Capítulo 20

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Me pasé toda la tarde pensando en lo que me dijo Rubén, en aquella habitación aburrida, mientras charlaba con él, con Noe, con Alex, jugaba con mi 3DS de Pikachu, estaba con el móvil, etc. Llegó la noche.

Un hombre con bata blanca, que sería el médico (de verdad, a veces pienso que soy muy retrasada), entra en la habitación con una especie de informe.

- Señorita... Lamento mucho decirle que vamos a tener que amputarle el brazo izquierdo por culpa del cáncer... - Todos abrimos los ojos como platos, y se levantaron de sus asientos.

- ¿QUÉ CÁNCER NI QUE HOSTIAS? - Dijo Rubén alterado.

El médico pasó muchos papeles extrañado, hasta que llegó a uno que le interesó.

- Oh, lo siento. Me he confundido de mujer. - Se rascó la nuca.

- Joder, pues no dé esos sustos... - Añadió Noe.

- Pobre mujer a la que le espera eso... - Siguió Alex.

- Bueno, a lo que iba. Usted, señorita Martíñez, tiene una pequeña luxación en el maléolo del pie derecho. - Todos lo miramos con cara rara. El rodó sus ojos y suspiró. - Que te has torcido el pie. 

- Ah, vale. ¿Y cuando me puedo ir de aquí?

- Pues mañana por la mañana, a las diez y media puede irse. Pero tienen que cuidarla bien, y tiene que tener precaución con su pie. Y todo su cuerpo está muy inestable y débil, así que, debe de tener mucho cuidado.

- No se preocupe señor. - Dijo Rubén guiñándome un ojo.

- Bueno, os dejo descansar. - El médico se fue.

Noe se acercó a mi, se sentó, me abrazó y se volvió a incorporar.

- Oye, que yo y Alex nos tenemos que ir... - Expresó con tristeza. - Te dejamos con Rubén que te cuida bien. - Añadió con cara de depravada. 

- Vale, pero mañana quiero que estéis conmigo. - Me dirigí a Noe y a Alex.

Se fueron y me dejaron a solas con Rubén. Me sentía un poco incómoda, pero... segura a la vez. Rubén estaba sentado en una silla que había en una esquina cerca de mi camilla leyendo una revista de videojuegos. Para no aburrirme demasiado me puse a jugar un rato con mi Pokémon X.

***

Ya eran las once de la noche y yo seguía allí despierta, jugando. Rubén se acerca a mí, se sienta a mi lado, me quita la consola y me la apaga.

- ¡Oye! Que estaba jugando... - Dije muy infantilmente. - Al menos me has guardado la partida, ¿no?

- Que sí mujer. Pero tienes que dormir ya, que mañana tienes que madrugar. - Contestó con voz tierna y una cara muy cuca.

Suspiré

- Vaaaaaaale... - Me tapé con la sábana de la camilla, me puse de lado mirando hacia Rubén y me hice la dormida.

- Así me gusta. Por cierto, estás muy mona cuando duermes. - Me da un beso en la frente, y sonrío con los ojos cerrados.

Rubén se volvió a sentar en su silla y se quedó dormido al instante, estaba echo polvo de cuidarme.

Me quedé contemplándolo un rato con cara de tonta y después me dormí...

***

Amaneció y me desperté naturalmente, miré el reloj. Las nueve y media, me tengo que ir preparando para irme. Rubén aún seguía dormido. Me levanté con cuidado y lentamente para no hacerme daño y le mecí suavemente para despertarle.

Tú eres mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora