Después de la gran presentación que Matt le hizo a Joan en La Querella, las personas se arremolinaron alrededor de ambos para conocer a la famosa asesina. Luis, Alex y Derek fueron desplazados poco a poco por la multitud hasta que no distinguieron más que el rostro de Joan a lo lejos.
—Está bien, gente, déjenla respirar —estalló la voz de Matt en medio de una carcajada— Si no les importa, yo quiero una audiencia privada con Forley —informó sonriendo.
Joan le devolvió la sonrisa y bajó de la mesa de billar para seguirlo muy de cerca.
— ¿Por qué le da una audiencia? ¿Y por qué es privada? —preguntó Alex.
—Sencillo —respondió Luis—. Aquí, él es el Rey.
Joan se alejó del centro del establecimiento y siguió a Matt hasta el fondo del lugar con cuidado de no tocar ni ser tocada por nadie en el camino. Antes de entrar a la zona en donde las parejas tenían sexo, giraron a la izquierda y subieron por unas escaleras anchas al segundo medio-piso, donde lo único que había era un pequeño y tranquilo bar que contaba con un par de sofás color beige, una pequeña mesa de centro y una barra de bebidas. Era la zona en la que sólo podían estar los reyes y los acompañantes que ellos quisieran. Absolutamente nadie más.
El piso seguía siendo de madera, pero las tres paredes eran de un color verde oscuro y la baranda por la que se podía asomar para ver el piso de abajo, era de madera oscura tallada y desgastada.
Una vez arriba, ambos se sentaron en un sofá distinto, mirándose frente a frente. Ella cruzó las piernas y se dejó caer en el respaldo del mullido sofá.
—Un par de copas —ordenó Matt a nadie en particular y enseguida uno de los guardaespaldas que lo cuidaban llegó con un par de copas en las manos.
Joan aceptó la suya y le dio un largo sorbo. El vino rojo que le ofrecieron era dulce y suave, perfecto para mantener una charla. Matt terminó con su copa de un único sorbo y de inmediato le trajeron otra, dio una pequeña probada y la dejó en la mesa. Apoyó sus brazos en sus rodillas y la miró fijamente. Fue ella quien rompió el hielo.
— ¿Guardaespaldas? —preguntó señalando con la mirada al sujeto que les había llevado las bebidas. Además de él, había otros dos detrás de Joan y uno más detrás de Matt.
—Es un simple lujo —respondió él con una sonrisa torcida.
—Claro —dijo ella con sarcasmo mientras jugaba delicadamente con la copa en sus manos— ¿Y Julia?
Matt hizo una mueca.
—No lo sé, no la veo hace mucho. Dicen que está fuera del país.
—Ah —suspiró Joan. Esperaba verla, quería contarle todo lo que había pasado...
— ¿A qué has venido? —preguntó él.
— ¿Quieres que me vaya? —lo atajó ella.
—No. No, por favor, fue sólo una pregunta —le respondió Matt de inmediato atropellando las palabras, estaba nervioso.
Joan sonrió. Se alegró de aún tener el mismo efecto en él.
—La verdad es que busco... información. ¿Dónde más podría conseguirla sino en mi mundo?
—Ajá. ¿Nombres?
—Sólo un nombre.
— ¿Quién es tan importante para ti?
Ella frunció el ceño. ¿Importante?
Tomó un sorbo más a su vino, lo saboreó en la boca y juntó las palabras correctas en su garganta.