Trabajo formal II

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Esta historia fomenta la cultura de pedofilia, aun si es ficción, estamo con esto normalizando la pederastia y romantizando la pedofilia. Por favor, les pido una disculpa, jamás fomenten esta clase de relaciones, no es tiempo para un niño. 

Sintió las uñas encarnándose en la parte baja de su espalda, luego la mordida en su pecho, justo donde estaba amortiguando los gritos. Él, por su parte, no dejaba de sucumbir al placer de atacar con fuerza dentro del cuerpo de ese muchacho que parecía querer lastimarle apretando las piernas alrededor de su cintura.

Algo murmuraba pero no le prestaba atención, no cuando estaba a centímetros del gozoso éxtasis final, donde pudo sentir como la carne se apretujaba con las paredes rojizas internas llenas de lubricante y saliva. Todavía gruñó dos veces más antes de poder terminar por completo embarrando su propio falo gracias al preservativo que usó.

Llevaban meses así, Sasuke estaba ya tan acostumbrado que después de acabar ya no había vergüenza. Salió poco a poco sintiendo frescura por el contraste, lo vio pujar adolorido. Siempre terminaba adolorido pero no podía evitarlo, le encantaba tenerlo en esa posición, debajo de él, a su plena disposición. Era como gobernarlo, ser su amo. Era algo que le encantaba a Naruto.

Y Sasuke parecía no captar aún que el dolor abdominal se debía a que era doblado constantemente. Lo vio sentarse y le dio gracia su cabello completamente desordenado y como parecía tener una actitud amodorrada tras el orgasmo. Naruto siempre buscaba la manera de que ese muchachito se sintiera tan pleno en el acto sexual para que no doliera.

-Ya casi son las nueve, hay que llevarte a casa. –le dijo entrando a la ducha, el muchacho no respondió, se había dejado caer de nuevo al colchón y jaló la sábana para cubrirse. Jugueteaba con su teléfono nuevo mientras se ponía boca abajo, sus piernas se alzaban y se mecían juguetonamente robando unos segundos la atención del mayor.

Cuando Naruto salió de la ducha con una toalla en la cintura y otra secando su cabello y cuello, Sasuke estaba dormido. –Hey, vamos, no hagas esto dattebayo. –se subió al colchón, la enorme cama King size les parecía perfecta cuando tenían sexo pero estando tan tranquilos, era tanta la distancia. –Sasuke... -le picó la mejilla, tomó su celular y al tocar la pantalla se activó. Pudo ver la página que visitaba, aun no terminaba su tarea. Lo vio moverse entre quejas. -Sasuke... -le susurró con más cariño al entender su cansancio. –Tengo que llevarte a casa.

-No quiero ir allá... -se quejó girándose para no darle el rostro. –Déjeme dormir aquí.

-Si no llegas, se asustará y...

-Ella no está hoy. Regresa hasta mediodía de mañana. –abrazó la almohada con tanta confianza que enterneció al rubio, se dejó caer y decidió dormir así, sin vestirse, adentrándose en la sábana junto con el menor.

-Esto no está bien. –se dijo cuando sintió necesidad de abrazarle.

Se supone que Sasuke solo estaba "trabajando", Sasuke solo lo necesitaba por el dinero, no debía encariñarse con él. Y sin embargo, el niño aquel se relajaba tanto con su presencia, estirando sus músculos sin un ápice de vergüenza o miedo, buscando su mano o juntando sus pies con los contrarios, dándole la compañía que solo cuando la sintió pudo notar que la necesitaba.

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-¡Sasuke, ven aquí! –una chica de rojo cabello y lentes movía su mano mientras se inclinaba hacia abajo para ver mejor por sobre el cristal de exhibición.

-¿Qué? –estaba tan aburrido en esa feria de intercambio cultural. Miró sin mucho interés a los muñequitos tallados en madera y pintados con colores chillantes. -¿Qué hora es? ¿Ya nos vamos? –preguntó a Karin pero aprovechando que el profesor pasaba justo detrás de ellos.

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