Muerte

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Tengo trece años, Alex acaba de cumplir los diecisiete. Todo va viento en popa.

En realidad, es una terrible rutina.

Mientras Alex y yo jugamos en el parque, dando algunas maromas por aquí y por allá, los chicos de la pandilla llegan entusiasmados, tienen un plan para conseguir dinero. Mucho dinero.

El plan consiste en que todos utilicemos nuestras habilidades de diferentes maneras para robar el banco de la ciudad. Al principio me parece una idea estupenda, pero, cuando las posibilidades se presentan en mi mente un tiempo después, pienso que es algo estúpido.

Le pido a Alex que no lo haga, que no lo hagamos, pero los demás ejercen presión en él. Quieren que Alex sea parte de esto. Y él acepta.

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A media noche, nos dividimos en tres grupos. Yo estoy con las chicas; Alex está con Diego, José y Mario; y el resto de los hombres hacen otro equipo.

Nosotras debemos vigilar la entrada principal y la salida trasera, todas armadas con arco y flechas fabricadas de delgadas y resistentes ramas unidas a navajas en la punta. Los chicos deben noquear a todos los guardias de seguridad sin excepción para que todo sea más fácil.

Ellos entran a hacer lo suyo. Coral y Sofía vigilan la entrada principal mientras Marlene, Nadia y yo vigilamos la salida trasera. Todo está en completo silencio. La oscuridad de la noche sólo se ilumina por la luz de la luna que entra escabulléndose por las ventanas. El eco de los pasos que damos resuena por toda la enorme construcción de una forma temiblemente fantasmal hasta que de pronto la calma se rompe en mil pedazos con un estruendo.

— ¡Marlene! —se escucha el grito de Coral.

Marlene y yo corremos a toda prisa hacia ella, dejando a Nadia sola en su puesto. Cuando llegamos, vemos a Coral forcejeando con un robusto guardia de seguridad mientras Sofía yace tendida en el suelo con un cuchillo clavado en la pierna izquierda.

Dejando de lado su arco, Marlene se abalanza contra el guardia para apartarlo de Coral, quien cae exhausta al suelo. Me acerco corriendo a ella para revisar que se encuentre bien.

—Cura a Sofía —le ordeno, luego corro a ayudar a Marlene.

Antes de que yo pueda alcanzar la pelea, el guardia noquea a Marlene y ella cae de bruces en el pulido piso del banco. Enseguida veo que Coral arrastra a Marlene junto a Sofía, recargando a ambas en uno de los pilares que sostienen el piso de arriba y me mira con angustia. Desvío la mirada de ella, no necesito que me provoque más nerviosismo. El aire que entra por las puertas abiertas es helado, refresca la adrenalina que recorre mis venas y al mismo tiempo las hace arder. No puedo pedir la ayuda de Nadia, además de querer protegerla, no puedo permitir que esa salida se quede sin vigilancia.

Somos el guardia y yo.

Él se abalanza sobre mí con un cuchillo y corta la cuerda de mi arco. Me deja casi desarmada. Pero Alex me ha acostumbrado a cargar siempre con mi viejo cuchillo que, aunque ha perdido filo, sigue siendo mi salvavidas.

Lo saco de mi cinturón y encaro al guardia.

De nuevo se abalanza sobre mí y antes de que clave su cuchillo en mi estómago, me tiro al suelo y le corto la pantorrilla.

— ¡Maldita perra! —me grita, quejándose.

Gira su torso y, mientras yo me pongo de pie, la hoja de su cuchillo corta levemente sobre mi ceja derecha. La sangre comienza a salir, cayendo sobre mi ojo y nublando mi visión con un intenso color carmín. Gruño. Me limpio con el dorso de la mano y lo mantengo en la mira, calculando sus movimientos.

Joan Forley: Historia de una Asesina © [JF#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora