Capítulo 3

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Era un viernes por la noche, por lo que mañana no tenía por qué madrugar. Rubén y yo nos sentamos y cuando quise darme cuenta, estaba en el bar que trabajo yo.

- Espera, ¡yo trabajo aquí!

- ¿Ah sí? Pues ahora que sé dónde trabajas, vendré a acosarte siempre que pueda. - Respondió con cara de violador.

- Para ya. - Dije entre risas.

Se acerca una compañera a nuestra mesa y me dice al oído:

- Menudo bombón que te has echado, ¿eh Celeste?. - Susurró.

- Sh. calla, es un amigo. - Añadí.

- Bueno, ¿qué queréis tomar?

- Yo una limonada. - Respondí.

- A mi ponme una cocacola. - Dijo Rubén.

- Venga, animaros un poco, que es viernes. - Replicó mi compañera.

- Ya nos animaremos después. - Expresó Rubén mirando hacia mí y levantando sus cejas.

- Que he cicho que pares. - Dije ya, un poco molesta.

- Je, que tortolitos, ahora vuelvo. - Añadió mi compi.

- ¿Veeeees? ¡Si hasta la camarera lo dice!

Mi amiga nos trajo las bebidas y Rubén me miraba fijamente. Agaché la cabeza ruborizada.

- ¿Por qué te sonrojas?. - Me preguntó Rubén.

- ¿Y-Yo? Es que... aquí hace calor...

- Si ya, seguro, emm... oye, hoy es viernes, y por la noche, ¿no te apetece salir por ahí? - Cuestionó Rubén.

- Pues la verdad es que no tengo muchas ganas de salir hoy, prefiero quedarme en casa, ya si eso mañana que es sábado... - Expresé desanimada.

- Jo... me apetecía salir contigo... de fiesta, quiero decir... - Dijo Rubén nervioso.

- A ver, vete despacito ¿eh? Nos acabamos de conocer. Puedes ser un puñetero violador, que lo pareces, y asesinarme justo después de penetrarme, no tengo por qué ir de fiesta contigo. - Añadí. Creo que me he pasado...

Rubén se levantó de la silla y salió disparado del local, creo que se fue un poco mosca por lo que le dije. Si es que soy gilipollas... en cima de que me defiende, yo me comporto así con él... no me ha hecho nada para enfadarme de esa manera... pero es que él, me causa unos cambios de ánimos extraños... ¿Qué me está pasando?... Mejor me voy a descansar un rato a casa... y lo mejor es que ni le he dado mi número de móvil, genial Celeste, GENIAL.

Me dirigía a casa cuando tres edificios más a la derecha de mi portal ví a un joven sentado en la entrada de un inmueble. Achiné un poco los ojos para ver mejor, cuando me di cuenta de que era Rubén, en ese momento se me dibujó una sonrisa en la cara, a la vez que una triste mueca, al verlo cabizbajo... Me acerqué a él y me senté a su lado, poniendo mi mano sobre su espalda. Él sostenía su cabeza con sus manos, mientras que sus codos estaban apoyados en sus rodillas.

Tú eres mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora