NARRA CELESTE
Me desperté, por culpa de mi teléfono, a eso de las nueve y media de un domingo... Bueno, iba a tener que ir acostumbrándome a los horarios para la universidad, que rollo.
- ¿Qué pasa? Me has despertado... - Contesté. Era Noe. Me resultaba raro que estuviera despierta tan pronto un domingo, y más sabiendo aún que la noche anterior salió de fiesta, y supongo que hasta muy tarde...
- Taco... ¿Podemos hablar...? - Preguntó con la voz ronca.
- Noe, me estás asustando, a ver, habla.
- Pero por teléfono no... ¿A la hora de comer puedo ir ahí?
- Bueno, claro, para gorronear comida.
- Taco, por favor, tómate esto en serio, es importante...
- Oh, dios mío... Vale, pero si mal no recuerdo estoy un poco 'chof' aún...
- Venga, pues a las dos y media me paso por ahí. Adiós. - Se despidió de mí un poco seca.
Suspiré.
- A esta chica le importa un mismísimo pepino lo que yo le diga. - Me dije a mí misma.
Pretendí volver a dormir, pero que no, que no pude. Quise maldecir a Noe por eso.
Decidí levantarme y ponerme presentable.
Me di una ducha rápida, y cuando acabé me dispuse a cepillarme el pelo y arreglármelo un poco.
Salí del baño, al final con una coleta alta, porque mi pelo estaba demasiado revoltoso y no tenía ganas de perder tiempo cuando podía dedicarme a algo más importante una mañana... Como por ejemplo jugar a la Play. En fin, cogí ropa del armario limpia para ponerme.
Me puse una camiseta bastante larga, de manga corta y suelta, que parecía un mini-vestidito, negra con el detalle de pequeñas coronas blancas colocadas por toda la prenta aleatoriamente, junto con unos vaqueros azul claritos que se ajustaban perfectamente a mis piernas, y por zapatos opté por mis Vans negras, pero sólo si iba a salir, porque no hay mayor comodidad que mis zapatillas...
Me pasé toda la mañana, como dije, jugando, pero alternando entre la Play y el ordenador. Cuando quedaban unos quince minutos para que llegase Noe, me puse a hacer la comida. Lo sé, no me iba a dar tiempo a hacerla antes de que ella llegara, pero no hay ninguna prisa, así que, fuera.
Decidí hacer pasta, que siempre apetece y a mí me encanta. Si pudiera alimentarme todos los santísimos días a base de pasta, créeme que lo haría.
Llegó Noe, llamó y la fui a abrir. Subió y en el primer momento en el que le abrí la puerta y vi su cara, supe que le pasaba algo. Ésta de repente se tiró, literalmente, a mis brazos y me dio un fuerte abrazo. Yo, lógicamente, lo correspondí perpleja, porque no sabía que estaba pasando.
Nos sentamos en el sofá y no hizo falta que dijera nada para que ella me empezase a contar lo que había ocurrido.
- A ver... Esto es... Difícil de explicar. - Suspiró. Yo fruncí el ceño. - En fin... Ayer, como bien sabes, salimos de fiesta, yo, Rubén y... Y Alex. Bueno, pues que es un hijo de la gran perra, eso es lo que pasa.
- ¿Qué? ¿Por qué? - Pregunté sorprendida.
- ¡Ayer se estaba morreando con dos zorras delante de mis narices, joder! - Gritó alterada.
- Eh, tranquila, baja la voz... Cuéntame con más detalle.
- Si es que no hay más detalle que contar, eso fue así, y punto. Que no puede estar quieto un poco...
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Tú eres mi destino
RomanceCeleste Martínez es una chica de 21 años, de pelo anaranjado, ojos verdes claros, no demasiado alta, pero tampoco muy bajita y cuerpo esbelto. Estudia audio visuales para poder ser algo en esta vida. Aunque a ella ya le vale con tener un título, no...