NARRA RUBÉN
Llevaba ya casi una semana sin ver a Croft, será poco tiempo y todo eso, pero a mi se me hacía eterno.
Era sábado por la noche y Alex y Víctor querían salir por ahí, a pesar de que yo no tenía demasiadas ganas, al final me convencieron.
Me preparé, me vestí, miré mi móvil para ver si tenía algún mensaje o algo... Metí lo necesario en mi mochila, me puse mi sudadera azul oscura y la dejé abierta.
Timbraron y bajé.
***
En la discoteca habíamos pedido unas cuantas cervezas y estaban un poco ebrios, aunque yo todavía podía controlarme.
Estaba sentado con mi bebida, y vi a Víctor acercarse a mi lado.
— ¿ Y Alex? — Pregunta gritando.
— No sé, pensé que tú estabas con él. — Respondí.
— Bah, da igual, seguro que está con alguna por ahí. — Miró al frente y comenzó a reírse muy alto sin ninguna razón.
— ¿Qué pasa? — Lo miré a la cara mientras reía suavemente, su risa era contagiosa.
— Alex está ahí, detrás de una pava y ella está como "quita bicho, que no quiero nada contigo". — Reí junto a él.
Vimos cómo Alex le agarró de la muñeca y le dio la vuelta completamente a la chica, entonces paramos de reír al momento cuando se empezó a besar con ella. Nos miró de reojo y nos hizo la puñeta a ambos a la vez que seguía besándola. La cogió por la cintura y se la llevó a no sé dónde, supongo que a su casa... La verdad es que ese gesto del beso me recordó a varios momentos míos y de Celeste...
Víctor se fue al baño y no lo volví a ver en toda la noche...
Yo me levanté y fui pedir unas copas más, unas cuántas más.
En la pista de baile me encontré con varias chicas que se empezaban a acercar demasiado a mí, y no veía por ninguna parte a Víctor, así que decidí irme de nuevo a la barra.
***
Desperté y abrí los ojos lentamente... Estaba en una habitación que no era la mía, era una habitación con paredes amarillas muy claritas, completamente limpias, sin nada en ellas, había un escritorio en ella, armarios, un espejo y cajas, muchas cajas. Eso sí, la cama estaba perfectamente amueblada.
Me levanté y tenía la ropa de anoche puesta, menos los zapatos y mi sudadera, que éstos no estaban por la habitación. Espero estar en la casa de algún chico majo y no haber echo ninguna gilipollez absurda que me haga perder muchas cosas en un futuro...
Abrí la puerta de la habitación en la que estaba y me dirigí a lo que parecía la cocina. Allí me encontré con una chica de pelo rubio oscuro, largo y un poco ondulado que caía por su espalda, con una bata por encima de un pijama de manga larga, bebiendo un café mientras miraba por la ventana de brazos cruzados. Mierda. La has cagado bien cagada Rubén.
Quise irme para el salón pero me di contra el marco de la puerta de la cocina en el meñique del pie -que puto dolor-, ella se dio cuenta y se giró para verme. Más mierda.
— Por fin te despiertas. Son las dos de la tarde. Bueno, di que yo me desperté hace nada... — Sonrió. Dejó el café sobre la mesa y se fue al salón. Volvió con mi sudadera en las manos. — Toma, póntela, que por la mañana refresca... Tus zapatos están en el salón para cuando te vayas.
— Ehm... Vale, ahora mismo los zapatos me importan una mierda, ¿puedes explicarme qué ha pasado, qué hago aquí y quién eres...? — Me senté en la mesa junto a ella.
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Tú eres mi destino
RomanceCeleste Martínez es una chica de 21 años, de pelo anaranjado, ojos verdes claros, no demasiado alta, pero tampoco muy bajita y cuerpo esbelto. Estudia audio visuales para poder ser algo en esta vida. Aunque a ella ya le vale con tener un título, no...