Entrega

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Esa vez, lo encontró a medio huir en el bosque. Sangrado, herido y aturdido por las drogas. Había deseado morir, quería que lo atacaran para caer a la dichosa muerte.

Pero fue Naruto quien lo encontró.

-Si ya no tienes porque vivir, si te pesa tanto el cuerpo y el alma, dámelos a mi. -le rogó con el rostro sucio, húmedo por el sudor  y las lágrimas. Con la nariz goteando y con sus labios temblando.
Sasuke cerró los ojos y cayó en sus brazos, dejó que él se encargara.

Un juicio.
Una sentencia.
Naruto sería su custodio y cada error del Uchiha sería cobrado con el dolor del rubio.

A ninguno le asustó aquello.

Llegaron a la habitación. El rubio estaba nervioso y miraba hacia todos lados excepto hacia él.
-Ahm... ¿quieres comer algo? -pregunta pero Sasuke gatea sobre el colchón y se recuesta; puede verlo en esa posición, lo ve y capta su nerviosismo pero no dice nada. Ahora es problema suyo, piensa y poco a poco va cerrando sus ojos.

Naruto se quedó de pie tres horas, sin pensar en nada realmente. Luego lo cobijó cuando oscureció y se arrodilló para verle más de cerca, otras cuatro o cinco horas.
Nunca había soportado esa quietud antes, quizá era porque ahora se trataba de él. Cuando era por Sasuke, sabía que podía sorprenderse hasta a él mismo.  

Admiró en silencio su rostro, se especializó en cada sección, cada minúsculo detalle de la epidermis, de la contracción de su pecho al respirar, del movimiento de sus pupilas al soñar.

Sasuke se despertó tres veces ese día. La primera vez, el rubio quiso hablarle pero no hubo respuesta solo se cambió de lugar y siguió durmiendo. Naruto notó que llevaba nueve horas ya.
Siguió viéndole.
La segunda vez, una idea cruzó su mente cuando las pupilas negras miraron a todos lados hasta posarse en él y volver a dormir luego de reconocerle.
Y la tercera vez... Naruto sonrió orgulloso al darse cuenta que ya era perfecto para Sasuke. Porque esa idea fugaz la comprobó cuando el moreno se sentó y en medio de la oscuridad, buscaba en silencio.
-Aquí estoy. -susurró sabiendo al fin que Sasuke despertaba por el temor de estar solo. Y le acarició la frente cuando cayó rendido de nuevo.

Doce horas de sueño. 

-Hola. -susurró enamorado cuando Sasuke abrió los ojos una vez más. Le acarició los labios notando que estaban blancos, era hambre.
Lo hizo levantarse y se divirtió al verlo estirar sus músculos. Ambos comieron mientras veían la noche estrellada por el balcón.
Naruto decidió que primero verían un rato más las estrellas. Ninguno decía nada, ni siquiera se quejó Sasuke cuando le entregó su vasito de ramen instantáneo.
Comió otros cinco más.
Luego habló.
-... quiero bañarme primero. -le dijo mirando sus pies descalzos. Así que ya sabía todo... Naruto asintió cuando entendió que buscaba una respuesta y en seguida, Sasuke se fue a la ducha.

Si le preguntasen, contestaría que no. No, no lo había planeado ni pensado. Era como... si supiera que es lo que seguía.

No dejó que se vistiera, lo recostó y se encimó en él, sus ojos le buscaban y Sasuke los enfrentó.

Aquella, su primera vez, fue lenta y duró mucho. A veces se quedaban como en pausa, mirándose. Aún hoy Sasuke recuerda las caricias, las manos de su amigo, temblorosas, temiendo hacerle daño, logró que Sasuke mismo se sintiera hecho de arena.
Y sin embargo, si dolió.
Incluso creyeron que no era del todo necesario hacerlo. Porque Sasuke no lograba relajar sus músculos.
Pero Sasuke dejó esa decisión para él. Por eso, el rubio aunque nervioso, seguía excitado y dijo "hagámoslo".
Lloró en silencio, no intencionalmente, era como si estuviera relleno de agua y cuando Naruto lo abrazaba o empujaba en su interior, se desbordara por los ojos.
Sasuke fue consciente de lo fuerte que era Naruto sólo hasta ese momento.
Y se imaginó siendo lastimado por él. Incluso, cuando sintió algo líquido en su interior, le gustó pensar que era sangre.

Su mente estaba arruinada, creyó.

Ahora, Naruto no tiene miedo; de hecho, cree haberlo perdido cuando Sasuke gimió por vez primera.
Ahora, sus dedos presionan tan fuerte las piernas, la cintura y la cadera de su pareja, que quedan pintados en la pálida piel.
Muerde.
Naruto ama morderlo.
Es algo extraño. Sasuke nunca se queja, no hace sino un gesto de molestia pero no parece dolerle.
Quizá esta acostumbrado al dolor y ya no afecta.
Porque duele, incluso ahora. Ninguno de los dos conoce (ni necesita) los juegos de preparación, Sasuke sólo conocen el miembro erecto de Naruto, quizá... su lengua... pero no conoce nada de lubricantes, juguetes o dedos.
Ama que le duela.

Masoquismo.

Así dijo Sai cuando Naruto habló un poco sobre eso.
Un poco. Naruto protegía a Sasuke como si fuera el mapa de un tesoro o quizá el tesoro mismo.
Poco sabían, incluso Sakura o Sai, de Sasuke.
Sólo cosas sueltas, ya saben... que ama los tomates, que duerme mucho, que es capaz de leer un libro en una semana (porque cada lunes, el rubio va a la librería y sale con uno nuevo) y ahora, que le gusta el dolor.

Naruto teme que sea un castigo impuesto.
Pero Sasuke lo saca de la duda una tarde cuando se deja caer encima de él y pregunta si puede salir de casa un rato.

¿Cómo es que eso lo saca de la duda? Simple. Sasuke se lo tomó literal. Realmente se entregó por completo, una obediencia perfecta que aterró por unos minutos al rubio.
Luego Sasuke sonrió mientras el otro le ponía su suéter.

Era feliz.

Realmente era feliz.

Ni siquiera se le pasó por la cabeza preguntárselo. Porque el alma de Sasuke le pertenecía también y por eso podía saberlo.

Entrega.

Naruto entendió también la enorme responsabilidad que venía con tenerlo.
Por eso su mano estaba lista, sus ojos atentos, su chakra reunido.

Y aunque todos observaran perdidos en sus ideas y teoría, Sasuke tenía suficiente con la presencia de Naruto en sus nuevos días.

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