Vaargler. 18 de octubre del 879 d.d
Tras la llegada del monarca ya no se esperaban más visitas en la aldea, por lo cual la gente se había retirado a sus hogares mientras el monarca se reunía con los mandatarios para tratar el asunto de los bandidos y su escondite. Pero el grupo del monarca no sería el último en llegar en aquel día tan alborotado, cinco horas más tarde un muchacho apareció galopando rápidamente, el pobre animal sobre el que iba se encontraba totalmente agotado, pero el muchacho parecía no querer detenerse hasta llegar con su objetivo. Dos miembros de la leva salieron a cortar el paso del desconocido, obligándole a detenerse en seco para contar los motivos de su acalorada llegada.
-Necesito hablar con el rey de inmediato. -Dijo el forastero, hablando tan rápido que casi les fue imposible comprender.
-No podemos dejarte pasar sin antes registrarte. -Contesto uno de los guardias.
-Lo siento, pero no tengo tiempo para algo como eso.
El joven rubio obligo a su caballo para continuar avanzando a toda prisa, dejando atrás a unos sorprendidos militantes que no supieron cómo reaccionar ante tan repentina situación, solo se quedaron allí inmóviles viendo la forma en que se alejaba. Continúo su carrera sin detenerse y dirigiéndose en todo momento rumbo a la construcción que a todas luces era el edificio de gobierno, de seguro ese habría de ser el lugar en donde Osmar residiría durante los tres días que duraría su estancia en la aldea. No estaba seguro por completo de que el rey se encontraría en aquel sitio, pero ese era mejor punto de inicio para encontrarse con él y narrarle los hechos ocurridos en la capital desde que el saliera esa mañana.
A la entrada de la alcaldía se encontró con cuatro levas que custodiaban la entrada armados solo con espadas. Los hombres al verle se quedaron mirándolo fijamente mientras desmontaba y se acerca a ellos con rapidez.
-¿El rey está aquí? -Pregunto él.
-¿Quién le busca? -Contesto uno de ellos con otra interrogante.
-Vengo desde la capital, necesito hablar con el de inmediato para contarle ciertos hechos ocurridos allá.
Los cuatro guardias se miraron entre ellos no del todo confiados en las palabras del joven, pero rompieron filas y dejaron camino libre para que él se adentrara en el interior de la edificación.
-Te llevare ante él, pero no te garantizo un atención inmediata. -Dijo uno mientras abría la puerta.
El mensajero camino con rapidez hasta encontrarse dentro, a sus pies las baldosas resonaron ante el metal de las botas de su armadura. Tras de él la puerta se cerró con un movimiento del hombre que casi de inmediato le adelanto para continuar por los poco iluminados pasillos, le seguía a solo unos pasos de distancia, pero el soldado caminaba tan lento que ya comenzaba a exasperarse.
-¿Podrías ir más rápido?
-Ya estamos aquí. -Le contesto el guardia con una mirada enojada.- Este necesita hablar con el rey sobre un asunto urgente de la capital.- Dijo a aquel que custodiaba la entrada a la sala en donde el soberano se reunía con los altos mandos de la aldea.
El otro entro y a los pocos segundos el mismísimo rey salió para recibir al mensajero. A través de la puerta pudo ver a varias personas sentadas alrededor de una mesa redonda en donde se acumulaban algunos papeles, de entre todos ellos pudo reconocer a uno que se sentaba junto a un anciano que también se le hacía bastante conocido.
-Aquí me tienes. -Dijo Osmar una vez la puerta se hubo cerrado por completo.
-Necesitamos hablar en privado. -Contesto con la cabeza agachada.
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Padres e hijos
AzionePadres hijos nos cuenta dos historias distintas pero a la vez muy relacionadas entre si. Teniendo como protagonistas a dos hombres de la misma aldea que son buenos amigos pero que se irán separando y volviendo a unir a medida que transcurre la hist...