Capítulo 19

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Adele iba en su auto, en el asiento de atrás. Viendo los edificios por su ventanilla, perdida en sus pensamientos. Recordando ese hermosos beso antes de quedarse dormida junto a Simon. Tampoco podía quitarse de la mente la imagen de la sonrisa de Simon al despertar.

*Recuerdo*
(Esa misma mañana)

—Buenos días—dijo Simon sonriendo.
—Buenos días—dijo Adele tímidamente.
Se sentía extrañamente relajada, cómoda...feliz.

Simon salió de la habitación para que Adele se prepara para el trabajo.
Cuando Adele salió de la habitación y bajó las escaleras, encontró a Simon en el último escalón jugando con el pequeño cachorrito.
—Estoy lista—dijo Adele.
Simon volteó a verla y se quedó ensimismado.
Adele se veía diferente a como la había conocido. Algo en ella había cambiado. Sus labios rojos, su cabello corto y suelto, los lentes de sol sobre la cabeza, su blusa larga y sus pantalones a juego con las botas. Se veía hermosa, elegante, sofisticada, pero lo diferente era... La sonrisa dibujada en su rostro y las mejillas con un rojo natural, los ojos le brillaban de una manera que Simon no había visto antes.
—Wow—exclamó Simon sin poder contenerse.
—¿Qué sucede?—dijo Adele viéndolo confundida.
—Te ves muy bien.
Simon tomó al cachorro entre sus brazos y se puso de pie.
—¿Quieres desayunar algo?—le dijo Adele bajando los escalones para quedar frente a él.
—Creo que será mejor que me vaya porque llegaré tarde al trabajo y me rebajan las horas.
—Okay—Simon le dio al cachorro.
—Simon—dijo Adele levantando la mirada—. Quiero... Darte las gracias por todo lo que hiciste por mí este fin de semana.
—No hay porque Adele. Lo hago porque me importa verte feliz. Te ves tan diferente, en el buen sentido jaja.
—Me siento diferente. Muchas gracias, en serio no sé cómo...pagártelo.
—No lo hice esperando una recompensa Adele jaja—Simon se acercó a ella—. Lo hice por tu bien, esperando que puedas ver lo bella que es la vida. Y esperando poder verte sonreír siempre.
Adele no dejaba de verlo a los ojos ni él a ella. Sentía como se movía el cachorrito en sus brazos pero no podía dejar de ver a Simon.
Él sonrió, ella lo imitó y después de eso Simon comenzó a acercarse pero Adele, insegura, dio un paso hacia atrás y volteó la cabeza hacia un lado, evitando lo que se avecinaba. Simon solo sonrió.

*Fin del recuerdo*

No podía dejar de sentirse arrepentida por no haberlo besado. Adele estaba enamorándose cada vez más de él.
Se propuso intentar ser feliz, ya no ser amargada con sus empleados, volver a ser aquella Adele, no sólo por ella, sino por Alex. Al recordarlo sintió un vacío en su interior, pero sabía que si ella era feliz, él podría verla y ser feliz con su hijo... Una oleada de tristeza amenazaba con invadirla pero la evitó. Ya no quería llorar.

Al llegar al trabajo bajó de su auto y le agradeció a su chofer, algo que nunca hacía.
Iba con toda la actitud, estaba dispuesta a sonreír, a ser Adele.
En cuanto entró, todos los empleados que estaban en la recepción dejaron sus conversaciones y voltearon a verla. Se siento bastante extraña e incómoda. Caminó hacia el elevador entre miradas y susurros. Cada paso que daba era una nueva mirada, alguien la señalaba o susurraban aún más. ¿Qué rayos está pasando?

Mi tras tanto Emma se encontraba en el cuarto piso con Mary.
—¿Cómo crees que esté?—le dijo Emma a Mary.
—La verdad no lo sé. Nunca me imaginé que pudieran hacerle eso.
—¿Crees que este enojada?
—¡Estará furiosa!—dijo la secretaria de Maire— ¡histérica! No sé qué va a ser de nosotros.
—Pero que tal si...—comenzó Emma, pero fue interrumpida por el sonido del elevador abriéndose.
Todos voltearon hacia el elevador y vieron a Adele saliendo de el. Ella los vio a todos y después caminó hacia su oficina.
Al igual que en el primer piso, los murmullos inundaron el ambiente. Adele siguió caminando, perdiendo la seguridad a cada paso. Vio a su asistente junto a su secretaria. Ellas también la veían al igual que los demás.
—Emma, a mi oficina por favor—dijo con voz decidida, pero todo aquel que la conociera bien, sabría que estaba nerviosa.
—Si señorita—dijo Emma rápidamente. Estaba más asustada que nunca.
Adele entró primero, dejo que Emma entrará y azotó la puerta.
—Dios se apiade de esa pobre cuatro ojos—dijo la secretaria de Maire y todos volvieron a sus conversaciones.

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