Capítulo 49

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PENÚLTIMO CAPÍTULO

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Yo y mi hermano nos fuimos a casa de Rubén. Quería hablar con él, pero no iba a dejar perdido por ahí a mi hermano, y completamente solo.

Llegamos a su salón, y dejamos a Borja jugando un poco con la consola, y yo me lo llevé a su habitación.

— ¡No hagáis cosas que tengan regalo sorpresa! — gritó mi hermano cuando ya estábamos entrando por la puerta de su cuarto. Rubén reprimió una risa.

Cerré y me senté en su cama, para que después se sentase él a mi lado.

— Quiero hablar. Sé que lo que hice estuvo mal, y todo eso... Y he estado pensando y tengo dos cosas que decirte. Una: Lo siento, y la otra... — quise continuar pero Rubén me calló.

— No, no, no. En realidad ha sido culpa mía. Estoy casi seguro de que tú no has hecho nada con él, no serías capaz, lo que pasa es que en esos momentos había perdido los nervios ys e me fue todo un poco de las manos. Pero gracias a la gente que me quiere y me rodea, que me han hecho recapacitar, me he dado cuenta de que te quiero demasiado, y no quiero dejarte ir, nunca. No quiero que nos separemos por tal tontería, todos en la vida hemos cometido errores, y todos pueden dar una segunda oportunidad. Yo también tengo mis defectos, mis errores, y muchas veces soy un poco insoportable, lo sé. Pero yo te quiero tal y como eres, y no quiero que nada ni nadie nos separe. — aclaró. Quedé muy sorprendida por lo que dijo, quedé perpleja, así no podía decirle lo que le iba a decir. No tenía valor suficiente.

— Puto Rubén. — solté. Fue lo primero que se me pasó por la cabeza. Suspiré. — ¿Tu crees en lo nuestro? ¿Crees en que nuestra relación pueda funcionar de verdad, sin peleas estúpidas y absurdas? — pregunté con miedo en mis ojos.

— Lo creo sin ninguna duda. Me esforzaré en que esto salga bien. — sonrió.

— Durante el viaje en el avión he estado pensando... — agaché la cabeza. — Yo también te quiero, y no voy a negar que te he echado mucho de menos, pero... — la volví a levantar con el ceño fruncido. — Siempre hay peros que me detienen. Lo siento. Rubén, personalmente creo que estaríamos mejor sólo como amigos, no te digo que lo nuestro no podría funcionar, lo que pasa es que, no estamos echos para mantener una relación. No puedo vivir entre peleas, entre desconfianzas, entre incertidumbres y dudas que corrompen mi cabeza, y de seguro que también la tuya cuando estamos mal, y eso pasa muy a menudo. Yo quiero una pareja para ser feliz, para no tener que preocuparme demasiado por los contratiempos, por las contrariedades y todo ese rollo, y es que esta vez no puedo. No quiero arriesgarme más veces a pasar por la misma desconfianza que tú tienes hacia mí. Eso molesta mucho, y me duele, Rubén. — resoplé y me fijé en su mirada. Estaba vacía, estaba sin poder articular palabra por lo que estaba diciendo, simplemente estaba roto. Lo sé, y se me partía el alma al verlo así, pero era por nuestro bien. — Por eso creo que estaremos mucho mejor como amigos, cada uno por su lado, cada uno con sus romances... 

Él se dejó caer en la cama boca arriba y se puso ambas manos en la tripa con la mirada fija en el techo. Yo me dejé caer también y me tumbé a su lado.

— Rubén... Lo siento... — cogí su rostro entre mis manos y le besé la mejilla dulcemente. — Creo que será mejor que me vaya...

Procedí a levantarme pero sentí sus manos rodear mi cintura y tirarme de nuevo -pero suavemente- a la cama, haciéndome caer encima de él, quedando cara a cara, ambos muy cerca. 

— Te quiero, y nunca podré cambiar lo que siento. — me miró a los ojos con seguridad. — El problema es la desconfianza y las peleas absurdas, ¿no? Bien. — suspiró. — Vente a vivir conmigo. — susurró con firmeza.

Tú eres mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora