Capítulo 26

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Llegué a casa y lo organicé todo un poco. La habitación de invitados para que mi madre estuviese cómoda, el sofá para que el padrastro retrasado estuviera lo más incómodo posible... Vale, esto último en realidad no lo hice, pero me hubiera gustado. Les preparé a los dos la habitación de invitados, y créeme que si pudiera, echaba a ese tío de mi casa.

Por fin acabé y ya era la hora de comer, tarde (las cuatro de la tarde), pero es mi hora favorita del día. Como acababa de venir de hacer la compra, decidí hacerme unas sencillas pechugas de pollo rebozadas y alguna que otra cosita más. Me senté a la mesa, dejando mi móvil al lado por si acaso. Y a veces me da miedo lo bien que me conozco, ya que, el tono de mensajes sonó en mi teléfono.

RUBÉN: Princesa, ¿ya te has decidido? Eh que me tieneh en un sin vivíh :'(

YO: Sí, pesao'. No mentía, en realidad yo ya tenía pensado perdonarle, al fin y al cabo me enfadé un poco por una gilipollez. Todos tenemos una pizca de celos en nuestro interior, aunque es verdad que él se pasó un poco... Pero eso me incita más a perdonarle, porque si se pone así solo por eso, significará que le importo algo.

RUBÉN: Poh dímelo muhé D:

YO: No te lo voy a decir por WhatsApp gilipollas -.-' Ya te lo diré en persona.

RUBÉN: Pues esta noche me paso por ahí y me cuentas.

YO: Nope. Mañana vienen mis... padres -Me cuesta hasta escribir en el WhatsApp la palabra "padres" designando a mi madre y al otro...- y voy a pasar la mayor parte del día con ellos seguramente... Y claro, los tengo que acoger en mi encantadora casa :D

RUBÉN: Aaaanda, tus papis... Y sólo por casualidad... A qué hora cenáis más o menos mañana...???

YO: Pues sobre las diez y cuarto digo yo... Por ¬¬?

RUBÉN: Por náh, por náh...

YO: Ehhhh, vale... En fin, adiós...

RUBÉN: Chao.

No sé que me da, pero me da algo. Me da que no me da. No sé lo que me da. Pero a la vez me da algo. Y lo que me da no lo sé (xD). Me da mala espina esa preguntita de Rubén, y no quiero saber nada.

***

Llegó la noche, y después de estar un buen rato jugando y haciendo el tonto con el ordenador fui a cenar. Mientras comía las sobras de la comida, me suena otra vez el móvil. ¿Por qué narices siempre me tienen que interrumpir cuando estoy en la mesa?

- Sí...? - Pregunté un poco molesta a la vez que desanimada por esa cuestión.

- Hija, soy yo, mami. - Puso un tono agudo. - ¿Qué pasa?

- Nada. Que siempre hay alguien que me tiene que interrumpir mientras estoy comiendo.

- Perdón cariño. Solo te llamo para avisarte de que si puedes acogernos en tu casa.

- Claro que sí mamá, pero para eso no hacía falta que me llamases...

- Vale, ya está, era para aclararte eso. Hale, cena bien, ¿eh? Que te me vas a quedar en los huesos. Ya verás, cuando llegemos te voy a preparar las mejores delicias gastronómicas que hayas probado en tu vida.

- Por favor, mamá. Para eso cocino yo y ya. Que aprendí de la mejor.

- ¿De quién? - El tono de mi madre cambió a uno más entristecido.

Tú eres mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora