Posada, Ciudad Capital. 21 de enero del 880 d.d
Esa tarde transcurrió acompañada de risas y alcohol, imbuida de un ambiente tan cálido que Raven se sintió como transportado hasta el salón de su hogar, allá en la Vaargler natal. Los clientes, tan animados como siempre, le convidaban para que les acompañasen, ofreciéndole un par de copas o algún trozo de jugosa carne.
Roy fue el último en ser visitado. Para esas alturas Raven ya se encontraba un tanto pasado en copas, lo suficiente para que su lengua se enredase de vez en cuando. La mesa del joven se presentaba austera a comparación del resto de comensales, apenas adornada con un plato cuyo contenido se había enfriado hacia bastante rato, junto a este, una botella apenas tocada.
‒ ¿Acaso no tienes hambre? ‒Interrogo el soldado, trabándose en las últimas silabas.
‒ Nunca he sido de comer demasiado.
Solo una mirada al rostro bastó para que Raven se percatase de aquel brillo apagado en los ojos del muchacho, como si algo muy importante se hubiese roto en su interior. Le fue imposible no verse a sí mismo reflejado en la alta y apuesta figura del otro, después de todo, hasta hace poco el también enfrentaba la pérdida de un ser querido.
‒ Supongo que tampoco es buen momento para buscar charla.
Se levantó de la silla, dispuesto a marcharse de inmediato.
‒ Quédate. ‒Le pidió para luego guardar silencio mientras Raven volvía a su posición inicial.‒ Hay algo que quiero preguntarte.
‒ Claro, aquí estoy para responder.
‒ ¿Por qué me ayudas? ‒Formulo la pregunta de forma cruda, sin darle rodeos.
‒ Antes de que le mataran, tu hermano y yo alcanzamos a cruzar unas cuantas palabras. ‒Se tomó una pausa para suspirar, al igual que Roy, le dolía hablar del tema. ‒ Me pidió que te ayudase, que te alejara del peligro.
‒ Eso ya me lo has contado. Necesito entender porque has obedecido conociendo el lio en que te has metido.
‒ La respuesta es simple.
Roy levanto una ceja, intrigado.
‒ Llevábamos muy poco tiempo conociéndonos, e incluso estuvimos a punto de enfrentarnos la primera vez que le vi; aun así, tu hermano fue un buen amigo para mí. Ya le debía unos cuantos favores cuando salvo la vida de Yazir en un par de ocasiones, pero esa no es la razón principal: mi padre falleció hace ya un tiempo, no soy ajeno a lo que sientes en estos momentos. Esa es la razón por la que quiero ayudarte, más que la última voluntad de tu hermano, el deseo nace desde mi interior.
‒ Te arriesgas demasiado.
Raven estiro uno de sus brazos para dejarlo reposar sobre la muñeca de su protegido.
‒ De eso me preocupo yo, tú debes estar tranquilo.
Roy le miro sorprendió, no podía creer que aquel hombre fuese tan amable.
‒ No existen palabras para demostrarte mi agradecimiento.
‒ Eso no importa. ‒Respondió Raven mientras llenaba las copas de ambos.‒ Aunque un buen trago también sirve.
Fue la primera vez que Raven le escucho reír, desde que le conociera, la expresión del otro no era más que una fría capa de sufrimiento. Sus carcajadas se unieron a las del resto de comensales, perdiéndose en medio del alboroto; no paso mucho tiempo para que Raven le acompañase en el sentimiento.
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Padres e hijos
AcciónPadres hijos nos cuenta dos historias distintas pero a la vez muy relacionadas entre si. Teniendo como protagonistas a dos hombres de la misma aldea que son buenos amigos pero que se irán separando y volviendo a unir a medida que transcurre la hist...