Capitulo 30: Los planes rebeldes

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Granja de Teur, Thiser. 14 de enero del 880 d.d

Los miembros del consejo rebelde se hallaban concentrados alrededor de una enorme roca alisada en su cara superior, la cual hacia las funciones de tablero, sosteniendo sobre si copas de cerveza o vino aguado; un par de dagas se encontraban desperdigadas por sus contornos. En el centro de esta misma se encontraba un amplio mapa, dibujado con tal lujo de detalles que cada cosa, almacén o fuerte se encontraba allí, en el lugar exacto que ocupaban sus versiones a escala real. Muchos lugares eran fácilmente reconocibles a vistas de su ojo único: el Puente de Viseur se encontraba justo en el medio de la ciudad, dividiéndola en dos hemisferios completamente distintos entre sí, uno más rico y poderoso que el otro, uno más peligroso y alejado de las leyes que su contraparte; se trataba de dos mundos muy distintos englobados dentro de una gruesa línea que bordeaba perfectamente los contornos de la ciudad, separándose solo en unas cuantas ocasiones para dar paso a las "Cuatro Mayores". Siete grandes equis en tinta azul marcaban ciertos sectores del muro, situándose la mayoría de estas en los alejados bordes del sur, a distancias bastante considerables de los fuertes más cercanos, como si intentaran rehuir de ellos; tan solo una de esas siete marcas se encontraba ubicada en la cara norte de los murallas, a muy corta distancia de palacio, cerca de rozarle, separados por unos escasos metros de vegetación ubicados entre una estructura y la otra. En el hemisferio oeste se encontraba el Fuerte Proclamation junto a unas débiles manchas de vino ocasionadas por Jedal durante la reunión anterior, su última conquista se encontraba rodeaba por un imperfecto circulo de tinta roja, con su interior a medio colorear para demostrar que aquel objetivo se encontraba cumplido; algo alejado de este, en el hemisferio contrario, se encontraba una marca casi idéntica que esta vez representaba a un edificio más pequeño y de menor gloria que el anterior: se trataba del almacén de la guardia ciudadana. Como unas últimas marcas se encontraban largas flechas que nacían desde el interior de los jardines, continuando su trayecto en línea recta hacia las débiles rejas que rodeaban palacio, amenazando con sus afiladas puntas a la majestuosa edificación, otorgándole un claro aviso de lo que estaba por suceder.

Jedal observaba el mapa mientras con una mano se frotaba la barbilla, intentando averiguar cuál sería el paso siguiente para la liberación del pueblo. En su otra mano llevaba una jarra de cerveza de la cual daba cuenta ocasionalmente, meciéndola de manera peligrosa por sobre el plano, amenazando con volver a ensuciarlo en cualquier momento. A vista del rebelde se trataba de un muchacho muy dócil y especializado dentro de lo que era el campo de batalla, pero que fuera de este se comportaba como un chico inmaduro y desinteresado por lo que ocurriera a su alrededor, tal y como lo demostraba en aquellos momentos con sus amenazantes movimientos de mano. No le importaba lo que el joven hiciese, así como tampoco le interesaba si llegaba a cometer un error, pero de todas maneras le sorprendía que Héraut no le reprochara su impertinente actuar.

‒ Estas medio borracho.

Replico Deces de manera espontánea, recriminando la actitud del joven. El resto de miembros se encontraban absortos en sus pensamientos hasta aquel arrebato de ira, dejaron lo que estaban haciendo y se aprestaron para ver lo que sucedería a continuación.

‒ Y tu estas medio ciego.

Le contesto el muchacho de manera insultante.

Las facciones del hombre se apretaron debido a la rabia, un ligero hilo de sangre nació desde la comisura del parche. La herida se había vuelto a abrir ligeramente ante la tensión en sus rasgos.

‒ No te conviene insultarme.

Reclamo, llevando la mano directo a la empuñadura.

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