Capítulo 42

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La llevé al doctor. Él nos mandó con la ginecóloga que estaba un piso más arriba. En el elevador Adele iba tomada de mi mano. Sostenía su vientre y apretaba mi mano con fuerza.
—¿Te sigue doliendo?—le dije preocupado.
—Si Simon, es muy fuerte el dolor—dijo cerrando los ojos.
—Relájate todo estará bien.
—Tengo muchísimo miedo. No quiero volver a...—respiró hondo—...a sentir ese vacío dentro de mi. La desilusión...
—No no nada de eso. Todo saldrá bien—dije nervioso.

•Narra Adele•

Es la primera vez que no creo las palabras de Simon. Esta nervioso, yo estoy que me muero. No quiero que le pase nada a mi bebé.
Por fin llegamos con la ginecóloga.
—Si gusta esperar aquí señor—le dijo la ginecóloga a Simon.
—Esta bien—soltó mi manó y se sentó.
Entramos al consultorio.
—Muy bien vamos a revisar qué sucede—dijo poniéndose sus guantes—. ¿Dónde es el dolor?
—Desde mi ingle y se extiende todo esto—dije señalándole el lugar del dolor.
—Okay Okay...—empezó a tocar mi vientre presionándolo un poco en los lugares que le señalé—. ¿Duele aquí?
—Si—dije con el ceño fruncido.
—¿Y aquí?—esta vez solo asentí porque me dolió bastante—. Okay. ¿Has estado esforzándote?
—Estaba en el supermercado. En la mañana estuve trabajando. Pero no cargue nada pesado o algo así—dije respirando hondo.
—Te pondré el gel para hacerte un ultrasonido. No quiero alarmarte pero puede ser que tengas un embarazo delicado.
—¿Y eso qué significa?
—Que vas a tener que quedarte en casa descansando.
Aplicó el gel y pasó la máquina por todo mi vientre. Pudimos ver al bebé. Sus manitas, sus pies... Me dieron ganas de llorar.
—Al parecer el bebé está bien. Tú dolor es lo que me imaginaba...
—¿Qué es?—dije un poco aliviada.
—Es por el crecimiento del bebé. Ese dolor es sumamente normal. Lo que me asustó fue que no se te quitara, pero ahora que me dices lo que estuviste haciendo lo entiendo—limpió el gel y bajó mi blusa—. No podrás trabajar más. Tienes que mantenerte en reposo. Si no lo haces tú bebé puede o nacer antes o sufrir algún daño ¿Okay?
—No no, no quiero eso.
—Claro que no—dijo sonriendo—. Lo que tienes que hacer es quedarte en tu casa y descansar. Tú bebé esta bastante bien y está creciendo rápido, es por eso que te duele. Te recomiendo tomarte una pastilla para el dolor hoy antes de dormir para que descanses. Puede que te vuelva a doler pero no a tal magnitud si no haces esfuerzos y te quedas en reposo.
—Okay, entiendo.
—No hay nada que temer—dijo ella sonriendo.
—Gracias—dije sumamente aliviada.

•Narra Simon•

No quiero que le pase nada al bebé, Adele no lo soportaría y yo tampoco.
Lleva como media hora adentro del consultorio y los nervios me están matando.
Por fin salió. Levantó la vista y sonrió, eso bastó para que soltara la respiración que estaba conteniendo y también sonriera. Me levanté y caminé hacia ella.
—¿Todo bien?—dije tomando sus manos.
Asintió y me besó.
—Solo que no puedo hacer nada ahora.
—¿Por qué?
—Dijo que me excedí en mis actividades. Si sigo esforzándome como lo he hecho mi bebé podría tener problemas.
—Yo me encargo de que no salgas de la casa jaja—le dije y la abracé—. Estoy tan contento de que todo esté bien.
—Yo también Simon... Yo también—dijo sin dejar de abrazarme.

•Narra Adele•

Llegando a la casa me quité los zapatos y descalza, lentamente, subí las escaleras seguida por Simon. No porque yo quisiera ir lento pero mi embarazo me lo pide jaja.
Entré a mi habitación, me recosté y Simon se sentó frente a mi.
—Te traeré un té para que te relajes y te duermas un buen rato. Son tus vacaciones.
Me puse a pensar y...no había tenido vacaciones en dos años seguidos.
—Se siente extraño—dije sonriendo.
—Te las mereces. Voy por tú té.
—Gracias Simon. No sé qué haría sin ti.
—Y yo no sé qué haría sin ti—me dio un besó y salió de la habitación.
En cuanto salió Louie entró con su contoneo que me da tanta ternura. De un salto subió a la cama y se acostó a mi lado.
—Nos esperan varios días juntos Louie. ¿Te agrada la idea?—dije acariciado su lomo.
De respuesta recibí un ladrido—. A mí también me agrada la idea jaja.
Tomé el control de la televisión y la encendí. Mi celular empezó a sonar y contesté.
—Hola...
—Señorita Adkins ¿cómo está?—dijo Emma. Había olvidado llamarla.
—Emma, estoy bien gracias, al parecer todo lo que tengo que hacer es descansar.
—¡Vaya! Gracias al cielo. Me alegro señorita.
—Necesito que te encargues de la compañía. Cualquier cosa solo llámame y te resolveré desde aquí.
—Claro señorita no hay problema. Si necesita algo llámeme y enseguida voy a su casa.
—Gracias Emma gracias—dije sonriendo aunque no pudiera verme. En verdad estaba agradecida con esa chica.
—Bueno la dejo para que descanse. Hasta luego.
—Adiós Emma—colgué.

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