Capítulo 2

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- Espérate un segundo, ¿sabes que pegar a mujeres es delito? ESO NO SE PUEDE HACEH CABRONASOH. - Un chico bastante alto (me sacaba una cabeza entera) de ojos marrón miel, pelo castaño y alborotado, que iba vestido no muy formalmente, bueno, como un joven cualquiera de su edad, ¿no? Se presentó allí de repente y... ¿me defendió...? Yo no lo conozco de nada...

- ¿Y TÚ QUIEN NARICES ERES? - Gritó una vez más Sergio un tanto desorientado al igual que yo.

- Shhh, baja la voz macarra. - Respondió divertidamente aquel chico.

Yo seguía en la posición de defensa contra aquel golpe que me iba a dar, mientras intentaba asimilar lo que estaba pasando.

- ¡¡Que no me mandes callar, pelma!! Muy bien, lo has conseguido, ahora la paliza te la vas a llevar tú en vez de ella.

Sergio se levantó lentamente poniéndose en frente del joven.

- No Sergio, siéntate por favor, cálmate un poco, quieres?. - Dije con voz tranquila intentando relajar un poco las cosas.

- Cállate guarra. - Argumentó sin si quiera apartar su mirada asesina del chico.

- Insultarla no te va a ayudar a ligar más... - Remató el desconocido.

- Uy que manía te estoy cogiendo... - Reveló Sergio mientras se avalanzaba contra el joven mientras yo ponía mis manos en mi boca en señal de asombro y miedo a la vez.

Se peleaban en el suelo cual animales, Sergio no era especialmente bueno peleando, pero se estaba llevando más leches de lo normal. Un golpe que le dio en todo el mentón lo dejó un poco tocado...

- Uff... esta vez te has librado, pero cuando te vea otra vez, lo primero que voy a hacer es darte una zurra. - Dijo Sergio con la boca un poco ensangrentada.

- Venga, adiós. - Expresó burlón el hombre.

Se sentó a mi lado y me cogió las manos.

- Hey, ¿estás bien?

- Ehh... sí, si... no te preocupes.... pero... ¿quién eres? - Pregunté interasadamente y aún pasmada por lo que acaba de suceder.

- SOY TU  SALVACIÓN, TU DIOS, PERO EN HOMBRE. Nah, me llamo Rubén, y tengo 22 años. ¿Y tú?

- Yo soy Celeste, Celeste Martínez. Yo tengo 21, encantada. Pero sigo sin saber por qué me has protegido.

- Solo me gusta ayudar a la gente, y tu preciosidad y los gritos de ese retraído me llamaron la atención y me acerqué a ver que es lo que pasaba. ¿Cómo alguien puede ponerle una sola mano en cima a esta cosita tan mona? - Respondió pellizcándome los mofletes como a una niña pequeña. No sé por qué, pero me sonrojé.

- Eh, vale, no soy un bebé.

- Bueno bueno. Ahora me toca a mi preguntar otra cosa. ¿Quién era ese?

- Ah, mi novio, bueno, mejor dicho ex novio...

- OOOOOHHHH, lo habéis dejado, osea que estás libre. - Dijo levantando las cejas con cara de pervertido.

- Sí. - Respondí extrañada.

- En fin, ¿y alguna vez te había puesto la mano en cima, o te solía pegar a menudo? - Preguntó intrigado.

- No, no, esta sería la primera vez, simplemente por que es demasiado creído para aceptar que lo habíamos dejado.

- Ya lo creo, oye, ¿te vienes a tomar algo conmigo a un bar de aquí cerca? Yo invito. - Añadió amablemente.

- Vale, pero invito yo, es lo menos que puedo hacer por haberme protegido.

- ¡Que no, mujer! Que te invito yo, coño.

- Bueno, bueno, vale. Así despejo un poco la mente...

- Pues vamos. Y así nos conocemos un poco más y tal, que tú y yo nos vamos a llevar muuuuuy bien. - Respondió otra vez con cara de pervertido. No pude evitar reirme.

Tú eres mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora