Capítulo 47

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*Cinco meses después*

—¡Peanut! Dios santo—dije limpiándome. Estaba dándole de comer y tiró el plato de papilla sobre mi. Estoy cubierta de papilla de zanahoria.
—Baaa—dijo y movió sus manitas.
—No es divertido peanut. Mira cómo me dejaste.
Me levanté y fui por una toalla de papel. Dejé a peanut sentado en su sillita al lado de la barra de la cocina. Louie empezó a ladrar y volteé justo cuando peanut estaba estirándose para alcanzar un vaso de jugo que había dejado al lado de él.
—No no no no—dije alejando el jugo—. Eres un pequeño travieso—dije haciéndole cosquillas en su pancita. Solo se rió y se chupó las manos llenas de papilla. Su babero, su boca y sus mejillas también estaban llenas. Siempre es lo mismo cuando le doy de comer, es todo un desastre.
—¿Qué tal de manzana? ¿Está si la aceptas?—dije dándole una cucharada llena de papilla de manzana. La devoró y empezó a hacer ruiditos—. Jajajaja siempre es lo que tú dices.
Cuando terminó le di su biberón con jugo y lo puse en su mecedora con juguetes.
—Martha, me ayudas en la cocina por favor—dije recogiendo los juguetes esparcidos por el suelo. La casa desde que peanut empezó a gatear está llena de cosas de bebé. Tuve que contratar a otra chica para que me ayudara porque había despedido a la anterior ya que nunca me ayudaba. 
—Claro señorita—dijo entrando a la cocina.
Guardé los juguetes en el corral de peanut.
—Ven aquí—le dije cargándolo. Tiene miles de juguetes pero la única que no suelta es la mantita que le compró Simon antes de que naciera. Le encanta—. Vamos a limpiar tu carita mi cielo.
Con una toallita húmeda le limpié la cara y le di un beso. Me encanta darle besos porque cierra los ojos y da mucha ternura.
—¿Listo para ir al trabajo?—le dije y subimos.
Le cambie el pañal en lo que Simon y yo ya somos todos unos "expertos", le puse ropa limpia y preparé su pañalera.
—Martha hay que darle de comer a Louie por favor. Y limpias mi estudio.
—Claro señorita.
—También la oficina de Simon por favor.
—Entendido.

Desde hace un mes tuve que volver al trabajo, Emma no podía sola y como despedí a Maire tuve que regresar. Me he llevado a peanut a la oficina desde entonces pero antes era más tranquilo, ahora que puede gatear... ¡Es tan difícil!

—Y la fecha de lanzamiento se retrasará porque el tour de Sam empezará en dos meses—le dije a Emma, ella apuntaba todo rápidamente.
—Muy bien. Les informaré. ¿Tengo que decirle la fecha exacta?
—Por el momento no. Vamos a ver qué nos dicen sobre retrasarlo y cuánto tiempo tenemos de...—peanut se había bajado de su silla y gateo hasta la gran lámpara. Lo vi de reojo—. Oh espera... Ven aquí—lo cargué y lo senté en mis piernas—. Tiempo de...—Angelo empezó a golpear las teclas de la computadora—. Angelo tranquilo.
—Disculpe que le diga esto señorita pero... ¿No sería mejor contratar una niñera?
—Lo sé, lo he pensado bastante. Podría dejarlo con Martha pero ella no puede limpiar todo y cuidar a peanut.
—Pues no, pero podría tener a Martha y a una niñera.
—¿Te digo la verdad Emma? No quiero dejarlo. Siento... Feo dejarlo con una extraña. Mi pequeño—dije abrazándolo y dándole un beso.
—Bueno eso si...
—Le comentaré a Simon—dije meciendo a Peanut a ver si se dormía, le di su mantita y su chupete—. ¿En qué estábamos?
—En el tiempo que tenemos.
—Ah si...

Después del trabajo llevé a peanut al zoológico con Laura.
—Pónselo pónselo—dijo riéndose.
Le puse el gorrito que le compró Laura a Peanut y se veía hermoso.
—¡Ay míralo! Está hermoso—dijo Laura y le tomó miles de fotos con su celular.
—Te ves precioso peanut jajaja.
Él estaba encantado con los animales y con los pequeños niños que estaban en el zoológico. No dejaba de inclinarse hacia ellos.

Terminé exhausta. Llegando a casa llamé a Simon pero estaba en una junta y no pudo atender mi llamada. Lo ascendieron de puesto así que tiene más trabajo. Últimamente llega muy tarde a la casa.
—Gracias Martha—le dije con peanut dormido en mis brazos.
—De nada señorita, nos vemos mañana.
—Si—dije sonriendo—. Adiós.
Acosté a peanut en su cuna, me di una ducha y me quedé profundamente dormida.
Me desperté cuando sentí que la cama se movía. Simon se había acostado a mi lado.
—Simon—dije con el sueño impregnado en mi voz.
—Duerme Adele, es tarde—dijo con voz cansada.
—Quería hablar contigo...
—Si quieres hablamos mañana en la mañana.
—Esta bien—dije porque en realidad estaba cansada.
Me volví a dormir y me pareció que fueron solo cinco minutos antes de escuchar el llanto de Angelo. Me desperté y Simon ni siquiera se inmutó. Sé que está fingiendo porque él se despierta con cualquier cosa, aun así no dije nada y me levanté.
A la mañana siguiente me desperté cuando sonó el teléfono.
—¿Si?—dije contestando sin ver el número.
—Señorita Adele, podría abrirme, estoy afuera—dijo Martha.
—¡¿Oh por dios qué hora es?!—dije espabilándome y viendo el reloj. Eran las diez y media de la mañana. Justo la hora en la que empezaba mi junta de hoy. Angelo empezó a llorar y tenía que ir a abrirle a Martha.
—Las diez...
—Si si ya vi gracias. En seguida voy—colgué.
Me levanté y arreglé un poco mi cabello. Louie entró ladrando a la habitación y después salió corriendo de nuevo.
—Silencio Louie ya voy—caminé hacia la habitación de Angelo y me pegué en el pie derecho con la parte de abajo de la cuna.
El llanto de peanut, mezclado con el dolor del pie y los ladridos de Louie me dieron dolor de cabeza.
Con Angelo en pleno llanto bajé a abrirle a Martha.
—Hola...—dije hecha un desastre.
—Buenos días—dijo sonriendo.
—Cierras la puerta por favor—dije yendo hacia la cocina.
La noche anterior no había preparado la papilla para peanut así que lo dejé en la silla con sus mejillas llenas de lagrimas y me puse a prepararle un biberón rápidamente. Tenía que llegar al trabajo ¡ya!
—Voy a empezar por las habitaciones—dijo Martha poniéndose su bata para trabajar.
—Mejor ayúdame a darle de comer a peanut en lo que yo me cambio por favor—dije atareada.
—Claro no hay problema—le di el biberón y corrí hasta mi habitación.
Apenas había entrado cuando...
—No quiere el biberón señorita Adele—gritó Martha desde abajo.
—Entonces toma un jugo del refrigerador por favor—le grité mientras me cambiaba a toda prisa.
Louie seguía ladrando como loco, mi celular empezó a sonar.
—Hola—puse el celular entre mi hombro y mi oreja mientras me ponía las mallas.
—Señorita Adkins la junta...
—Lo sé lo sé es tarde. Diles que se pospone para las... ¿Qué hora es?
—Diez cuarenta.
—Once y media. Estaré ahí lo más pronto posible.
—Si, mientras tanto distraeré a los ejecutivos de XL...
—Era hoy lo de los ejecutivos, dime que no...—se me cayó el teléfono—. ¡Mierda!
—Creo que lo que tiene es que está sucio su pañal porque tampoco quiere jugo—dijo Martha entrando a la habitación con peanut en brazos llorando sin ningún control.
—Cámbialo por favor—recogí mi teléfono—. Emma ¿sigues ahí?
—Si, si era hoy señorita, bueno... Es...
—Diles que en seguida voy—aún no empieza mi día y ya estoy sudando.
—Muy bien. En seguida.
—Gracias—colgué.
Fui rápidamente a la cocina y le hice papilla de verduras a peanut y una de mango. Anote un recordatorio de ir a comprar papillas ya hechas al supermercado para este tipo de ocaciones. Subí a su habitación.
—Si estaba sucio pero sigue llorando...
—Déjalo Martha gracias. Yo me encargo ahora—dije cargando a peanut—. Tranquilo mi amor por favor.
Lo puse en su silla de nuevo y le puse su babero, de inmediato se empezó a calmar.
Le di la primera cucharada y la verdad es mi culpa lo que ocurrió después. Me batió toda la ropa de papilla y él no quedó mejor. Digo que fue mi culpa porque le di la de verduras intentando que comiera algo saludable. Estaba a punto de salirme de mis casillas. Lo cargue y lo lleve directo a la bañera.
—¿Gusta que le ayude?—dijo Martha preocupada. Creo que puede ver mi nerviosismo y enojo.
—Si por favor. Lavas su ropa y dale un baño... ¿Sabes...?
—Tengo dos hijos señorita jaja se lo que se siente. Y sé cómo ducharlo no se preocupe.
—Dios te bendiga Martha.
Me cambié de ropa, me arregle la cara y el cabello como pude y volví al baño. Angelo estaba feliz jugando con los juguetes de la tina. Lo amo pero estaba tan estresada que tuve que hacer lo que nunca quiero.
—Martha... ¿Sería mucha molestia pedirte que lo cuides hoy? Solo hasta la hora de comida...
—Claro no se preocupe, estará en buenas manos.
—Mil gracias. Adiós peanut—le dije poniéndome a la altura de la bañera.
—Baaa ba—dijo y soltó una risita cuando una burbuja se tronó con su movimiento de manitas.
—Ay mi angelito—mi estrés se esfumó con la ternura de mi bebé. Me estaba arrepintiendo de dejarlo en la casa hasta que mi celular empezó a sonar de nuevo—. Te amo—le di un beso en la mejilla y me fui.

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