Postre II

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Francamente, notarán que no es la misma modalidad del antiguo escrito con este nombre pero igual espero que les guste.

Naruto se puso de pie, le abrió la silla y la empujó un poco cuando ella se sentó. Sasuke le miró, pasando su vista hacia sus manos y luego hacia su estómago oculto por la camisa blanca de vestir. El saco estaba detrás de él, colocado en el respaldo de la silla, se veía muy atractivo cuando ese rubio se ponía ropa formal. La corbata le quedaba de maravilla, resaltaba su color azul de los ojos y se veía varonil, maduro, serio, sexy...

-Gracias. Buenas noches, Sasuke. –le interrumpió su pensamiento al verlo morderse el labio inferior. -Buenas noches a todos, en realidad.

-Buenas noches, señora Kushina. –le saludó amable y siguió leyendo el menú.

-Lamento la tardanza, estaba en la mitad de una clase de yoga, ttebane. –dijo mientras pasaba su mano por sobre la de Minato, su esposo cruzando la mesa descuidadamente.

-No importa, mamá, ya sabíamos. -dijo su hijo sonriente mientras también leía el menú.

-Señora Kushina, lamento decirle que se perdió de todo. –dijo su mejor amiga de toda la vida, Sakura.

-¿En serio?

-Sí, estuvimos hablando sobre cómo éramos en la niñez. El señor Minato nos contó cosas graciosas de Naruto... -no pudo contener otra risa mientras el rubio más chico inflaba las mejillas. –Me he divertido tanto.

-Deberíamos repetirlo más veces. –dijo Minato.

-Sí, es cierto. –le secundó su esposa.

-¿Qué les parece si nos reunimos el siguiente sábado? En mi casa, haré una comida en el jardín. –los invitó Sakura.

Sasuke miró a Naruto cuando sintió sus ojos azules, frunció el seño. Era una mesa rectangular, ellos dos estaban juntos, al lado izquierdo de Sasuke, estaba Minato. Frente a los tres, las dos mujeres restantes.

-¿Naruto?

-Lo... lo siento... -sonrió nervioso, una vez más vio a Sasuke. –tenemos algo que hacer el sábado.

-No puedo creerlo, siempre están ocupados.

-Lo siento, ttebayo.

-No, ttebane, no... no hay excusa. No hijo. Hazlo por mí. –lo chantajeó con mirada tierna y doliente. –No te he visto desde hace mucho.

-Bueno, ya está casado, tiene una vida aparte Kushina.

-"Aparte" no quiere decir que nos excluya y yo no lo he visto lo suficiente.

-Bueno... quizá podamos dejar nuestro compromiso ¿no, Sasuke? –le sonrió nervioso pero el Uchiha le miró con más ímpetu, sin decir una sola palabra.

-Sasuke, no me quites a mi hijo, ttebane.

-No lo hago, señora. –le dijo tranquilo. El mesero se acercó por una seña que hizo. –Me gustaría ordenar un postre.

-Por supuesto, señor. –sacó su libreta y estuvo dispuesto a anotar. -¿Si?

-Oh, yo quiero duraznos en almíbar. –ordenó la de ojos verdes.

-Me gustaría un té. –dijo Minato sin leer el menú, Naruto leía animado, estaba contento de ver que Sasuke cediera. Aunque una parte de él se sentía culpable, estar casados significaba meterse en una rutina que podría ser fatídica a veces, por eso habían planeado esa cita romántica para el próximo sábado. Quizá estaba sacrificando demasiado...

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