Un chico suicida

2.9K 286 103
                                    


Todos, poco a poco, reconocían que ese tipo era bastante atractivo, de esos que tienes que entrecerrar los ojos e inclinar la cabeza un poco hacia la izquierda o hacia la derecha y entonces lo notas y dices "oh, sí, es guapo... ¿cómo es que ahora me doy cuenta?".

Las personas iban comentando en voz baja día con día, especialmente las chicas. Algunas tenían mejores formas de hacerlo, como escribir en las paredes de los baños escolares algo sobre él como "su sonrisa es linda" o "sus ojos te llevan al cielo", cosas que los hombres simplemente detestarían leer en sus propios cubículos (al menos, claro, que fueran sobre ellos) y además había una tradición milenaria en el baño de chicas y es que si estabas de acuerdo, debías dibujar un corazón para dar apoyo a esa frase...

Oh, aquel cubículo número tres, contando del fondo hacia la salida, estaba lleno de corazones. Poco a poco, la pared se pintaba y pintaba. Dicen que había trampa, que alguien, obsesionada seguramente con él, dibujaba de tres o cuatro y a cada rato... porque... porque cómo podría ganarle alguna vez a Sasuke Uchiha, el chico más sexy, seductor y atractivo de toda la escuela... que por cierto, en el cubículo número uno, contando del fondo hacia la salida, no había espacio ya para otro corazón en su honor y las chicas encimaban los suyos conforme llegaban. Se dice que también algunas maestras habían anotado sus corazones pero eso ya es otra historia.

Lo que aquí compete es que poco a poco este chico se estaba haciendo fama entre las chicas. Ya tenía su grupito, ya lo dibujaban, ya tenía aquellas chicas raras que se acercaban a él y luego entre risas y abrazadas mutuamente se alejaban dejándolo confundido.

Era un chico que a veces sonreía y algunas veces su seriedad las hacía suspirar. Porque era una seriedad tan ajena a él que solo lograba hacerlo ver maduro. No, Sasuke tenía otro tipo de seriedad, esa seriedad de chico malo y misterioso, apacible y eterna. Pero este chico rara vez dejaba de sonreír y por eso cuando lo hacía... ¡mojaba bragas! (Con perdón pero no encontramos otra forma de definir aquella sensación).

Sin embargo, y aunque algunos digan que no hay mala publicidad, él no esperaba tener que ser conocido como el chico suicida en su instituto. Después de todo, le encantaba su nombre extraño y poco convencional, amaba sus apellidos y su historia con ellos... No. El no era un chico depresivo ni emo... sí, a veces, como todo puberto se sentía poco merecedor de amor o vida pero nada para cortarse las venas... ¡No! Su nombre era Naruto Namikaze Uzumaki (a él le gusta decirlo a veces al revés por el orgullo de su sangre), no "chico suicida". Maldice la hora en que ese bastardo se le ocurrió decirle así frente a un grupito chismoso que los observaba.

Y lo maldecía con ganas. Con tantas ganas como decía su nombre en las noches. A oscuras. Bajito. Con una mano dentro de su pijama. ¡Aunque eso jamás lo sabría nadie! Y menos él.

A pesar de que su cabeza sí tenía aquella vocecita que le decía qué hacer y qué no hacer, rara vez la escuchaba. Su madre le enseñó que siempre había que escuchar el corazón antes que al cerebro. Que el cerebro era una herramienta del corazón y no al revés. Estaba orgulloso de su filosofía de vida y así ha llegado hasta el instituto... claro, con calificaciones tan austeras que sacaban largos suspiros a Minato, su padre, y regaños de parte de su abuela, la directora. Pero él seguía pensando que valía más vivir bien que sacar buenas notas.

Tenía amigos. Le gustaba ir evangelizando gente. Apenas veía a alguien que tuviera problemas, ahí andaba de chismoso. Seguramente se pudo haber ahorrado cientos de golpizas, ataques a su persona, asaltos, intentos de rapto y amenazas mortales si se hubiera girado y continuado con su vida pero... oh, ahí estaba su corazón diciéndole "quédate y ayúdale". Una y otra vez.

Historias cortas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora