Indirectas

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A pesar de que no les decía a sus padres nada de esto, ellos sabían que amaba su vecindario nuevo. Claro, tardó en acostumbrarse pero pronto Sasuke estaba haciendo compañeros cercanos (porque según él, no tenía amigos) y de vez en cuando les avisaba que estaría afuera, ¿haciendo qué? Pasando el rato. Oh, su madre estaba que flotaba de la alegría cuando abría la puerta y se encontraba a uno de aquellos chicos preguntando por su hijo menor.

-¿Puede salir?

-Por supuesto. –a veces parecía muy desesperada pero quien conociera la historia de Sasuke estaría igual de contento.

Su hijo había pasado una dura etapa en su anterior vecindario, producto de unos chicos que quisieron pasarse de listos con él por largo, largo tiempo, dañándolo física y emocionalmente y éste, amando la venganza, esperó un tiempo y se la cobró de manera tal que la misma policía fue implicada por el daño emocional que les había provocado un chico de doce años.

Ahora, luego de dos años en este nuevo vecindario, Sasuke había dado un giro de 180° sin cambiar su esencia. Solo que ahora no había odio, solo tranquilidad.

Era el paraíso para su hijo.

Esa tarde le avisó a sus padres y salió por las calles, calmado, con sus manos en los bolsillos y sus audífonos en las orejas, aunque no estaba escuchando nada (siempre fue precavido en las calles). Se encontraría en el parque con algunos chicos con los que solía sentarse a criticar o "para quejarse y odiar" a algo o alguien.

Si bien no les decía amigos, era bastante selectivo y celoso con los mismos. Al igual que cierto chiquillo que mencionaremos más adelante, Sasuke había logrado que varios chicos se juntaran aun pareciendo no tener nada en común.

Al primero que visualizó recostado fue a Shikamaru, que intentaba cubrir su rostro para que el otro chico no le molestara más: se llamaba Suigetsu, intentaba meterle una hoja seca en la nariz al soñador por excelencia. Se quitó un audífono y alzó una ceja al ver a una chica hablando y hablando, su cabello rojizo estaba esponjado por el día nublado.

-¿Tu con quién hablas? –le dijo el chico que ya tenía el cabello del castaño lleno de hoja secas.

-¡Contigo!

-Pues yo no te estoy haciendo caso. –se burló mientras Sasuke terminaba de acercarse. -¡Mira quién decidió aparecer! –le dijo entonces a él. –El diablo.

No le dio gracia. Aprovechando el espacio que tenía la banca donde descansaba Shikamaru, se sentó y miró a la chica que intentaba por todos los medios acicalarse. Lenguaje corporal al mil. Suspiró mientras miraba hacia los juegos infantiles y abandonados en estas épocas de lluvia.

Shikamaru se levantó un poco y con ojos entrecerrados y algo enrojecidos, le miró. Ambos con un gesto tan serio que parecía que estaban peleando internamente. Pero solo un levantón de cabeza de cada uno terminó con su saludo.

-¿Qué hay, amigos míos? –ese era su "compañero" más extraño. Pero dibujaba muy bien y los trabajos en clase quedaban excelentes, no iba dejar que una herramienta así se alejara (esa era su excusa, pero lo cierto es que ese chico de nombre Sai conocía de tantas cosas que no pudo evitar serle interesante al Uchiha). -¿Supieron lo que sucedió en la clase del profesor Iruka? –ahí iba con sus chismes.

-¡Cuenta! –y ahí iban Suigetsu y Karin a darle reforzadores positivos a su conducta.

-Pues resulta que alguien le dejó un mensaje de amor en el pizarrón, apenas entraron sus alumnos lo vieron.

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