Capítulo 25

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—Me manda a buzón—dijo Simon colgando su teléfono por tercera vez.
—Deja de acosarla—dijo Jacob. Habían salido a comer y Jacob se había unido a Frank y a Simon, solo para que le pagaran la comida, como siempre.
—Y tú deja de decir estupideces. No la está acosando.
—Lleva tres llamadas, ¿quién eres? ¿Su madre?
—Solo quería hablar con ella—dijo Simon después de ver a Jacob con una mirada fulminante.
—Yo no acoso a mi novia.
—¿Sigues con lo mismo idiota?—dijo Frank enfadado.
—Dejémoslo ya por la paz—dijo Simon para evitarse una pelea.
—Aún no puedo creer que seas novio de la bruja esa.
—No hables así de ella—dijo Simon con los puños apretados, eso de la paz ya no le sonaba tan bien.
—Esque aquel día que la conocimos tú mismo te diste cuenta de que era una perra.
—Ella...—Simon respiró profundo. Se percató de que una persona como Jacob no entendería, prefirió darle por su lado—. Como sea...
—En serio, te digo, se me hace extrañísimo sobre todo tu. Siempre fuiste el gentil y un poco torpe del grupo y con ella...
—Cierra la puta boca—dijo Frank levantándose.
—Wow Wow tranquilo—dijo Jacob levantando las manos a manera de defensa.
—Y tú siempre fuiste el miedoso—dijo Simon divertido por su reacción y agradecido con su amigo Frank.

Siguieron comiendo en silencio, Simon solo podía pensar en qué estaría haciendo Adele. La llamaría saliendo del trabajo, o podía ir a su oficina para llevarla a su casa, aunque sin auto era un poco tonto pero bueno, lo importante era verla.

•••

Laura iba escribiendo en su libro todo lo que tenía en mente. Desde que Adele le había contado de la pequeña amante de las sirenas no había sacado de su cabeza la idea de un libro nuevo. Todo lo que veía y le parecía potencial para el libro lo escribía, hacia dibujos, garabatos, todo lo que su mente formulara lo pasaba al papel. Iba en camino a la oficina de Adele cuando chocó con un joven justo frente a la entrada del edificio.
—Lo siento—dijo volteándolo a ver. En cuanto lo vio reconoció su cara, era el chico del disco nuevo que le había mostrado Adele.
—No hay problema, iba distraído—dijo Sam.
—Yo igual jaja. Espera—dijo Laura bajando la vista hacia su libreta, escribió un par de ideas más antes de que se escaparan y cerró el libro—. Tú eres el señorito que canta genial.
—¡Wow! Jajajaja emmm... Yo.
—Soy tu fan jaja. Delly me mostró tu disco, es espectacular.
—¿Delly?
—Si ella, por cierto ¿no sabes dónde está?—dijo Laura viendo hacia el interior del edificio.
—Emmm no sé de quién...
—Oh lo siento jaja. Adele, Adele Adkins.
—¡Ah! La señorita Adkins.
—Jajajaja que diferente se escucha eso pero si, ella. Iré con ella. Adiós señorito cantante.
—Creo que no está. Cuando llegué ella iba saliendo, subió a su camioneta y se fue.
—Rayos, íbamos a comer juntas—dijo con las manos en las caderas—. Bueno creo que la llamaré más tarde. Gracias—dijo con una gran sonrisa y se fue.
Sam se quedó impresionado de su explosiva personalidad, era graciosa y le había dicho que le gustaba su música. Eso lo hizo recordar que tenía que ir a seguir con la grabación de las canciones extras, hizo una pequeña nota mental de decirle a la señorita Adele, o "Delly" como la había llamado ella, si es que la veía que su amiga la había ido a buscar.

•••

En la oscura habitación sin ventanas, con solo un orificio irregular en el techo, las paredes despintadas, Adele empezó a despertar.
Abrió los ojos poco a poco, su cabeza parecía estar a punto de explotar, sus párpados parecían hechos de piedra, tenía un sabor extraño en la boca y los labios resecos. ¿Dónde rayos estoy?—pensó al abrir por completo los ojos. Todo lo que pudo ver fueron cuatro paredes despintadas, muebles viejos y sucios, aunque solo era una cama, en la que ella estaba, un buró y un espejo manchado. Empezó a entrar en pánico cuando recordó todo lo acontecido.

•Narra Adele•

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que estaba en la camioneta? ¿A dónde me trajeron? Mis manos empezaron a temblar y el sudor recorre mi frente. La cama rechinaba con cada movimiento.
—Dios mío, ay Dios mío Dios mío—susurré aterrada.
Analicé toda la habitación, o bodega, o... Cuarto extraño, lo que sea, en busca de una salida. Solo había una puerta de tablas de madera, no perdía nada con intentar abrirla ya que no creo caber por el orificio del techo y no hay ventanas.
Estoy intentando controlarme para no ponerme a gritar o a llorar histéricamente como lo estoy haciendo en mi interior, el temblor de las manos simplemente no puedo controlarlo.
Me puse de pie haciendo el más mínimo ruido, me acerqué al espejo manchado y al parecer no tengo golpes no cortadas, no me hicieron nada, ¿pero por qué rayos el idiota de Josh hizo esto? Dios mío había pasado tanto tiempo que ya ni lo recordaba, ¡¿por qué volver a hacerlo?! Caminé con sigilo hacia la puerta cuando escuché pasos. Me eché a correr hasta la cama, me acosté con cuidado e intenté ponerme en una posición parecida a la que estaba. Respiré hondo el asqueroso olor del lugar, el aire es bastante denso, pero tenía que calmarme, fingir que estaba inconsciente. Cerré los ojos justo cuando se escuchó el gran esfuerzo de la puerta por abrirse.
"Deja de temblar, deja de temblar"—me decía a mí misma una y otra vez.

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