Mientras Carolina esperaba a que su cabello se secase al natural, empacaba lo que creía necesitar para ser ella misma.
Había tomado la mochila en el mismo instante que tomó la decisión de salir de su monotonía. Ya no aceptaría vivir la vida que querían imponerle. Se estaba despidiendo de sus comodidades, seguridades, reglas, expectativas y metas falsas. Ahora tenía un solo objetivo: ser cualquier cosa que quisiese ser. Y eso, al final, la conduciría a la felicidad, estaba segura de ello.
¿Y qué quería ser ella? Libre. Quería serlo todo: loca, criminal, santa, independiente, ladrona, mesera, maestra, culta, idiota, débil, serena, casual, pobre, fuerte, heroína, sumisa, elegante, reina, víctima, puta, mentirosa, leal... Quería serlo todo por el simple hecho de poder serlo. Tal vez encontraría entonces quién y qué era ella. Solo podía saberlo al intentar.
No había vuelta atrás.
Había empacado tres jeans, dos sudaderas, una chamarra, siete camisetas y un par de tenis extra. También añadió todos sus ahorros metidos en un calcetín, sus identificaciones y uno que otro artículo de higiene personal. Luego cerró el zipper de su mochila, sonrío y se la colgó a la espalda. Llevaba puesto un par de jeans, una camiseta blanca y un suéter púrpura holgado, botas negras y una bandana en la cabeza.
Llegó al vestíbulo y escribió una nota en la pequeña libreta junto al teléfono:
«Lo siento».
Al lado dejó la carta que había comenzado a escribir tan pronto los trabajadores de Patricia la dejaron en su casa, un mes atrás. Había escrito todo lo que sentía —incluidas sus esperanzas que eran asesinadas por los deseos de su padre—, sus sueños y el porqué de su decisión.
Es mi vida, escribió, espero que lo entiendas.
Le echó un último vistazo a su casa. No sabía si algún día volvería a verla desde dentro. Se encaminó a la puerta y sonrío cuando el picaporte giró sin ser seguido por el cuestionario interminable de su padre. Salió, cerró la puerta, llegó a la acera y se ajustó la mochila. Así empezaba todo.
Y sabía justamente dónde ir para iniciar.
