Trabajo formal

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Esta historia fomenta la pedofilia, lo lamento mucho, ya no la continuaré. Las relaciones entre un niño (UNICEF toma a niño hasta los dieciocho años) y un adulto no son sanas y genera problemas emocionales que ni con terapia se quitarán. Por favor, no busquen esta clase de relaciones ni las fomenten, hay niños en el mundo sufriendo ahora mismo. 

Tardísimo pero lo terminé. Aun tengo tareas que hacer pero cuando vi la noticia en el facebook me di un tiempo para escribirte esto.

Espero que te la hayas pasado muy bien y que todos tus proyectos estén poniéndose en marcha.

Eres muy especial, lo sabes, porque tus comentarios siempre han alegrado mis días. Siempre te espero. Un abrazo y un beso.

Y disfruta, es para ti, principalmente.

Lo conoció cuando estaba en primer año de bachillerato, llevaba una camisa holgada negra, un vendaje en su mano izquierda y pantalones algo desgastados, pero se veía muy bien.

Lo habían llevado, junto con todo su grupo, a conocer el Museo de las Fuerzas Armadas de Konoha. Él no había tomado fotografías, a pesar de que se aceptaban, tampoco se veía muy interesado en comprar recuerdos o golosinas. Pero le gustó verlo escudriñar con la mirada gatuna que portaba, aquellas armas colgadas desde una parte baja de techo.

Se le acercó, con sus manos en la espalda y suspiró para iniciar la conversación.

-¿Te gustan las armas?

-¿Qué tan silenciosa es esa? –apuntó elevando incluso su cuerpo en la punta de sus pies.

Le había sorprendido esa pregunta, no era que no la escuchara seguido, diablos, cada vez eran más jovencitos locos que se sentían con la capacidad de matar a alguien. Culpa de los videojuegos, de las noticias o del internet, quien sabe... pero ese chico no estaba bromeando, estaba muy interesado en comprar el arma.

Luego de unas horas platicando no le quedó de otra que darle la dirección de su casa ¿por qué? Porque requería hacer un ensayo sobre lo visto en el museo y ya que le gustaba sacar la mejor nota siempre, debía tener la entrevista. El único alumno con una entrevista directa a un ex soldado de las fuerzas armadas.

Su nombre es Sasuke Uchiha.

Tiene 16 años. Perdió un año escolar porque su padre murió y su madrastra no le dejó asistir.

Ahora asiste pero no tiene mucho apoyo en su casa.

Descubrió la biblioteca y ahora cada sábado está en ella, como un intruso, como un... ángel que vino a iluminar su soledad.

Naruto Uzumaki, casi 30 años ya, divorciado, sin hijos. Aburrido. Con una placa en su hombro tras una explosión en medio de la guerrilla sucedida cuando aún era teniente. Estaba contento de esperarlo cada sábado, no es como si el muchachillo conversara, más de una vez incluso se atrevió a correrlo de la biblioteca, pero saber que estaba ahí, contar con su presencia, era agradable, era profundamente agradable. Su casa-mansión se iluminaba y se llenaba de calidez.

Y tenían una rutina, él llegaba siendo recibido por la sirvienta, entraba a la oficina tras un leve toque a su puerta. Se asomaba con medio cuerpo, le decía "ya llegué" y Naruto preguntaba si ya había comido para recibir un asentimiento con la cabeza y desaparecer dejándole solo de nuevo. Pasaba toda la tarde encerrado en la biblioteca, no molestaba en absoluto y nunca hubo problemas de robo o maltrato de muebles o libros. Naruto lo veía como un hijo a veces. Solo a veces, otros días, Sasuke se adentraba a la oficina ya cuando el sol estaba ocultándose, se tumbaba en el sofá frente al escritorio y se estiraba levantando inevitablemente la camisa. Entonces Naruto miraba su estómago planito, suavecito al tacto y su piel lechosa, su ombligo era lo más hipnotizante de todo. Por eso carraspeaba y ponía los ojos fijos en la computadora o en el libro. Donde sea menos en él.

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