Capítulo 46

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Rubén

Si ya sabía yo que algo malo iba a pasar estando con ese en la misma casa... Parece mentira... Que me haya echo esto...

Timbraron en mi casa, me daba mucha pereza ir a abrir, pero no paraban de insistir, así que fui a abrir.

Me encontré con Amaia, ahora mismo no quería hablar con nadie, pero, ella me transmitía confianza.

— Buenos días muchachote. — Saludó y pasó sin permiso. Ya era un gesto habitual en ella.

— Buenos lo serán para ti... — Murmuré.

— ¿Qué tal llevas el tema de Celeste?

— Que le den por culo a Celeste. Así llevo el tema. — Solté seco y sentándome en el sofá a su lado.

— ¿Qué? ¿Por qué? ¿Que ha pasado? — Ella aún no sabía nada, ya que había ocurrido todo esta mañana.

Suspiré.

— No quiero hablar del tema...

En ese momento me fijé en Amaia más detenidamente. Amaia era una chica muy atractiva. MUY atractiva. Llevaba unos vaqueros muy ajustados de un color oscuro, una camiseta de tirantes morada y suelta y unas Vans de un rosa chillón combinadas con morado. Su maquillaje era bonito, no exagerado, estaba bien, y su rubio y lacio -en ese instante- pelo caía por su parte delantera. Siento decir esto, bueno, que cojones, no siento nada. Si ella se tira a su compañerito de piso, yo también tengo todo el derecho del mundo...

Sin pensarlo dos veces me abalancé sobre Amaia. La recosté sobre el sofá quedando yo encima suyo y cara a cara. Miré su rostro, estaba confundida, y yo la miraba con pena en mis ojos. La besé. Un beso corto, simplemente para ver qué sentía yo y qué sentía ella.

— ¡Rubén! ¡Quita de encima! — Espetó enfadada. — ¿Se puede saber qué narices haces? ¿Y Celeste qué?

Me incorporé, apoyé mis brazos en mis rodillas y cubrí mi cara con mis manos.

— Repito... Que le den por culo a Celeste. — Expresé con la voz cortada y temblorosa.

— Rubén... Lo... ¿Habéis dejado...? — Preguntó preocupada acariciándome la espalda.

Simplemente suspiré.

— No... No lo sé... Pero... Debería de ser así. Ósea... — Dije lentamente. — Sí, confirmado por mí, no quiero volver a verla, que se quede con su amiguito, al que tanto quiere. Que se vaya a tomar por saco. Ya está, se acabó, todo.

Ella me abrazó y unas pequeñas lágrimas corrieron por mis mejillas.

— Lo siento mucho Rubén... Pero cuéntame que pasó exactamente.

Saqué mi móvil y le enseñé la foto que me había mandado ese estúpido.

— Eso fue lo que pasó. Bueno, y ojo, que después hubo recompensa en la cama, ¿eh?

— Pero Rubén. ¿Tú sabes lo que pasó? ¿Lo viste con tus ojos para poder decir que pasó eso? No. Fue él quién te lo dijo, ¿no? Pero no tiene por qué ser verdad. Los únicos que lo vieron y vivieron ese momento fueron Jake y Celeste. Quizás no hayan echo nada, sólo un beso. Todos hacemos tonterías cuando estamos borrachos. Mira tú, la noche en la que me conociste, estuviste a punto de hacer una tontería.

— Ya, pero no la hice porque me controlé. Ella no, ella directamente se lanzó.

— ¡No! ¿Qué controlaste ni que hostias? ¡Fui yo la que te tuvo que controlar! A lo mejor en esa ocasión, los dos estaban en contra de su voluntad, bueno, Celeste, estaba en contra de su voluntad. — La miré extrañado. — A lo que me refiero, es que Celeste estaba ebria, y no sabía lo que hacía, y además allí no había nadie para controlarla, y el otro también quería que eso ocurriera, así que...

Tú eres mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora