Capítulo 10

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—¿Ya vas a decirme a dónde vamos?—dijo Adele con los brazos cruzados—. Tengo que llegar al trabajo en diez minutos podrías...
—No volverás al trabajo hoy—dijo Simon conduciendo.
—¿Qué jodidos te pasa? ¿Sueles meter mujeres en tu auto y llevártelas a no se donde?
—No—respondió seco.
—Déjame bajarme—dijo Adele intentando quitar el seguro de la puerta.
—¿Quieres bajarte de un coche en movimiento? No creo que sea buena idea—le dijo y esta vez la volteó a ver.
—Me niego a seguirte el jueguito. Puede que seas un sucio depravado que quiere...
—Yo no quiero nada de eso. Solo quiero ayudarte porque se como te sientes y...
—¡Ja! ¿Que sabes cómo me siento? Tu no tienes ni una idea de lo que siento, ni porque. Así que no me vengas a decir que...
—Esa forma de llorar no creo que haya sido porque perdiste una uña.
—Bueno y vuelvo a decirlo, ¿a ti que te importa?—Adele estaba exasperada y frustrada.
—Tal vez no me incumba pero suelo ayudar a las personas y al verte así decidí ayudarte.
—Sin mi consentimiento. Tal vez—Adele se acomodó en el asiento y cruzó los brazos de nuevo—, solo tal vez, no quiero ser ayudada. ¿No lo crees?
—Vaya que lo creo. Me he dado cuenta de que eres muy aferrada. Pero te juro que esto te ayudará. A mi me ayudó bastante.
—No me interesa si te ayudó o no te ayudó. Yo no quiero. Detente y déjame bajarme.
Simon no se detuvo, simplemente se quedó en silencio. Adele volteó hacia la ventanilla y también se quedó en silencio. Pensaba en los posibles destinos, posibles sucesos que seguirían, hasta que llegó a uno que no le gustó para nada.
—¿Me estas llevando a un psicólogo?—dijo molesta y a la vez curiosa y nerviosa.
Simon no respondió.
—¡Si! Eso haces. No Simon ¡no! No quiero ir, me niego. Ahora si te ordeno que te detengas y me dejes bajar...
Simon aceleró.
—¡Simon!—gritó Adele.
Después de varios minutos de reclamos Adele comenzó a desesperarse y darse por vencida. Estaba cansada, realmente cansada. De todo: las noches sin dormir, el llanto, los problemas en el trabajo. Se preguntó cuando había sido la última vez que había dormido varias horas sin despertarse. Simon no decía ni una sola palabra, ignorando las preguntas de Adele por completo. Adele solo veía la ciudad a través de su ventanilla.
—¿Me dirás a donde me llevas?—dijo en un plan mas "pacífico", aun con su tono mandón y cortante.
Simon negó.
—¿Por qué...?
—Mira—dijo Simon. Era la primera palabra en bastante tiempo—... No te llevaré a un psicólogo. Y te recomiendo que te pongas cómoda porque aun falta bastante.
—Dime a dónde me...
Simon levantó la mano para hacerla callar, justo como ella lo hacía con sus empleados... Adele guardó silencio ofendida por el gesto. Por eso y porque se sentía bastante cansada como para seguir reclamando. Sus ojos se cerraban. Se dijo que el movimiento del auto había ayudado a arrullarla. No quería quedarse dormida, no quería quedar en las manos de Simon. Tenía que estar despierta y atenta... Pero no fue así. El sueño la venció minutos después.

***
—Viene una tormenta horrible—dijo Alex mientras se detenía en una luz roja.
—Ya quiero llegar a casa. Estoy asustada—y en verdad lo estaba. El bebé la pateaba, sentía su temor.
—No falta mucho.
Adele volteó a verlo.
—¿Seguro?—le dijo.
Simon volteó y puso su mano sobre la pierna de Adele.
—Tranquila... Es por tu bien—le dijo sonriendo.
***

Adele abrió los ojos de golpe y dio un pequeño salto del susto al sentir el movimiento del auto. Estaba desorientada. Simon bajó la velocidad y volteó a verla.
—¿Estas bien?—dijo realmente preocupado.
Adele se talló los ojos para comprobar si estaba llorando... no lo estaba.
—No estoy bien. Quiero irme, tengo que ir al trabajo—volteó a ver por la ventanilla y se dio cuenta de que no había edificios. Solo una que otra casa y después solo pasto. Se aterró.
—¿En dónde estamos? ¿Cuánto me dormí? ¿A dónde me llevas?—dijo asustada y enojada.
—Tranquila ya no falta mucho—dijo Simon aparentemente mas relajado.
—No quiero tranquilizarme. ¡Quiero que te detengas!
Simon no dijo nada. Siguió conduciendo hasta llegar a una gasolinera cercana.
Se detuvo, se quitó el cinturón y volteó a verla.
—Listo, me detuve. ¿Y ahora?—dijo viéndola a los ojos.
Adele no dijo nada. Le sostuvo la mirada y después abrió la puerta del auto y se bajó. Simon también bajó del auto.
—¿A dónde vas?—le dijo él. Le parecía un poco divertido ver a una persona como Adele, segura y seria, perdida sin saber que hacer.
—Regresaré al trabajo—dijo Adele sin verlo.
—Esta bien—Simon se alejó de la puerta del auto—. Todo tuyo.
Adele se le quedó viendo con odio.
—Espero que conozcas el camino de regreso...
Ella se quedó con los brazos cruzados viendo los alrededores. Estaba completamente desierto. Un auto se detuvo y empezó a cargar gasolina.
—O puedes pedirle a un completo extraño que te lleve si no quieres manejar.
—Sabes no sería mala idea, ya que es casi lo mismo que hice hace unas horas. Aunque no te lo pedí, me obligaste...
—No no te obligué.
—Como sea—dijo Adele volteándose, dándole la espalda a Simon—. Llévame a mi trabajo por el amor de dios. Tengo miles de mensajes y llamadas perdidas y no tengo señal para responderlas.
—¿Por qué no haces esto más sencillo y subes al auto?
Adele sin decir nada mas se subió al asiento del copiloto. Simon solo se asomó por la puerta contraria.
—¿Quieres algo?—le dijo sin sonreír pero con un tono amable.
—No—dijo ella, con tono cortante.
—Bien...
Simon entró a la pequeña tienda para comprar algunas cosas. Agua, unos sándwiches, cosas por el estilo.
Adele estaba en el auto inmersa en sus pensamientos. No podía explicarse en que momento había ocurrido todo eso. ¿Cómo fue a quedar en medio de la nada en un auto desconocido con un casi desconocido? Se maldijo por no saber conducir y poder largarse de ahí.
Simon salió con dos bolsas, llenó el tanque y volvió a subir al auto. Adele cerró los ojos simulando estar dormida para no hablar con él.
—Se que no estas dormida—dijo Simon minutos después de dejar la gasolinera.
Adele no dijo nada, no se iba a rendir tan fácil.
—Lo se porque cuando estabas dormida tenías el ceño fruncido y te movías bastante. Pero si no quieres hablar, por mi esta bien. De todos modos no falta mucho.
Adele no dijo nada ni se movió de su posición, seguía un poco adormilada.

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