ÚLTIMO CAPÍTULO · LEER NOTA DEL FINAL · ♥GRACIAS♥
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Ya habían pasado dos semanas desde la mudanza con Rubén. Por ahora las cosas iban bien, muy bien. No discutíamos, nos mimábamos, a veces tanto que hasta resultaba demasiado cursi y todo eso... La verdad es que ahora estaba feliz, era la primera vez que estaba tan contenta y tan ilusionada en mucho tiempo.
Estaba en mi habitación, bueno, en nuestra habitación... Que bien suena eso, ¿no? En fin, estaba organizando algunas cosas, porque aún no había acabado de vaciar todas las maletas. Rubén había ido a comprar comida, o más bien comida basura, ya me entendéis. Aún era por la tarde, aunque por el día lluvioso que se había propagado parecía que estaba a punto de anochecer. Yo amaba los días lluviosos... Tarde en casa, tranquila, sin pasar calor... Eso es otra, el verano no era mi punto fuerte, es más, lo odiaba. Tú eliges: pasar calor, sudar como un maldito pollo y estar asqueroso cada dos por tres, o, pasar frío, que se soluciona con una mantita o con pegar el culo al radiador, estar acurrucado en la cama por las noches y dormir placenteramente... Dios, el paraíso. En fin...
Oigo la puerta abrirse, así que supuse que Rubén había llegado, y si no era él, fuera quién fuera, prepárese para recibir una patada. Había acabado de colocar una maleta entera en el armario, por lo que me separé levemente del armario y di un suspiro de cansancio a la par que de satisfacción.
Oí cómo dejaba unas bolsas en el comedor, así que mis dudas se aclararon, claramente era Rubén, y a no ser que hiciera algo por lo que merecérsela, no iba a darle ninguna patada.
Entró en la habitación y me giré hacia él -yo estaba aún de pie frente al armario-. Vino hacia mí y se colocó a mi lado observando el gran y duro trabajo que había hecho llenando la cómoda.
— Guaaaau, ha tenido que ser un duuuuuro trabajo... — soltó con sarcasmo. Yo le dirigí una mirada asesina.
— Oye, pues me he pasado aquí una eternidad. — di otro suspiro. — estoy agotada. No puedo colocar más, ya continuaré mañana... — dije tumbándome en la cama derrotada.
— ¿Quieres relajarte un poco? — me miró con cara pícara y subiendo y bajando las cejas mientras se sentaba en el costado de la cama. Lo miré entrecerrando los ojos.
— Eres tonto.
— Idiota. — me pegó levemente en el hombro. — Más bien estaba pensando en una película en el salón. Relajados, comiendo palomitas... Lo que sea. — aclaró a lo que se me dibujó una sonrisa en la cara. — Tomaré eso como un sí.
— Ayúdeme usted a levantarme... — expresé con voz de niña pequeña y dándole mi mano.
Él la cogió y me levantó de un tirón, haciéndome perder el equilibrio y casi originar mi caída, pero éste me agarró fuertemente por la cintura y me hizo chocar -pero suave- contra su pecho, quedando cara a cara.
— Usted no se me escapa de aquí. — dijo coquetamente, depositando un dulce beso sobre mi nariz, haciendo que me sonrojara.
Ambos salimos de la habitación y fuimos al salón. Allí pude ver encima de la mesa del comedor las bolsas de lo que había comprado, como también pude ver su chaqueta completamente empapada colgada en el perchero.
— ¿Llovía mucho? — pregunté sabiendo ya la respuesta.
— Pues no sé, juzga tu misma. — me dio la vuelta ya que yo estaba de espaldas a él porque estaba detrás de mí, y me fijé en que su pelo también estaba mojado.
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Tú eres mi destino
RomanceCeleste Martínez es una chica de 21 años, de pelo anaranjado, ojos verdes claros, no demasiado alta, pero tampoco muy bajita y cuerpo esbelto. Estudia audio visuales para poder ser algo en esta vida. Aunque a ella ya le vale con tener un título, no...