Capitulo 42: La caída de los Citoyen

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Thiser. 21 de enero del 880 d.d

Los ojos de Raven se encontraban abiertos como platos, lo recientemente acontecido le golpeaba con tal fuerza que se negaba a tomárselo como algo que en realidad había ocurrido, se engañaba a si mismo diciéndose que nada de aquello era cierto, tan solo una horrible alucinación causada por el estrés al que se había visto sometido durante el último tiempo, quizás era una pesadilla de la que añoraba despertar. Por más que lo deseaba, todo era tan real como su relación con Alexandra o la muerte de su padre, a la cual se sumaba ahora la pérdida de un buen amigo a manos de su subordinado.

Marcel. Sintió ganas de abalanzarse sobre ese idiota y matarle a golpes en pago por lo que había hecho, era imposible, si se llegaba a descubrir algún vínculo entre ambos nada le aseguraba que su círculo cercano se viese afectado por las consecuencias. Alexandra y el resto de los que trabajaban en la posada serían los más afectados, se trataba de las personas con las cuales mantenía un contacto más que recurrente, las posibilidades de que fuesen arrestados e incluso torturados le llevaron a calmarse.

Su mandíbula se relajó con lentitud, su labio inferior se mostraba herido debido a la presión de los dientes, un débil hilo de sangre se resbalaba en dirección a la barbilla.

Marcel retiro su espada con brusquedad, el acero separándose de las carnes producía un repugnante sonido capaz de revolver las entrañas del joven soldado. El cuerpo del gigante se tambaleo por varios segundos en el aire, como si aquella carcasa sin vida aun no decidiera hacia donde caer, fueron segundos atroces, los cuales terminaron con la figura del hombre tumbándose sobre sus rodillas, levantando una ligera nubecilla de polvo que se desvaneció al instante. Raven observaba con rostro vacío, carente de expresiones, algo en su interior volvía a romperse, tal como había ocurrido varios meses atrás con la prematura muerte de su padre.

Apenas fue capaz de contener las ganas de vomitar.

El cadáver termino por caer sobre su costado izquierdo, bañándose en la sangre de un reciente y oscuro charco.

‒ Por un momento creí que a fin de cuentas me robarías la presa.

Comento su segundo al mando, observándole con una sádica sonrisa, cargada de malicia y satisfacción por matar al hombre. Raven no le respondió, se encontraba absorto observando al que antes había sido un buen amigo, quien ni siquiera tuvo tiempo para que sus ojos se cerraran antes de morir.

‒ ¿De que hablaban?

Eso sí que lo escucho, dirigió una mirada a su interlocutor, intentando disimular su asombro.

‒ No he distinguido las palabras, pero pude darme cuenta de la cariñosa conversación que ambos llevaban. ‒Agrego, mirándole como si se hubiese convertido en un peligroso enemigo.‒ ¿Le conocías?

La pregunta le cayó tan pesada como una tonelada de rocas, si Marcel llegaba a sospechar algo sobre su relación con Héraut ya no le quedaría más alternativa que matarlo e inventar una excusa para salvar a los suyos de las probables consecuencias.

‒ Le conocí hace varios años, por esos tiempos yo ni siquiera era militar. Este hombre había visitado mi aldea buscando alojamiento antes de continuar su recorrido hacia el norte. ‒Mintió, sorprendiese a si mismo de lo convincente que había sonado.‒ A pesar del tiempo transcurrido he podido reconocerle de inmediato.

Marcel levanto una ceja, intrigado ante aquellas últimas palabras.

‒ ¿Cómo lo has hecho? Las personas cambian con el paso del tiempo.

Padres e hijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora