Capítulo 45

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No sé cuánto ha pasado pero me ha parecido toda una eternidad. Laura logró separarme de la ventana de los bebés y sentarme en un sofá de la sala de espera. Se compró un café, pero después de un trago lo dejó en la mesa y pude ver cómo sus manos temblaban.
—De repente ya no respondía—dije viendo el piso—. No quiero perderla Laura.
—No la vas a perder. Tú solo... Ten fe. Adele es muy fuerte.
—Se veía tan... ¡Dios! No quiero ni recordar su apariencia—dije intentando borrar de mi mente la imagen de Adele inconsciente.
—Se va a recuperar, yo lo sé. No...no puede pasarle nada—dijo Laura empezando a llorar—. Lo siento Simon... Se supone que te anime pero...
No dije nada.
Veía una y otra vez el bolso de Adele. Lo tenía abrazado. ¡No puede pasarle nada!

•Narrador normal•

—No funciona—dijo una enfermera sosteniendo la máscara de oxígeno.
—Descarga.
El doctor dio la orden para la descarga cuando el corazón de Adele se detuvo por completo.
Una descarga y no pasó nada.
—¡Descarga!
La máquina empezó a registrar latidos, débiles, muy débiles pero el corazón había vuelto a latir.
—Ya ya no más descargas. Tiene que recuperar fuerzas si damos otra podemos matarla—dijo el doctor viéndola preocupado, pensando en cómo ayudar a esa pobre chica que acababa de convertirse en madre y ahora estaba luchando por sobrevivir.
—¿Qué hacemos entonces doctor?—dijo el doctor que le ayudó a Adele a dar a luz.
—Dejemos que su corazón vuelva a su estado normal. Esta demasiado débil.
—¿Despertara?
—Por el momento no, y no sé hasta cuando. Pero no la perdimos, eso es lo importante—el doctor pasó su antebrazo por su frente y limpió su sudor.
—Si la dejamos así, ¿no puede empeorar?
—No... Espero que no. Llévenla a terapia intensiva. Ponle el suero y la inyección.
Las enfermeras siguieron las órdenes del doctor. Le pusieron suero, no le quitaron la máscara de oxígeno, aplicaron la inyección y la sacaron del quirófano.
Cuando iban por el pasillo pasaron frente a Simon y Laura.
Simon al verla se puso de pie de inmediato. Corrió hasta ellos y caminó a su lado, acompañado de Laura.
—Adele, Adele mi vida—dijo Simon con el pánico al cien por ciento.
—Delly—dijo Laura con cara de aflicción.
—Esta muy muy débil—les dijo el doctor. Los detuvo a ambos para que no entraran a terapia intensiva ya que estaba prohibido el paso.
La puerta de la sala se cerró dejando al doctor, a Laura y a Simon afuera.
—Escúchenme. Casi la perdemos, su corazón se detuvo por completo—Simon se tapó la boca en ese momento y Laura soltó un sollozo discreto—. No debió durar tanto en labor. Desde que se le rompió la fuente el bebé ya iba a nacer.
—Ella no me decía nada, solo que le dolía horrores pero no sabía que ya estaba el bebé casi afuera—dijo Simon consternado.
—Pues así era. Además perdió bastante sangre. El punto es que le dimos dos descargas y volvió a latir. Pero son tan débiles los latidos que me da miedo dejarla sin chequeo. Le pusimos suero, estarán revisándola constantemente y le pusieron una inyección con un medicamento que le ayudara a recobrar fuerza.
—¿Está despierta?—dijo Simon preocupado.
—No, por el momento no y no creo que despierte pronto.
—Pero...pero...—dijo Laura. Estaba en shock.
—Lo lamento pero es todo lo que podemos hacer. Por su bebé no se preocupen, lo cuidaremos y alimentaremos como tiene que ser el tiempo que sea necesario.
—Gracias—dijo Simon desanimado—. ¿Cuándo podremos verla?
—Hoy no. No creo que sea buena idea. Les informaremos en cuanto esté permitido y sea seguro.

•Narra Simon•

Laura y yo aliviados por un lado pero nerviosos por el otro nos fuimos a ver al bebé de nuevo. Estaba moviéndose y abría sus ojos. Estoy impresionado de lo hermoso que es.
—Ojalá hubiera traído mi cámara para fotografiar esto y... Que Adele pueda verlo cuando...—se me quebró la voz.
—Ve Simon. Ve por tu cámara, despéjate un poco. Ya dijo el doctor que no va a despertar en un rato, no podemos entrar a verla y tú bebé está en buenas manos. Yo me quedaré aquí por si algo pasa.
—La verdad no quiero irme...
—Es por tu bien—dijo y volteó a ver al bebé—. Ella tiene que ver esto. Le encantará—pude notar una sonrisa triste en su rostro.
—Tienes razón. No tardo nada. Gracias, cualquier cosa...
—Te llamo—dijo con la misma sonrisa triste.

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