- ¿Qué quieres, joder? ¿No ves que me estoy yendo? - Dije muy borde y empapada por la lluvia. Hacía mucho tiempo que no llovía tanto como hoy.
- No, no te vayas por favor. Si es por lo de la tipa esa, te prometo que no la conozco de nada. Nunca la había visto, se puso a bailar y a besarme por que sí. - Notaba tristeza en su mirada, pero no me lo creía.
- AH, VALE. - Me deshice de su agarre y seguí mi camino molesta.
Corrí bajo la lluvia hacia casa. Oía cómo Rubén me llamaba mientras me perseguía, pero lo único que quería en ese momento era llegar a casa y dormir tranquila.
Estaba en medio de un paso de peatones cruzándolo cuando las luces de un coche me deslumbran. El sujeto que conducía intentó parar, pero resbaló por la lluvia y... me atropelló...
Gracias destino. Esto es lo mejor que me puede pasar ahora mismo. Morirme. No me lleves de vuelta a la Tierra, ¿eh? Que quiero conocerte, tú por lo menos no haces daño a las personas que te quieren. Pensé. Todo se volvió oscuro y recordé, una vez más el puñetazo que me dio Sergio. Esto era igual, solo que había mucho más dolor. No podía con mi cabeza, me dolía todo... cerré los ojos, estaba muy mal. Y ya está, no veía nada. Una de dos, o estaba muerta, o dormida... A pesar de que no veía, podía oir. Y escuché cómo había dos voces cerca mía, y una era la de Rubén. Estaba muy alterado, al parecer. Me estaba hablando pero en esos momentos había perdido la habilidad de poder mover la boca para decir algo... La otra voz supongo que sería de la persona que conducía. Por su manera de hablar y su tono de voz, parecía un hombre, un hombre de mediana edad. Aunque también podría ser un travesti, pero lo dudo mucho... Ya no escuchaba nada más, estaba inconsciente, había perdido el sentido del oído...
***
Por fin abrí los ojos y desperté, como no, en una habitación de hospital. Es lo normal si alguien tiene un accidente, y tal...
Observé que tenía una venda en el tobillo, me lo habré torcido... Pues claro gilipollas, ¿para qué te van a poner si no eso ahí? Muy bien... Miré hacia la ventana, al parecer era de día. Divisé el reloj que había en una mesita y eran las tres de la tarde... Había dos personas en la habitación, Noe y Alex. Vieron cómo despertaba y se acercaron a mí a darme un abrazo. Me quejé por el dolor y ellos se separaron de inmediato.
- ¡¡¡Taco!!! Pensé que ya nos habías dejado, joder... - Dijo con pequeñas lágrimas en los ojos.
- Pero si solo ha sido una noche mujer. - Añadí con una sonrisa tierna y quitándole con los pulgares sus lágrimas.
- ¿Una noche? Sí, seguro. Has estado una semana en coma, tonta. - Contestó Alex con mirada preocupada.
- ¿Y habéis estado conmigo toda la semana?
- No, nosotros nos enteramos de que habías tenido un accidente dos días después... Y desde entonces hemos venido a verte siempre que podíamos. Pero no pudimos quedarnos a dormir contigo... Bueno, nosotros no. - Expresó Noe con empatía.
- ¿Como que vosotros no? ¿Me habéis dejado con un desconocido que podría se un psicópata? - Pregunté alterada.
- Para nada es un desconocido. Es un GRAN amigo tuyo. - Alex me guiñó un ojo. Yo lo miré extrañada. Hubo un pequeño silencio durante dos segundos. - Coño, Rubén.
- Ahh, vale. - Mi mirada transmitía tristeza. - Joder, estoy muy mal, no tengo por qué decirle a mi cerebro que piense. - Dije como una niña pequeña. - Entonces... ¿Él se ha quedado todas las noches conmigo...?
- Sí. - Añadió Noe.
Sí que se preocupa por mí... Sé que me enfadé con él por algo... Pero ya no recuerdo qué era, pero no importa. Rubén sabía perfectamente que estaba enfadada con él, y a pesar de todo, ha estado conmigo siempre...
Estaba cabizbaja cuando alguien entra por la puerta... Rubén.
- Eh, chicos, aquí traigo chu... ches... - Rubén me miró con alegría y asombro. Dejó caer las bolsas de varias chucherías que traía en los brazos y vino corriendo hacia mí.
Se sentó a mi lado, me abrazó y yo le correspondí. Ví por encima del hombro de Rubén cómo Alex iba a coger las chuches.
- ¿Estás bien? Bueno, que pregunta más tonta. Tienes una puta escayola en la pierna por mi culpa... - Expresó con mucha tristeza. Yo le dirigí una mirada a Noe para que nos dejase solos. Captó el mensaje y se llevó a Alex con ella.
- No digas gilipolleces. - Le acaricié la mejilla. - La culpa fue solo mía. Por enfadarme contigo por una tontería de lo más seguro. Aunque no la recuerde, estoy convencida de que fue una mierdecilla de nada. - Añadí con una sonrisa.
- Fue una tía que se puso a perrearme sin más... Y sigo sin saber por qué lo hizo, y quién narices era... - Miró hacia abajo y suspiró. - Cuando... te atropelló aquel tipo, quería morirme, te juro que esta semana lo he pasado fatal viendo como no despertabas... Me quedaba despierto casi todas las noches por si... abrías los ojos y salías de ese maldito coma de una puñetera vez... Y, por un momento llegué a creer que podrías haber muerto... y me he dado cuenta de que te necesito... y mucho... - Una pequeña lágrima salió de sus ojos cerrados. Lo abracé.
- Pero ya estoy aquí, medio muerta, pero estoy. Y ya no tienes de qué preocuparte Rubén... Gracias por todo, de verdad. Gracias por haberte preocupado por mí, pero ya no lo hagas más. Estoy viva, ¿no? Pues ya está, ahora a esperar a que me recupere y todo volverá a ser como antes. - Lo miré con ternura y con una sonrisa, pero él seguía triste.
- Sí... - Suspiró. - Como antes...
- ¿Qué ocurre? - Le pregunté.
- Que yo no quiero que las cosas vuelvan a ser como antes, princesa... - Rubén dijo esas palabras, me besó la mejilla y se fue al momento. ¿Qué quería decir con eso...?
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Tú eres mi destino
Storie d'amoreCeleste Martínez es una chica de 21 años, de pelo anaranjado, ojos verdes claros, no demasiado alta, pero tampoco muy bajita y cuerpo esbelto. Estudia audio visuales para poder ser algo en esta vida. Aunque a ella ya le vale con tener un título, no...