre 2

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Al bajar de su auto convertible, completamente hastiado de tanto grito de su oficina, Sasuke sintió un escalofrío en toda su espalda. Luego, unos brazos le rodearon por la cintura. Hubiera reaccionado con un golpe, sabiendo tres artes marciales, dos técnicas de supervivencia y defensa y además, todos reaccionamos mal cuando un desconocido nos abraza a las doce de la noche, en una calle oscura y solitaria ¿no?

Pero no lo hizo.

Pudo incluso notar como el sujeto hipaba de dolor mientras le apretujaba contra su cuerpo.

-... Sasuke... al fin... -por fin pudo articular el hombre mientras restregaba su nariz por el cuello del moreno.

-Na... ¿Naruto? –palideció al instante, de pronto, el frio era intenso, incluso un humillo emergió de su boca por el choque de calor.

-Te extrañé tanto. –logró sostenerle cuando el Uchiha casi cae al suelo, impresionado, aterrado. Era ilógico verle, era ilógico sentirle y no quería girarse, no quería pensar que era un sueño. Por otro lado, el rubio seguía llorando, refugiándose en ese abrazo tan complicado.

Se sentía confuso. No estaba seguro de lo que estaba sucediendo pero ese calorcillo, esa voz, esas manos, esa forma de tocarle eran solo de Naruto. ¡Al diablo la realidad! Se giró conmovido por el encuentro y cerró los ojos, aferrándose al cuello del hombre, abrazándole con tanta fuerza podían sus brazos, una vez más... luego de tanto tiempo sin él.

Asi transcurrieron unos minutos, hasta que ambos se tranquilizaron un poco; se limpió las lágrimas de sus mejillas y su nariz húmeda con la mano utilizándola como pañuelo, cosa que molestó al moreno y evitó que continuara con la asquerosa tarea.

Luego le sonrió mostrando una blanca dentadura, su mueca infantil de siempre.

No quiso preguntar nada. Solo quería tenerlo con él.

-¿Me acompañas al parque, ttebayo? –le dijo y Sasuke no se negó, ambos bajaron la calle, giraron en una esquina y encontraron el bendito lugar que fue testigo de tantas tardes de juegos y peleas cuando eran adolescentes. -¡Wow! ¡¿Sigue mi columpio en su lugar?! –corrió cual niño y subió impulsándose para iniciar el juego.

Sasuke se sentó en el siguiente, el que siempre usó él. Se mecía con más lentitud, admirándole en silencio, mirándole jugar y reír divertido mientras intentaba dar una vuelta completa.

Quiso llorar mientras veía como todo era falso. Después de todo, hoy era dos de noviembre.

En cada esquina del rectángulo redondeado que figuraba el parque se podía apreciar un árbol manzanero con las mejores manzanas, todas ellas, rojas y maduras. Era como estar en el Edén; no podían faltar aquellos sublimes rosales y flores de diversos tipos y aromas que se dispersaban en toda la anchura del morrocotudo parque central.

Hace mucho le habían contado y él no creía, hasta ahora, claro, que podía verle cara a cara. Quizá, era un regalo del cielo y Sasuke no lo quiso desaprovechar, por eso, sostuvo la cadena del columpio y lo hizo mecerse cada vez más lento hasta que ambos solo se movían centímetros. Naruto había quedado asombrado solo unos segundos, luego le sonrió como siempre. Sus ojos azules brillaban intensamente esa noche.

-Naruto...

-¿Si?

-¿Cómo estás? –era tan sincera la pregunta, que raspaba en la garganta. El rubio le observó con ternura y jugueteó con la arena del suelo tallando sus tenis en ella.

-Estoy bien, Sasuke. –Le miró un segundo y bajó la mirada de nuevo.- hay muchas cosas que hacer y... conozco a muchas personas. Además, ahora veo a mi abuelo y a mi padre más seguido, ttebayo. –era una mezcla de alivio y dolor lo que sentía el Uchiha en esos momentos; con él, las cosas no habían sido tan sencillas. -¿Y tú?

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