Capítulo 19

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FREDEK

Ha pasado una semana desde el día de la fiesta. Desde entonces no he vuelto a ver a Aeryn. Tengo miedo de verla, discutir y hacerle daño. No confío en mí mismo. Ella ha intentado llamarme pero yo la he ignorado. Dan me dice que soy un cobarde; no me molesta admitirlo, soy un cobarde. Además, estoy harto de apartar a un lado mi orgullo por ella; yo también quiero que ella me demuestre que me quiere. Sueno como un niño pequeño al que sus padres no le quieren comprar el juguete que se le ha antojado, pero es lo que siento. Verla con uno de mis mayores enemigos hizo que mis venas hirviesen como si estuviese en el infierno.

Ojalá las cosas fuesen más fáciles pero no es así. Estando cerca de ella sólo puedo causarla desgracias.

Durante toda la semana me he estado encargando de asuntos de la manada. Andrew me ha estado informando. Ahora sé que mis sospechas son una realidad. Rustam está planeando un ataque a mi manada. ¿Para qué? Eso ya no lo sé, pero estaré alerta. Mis hombres han aumentado sus entrenamientos. La gente del pueblo ya sospecha que algo malo sucede.

Una capa de metro y medio de nieve en la calle. Este año el invierno ha empezado antes, lo peor es que aquí cuando empieza no acaba. 

— Alfa— se asoma Marcus por la puerta.— Un vampiro pregunta por usted— alzo mi cabeza y asiento.

Bajo pensando en encontrarme a Andrew pero no es él. En su lugar, una de las manos derechas de Rustam.

— ¿Qué quieres?— pregunto serio.

— Rustam quiere verte.

— Que venga él, aquí me tiene— digo cruzándome de brazos.

— Me dijo que me dirías eso,— dice sonriendo,— así que me ha dicho que te de recuerdos de Dan Vólkov— dice y se marcha.

Me pongo en alerta al instante de escuchar el nombre de Dan. Decido no perder el tiempo y me marcho en busca de Rustam.

Si le hace algo a mi amigo, firmará su sentencia de muerte.

•••

Uno de los hombres de Rustam me lleva a través de su gran casa hasta llegar a una sala. Abro la puerta y al momento dos hombres me rodean con unas cadenas de plata que me queman la piel. Yo gruño por el dolor.

— Pobre lobito— ríe alguien con una lúgubre voz.

Desde el fondo de la sala, un hombre delgado y alto con el pelo blanco me sonríe con suficiencia. Rustam.

— Sabía que cuando te amenazase con tu amiguito vendrías corriendo en su busca.

— ¿¡Dónde está, Dan!?— le grito.

— Aquí le tienes— chasquea sus dedos y entre dos hombres traen a mi amigo cubierto de sangre.

— Qué le has hecho, hijo de puta.

— Balas de plata. Tan sencillo matar a un lobo— ríe a carcajadas.

— Qué quieres.

— Nada en concreto. Simplemente quiero daros una pequeña lección— sonríe con malicia y vuelve a chasquear sus dedos.

En cuanto lo hace, los mismos hombres que trajeron a Dan, traen a Andrew. Abro los ojos con miedo. Lo sabe.

— No me gustan los chivatos ni los espías, Fredek.

— Suéltale— le ordeno y el ríe.

— No lo entiendes, perro. No estás en posición de exigir nada.

— ¿Qué vas a hacer?— pregunto intentando ocultar mi miedo.

— Ya te lo dije,— dice acercándose a Andrew con una sonrisa de lado— daros a ambos una lección.

Pone sus manos en su cabeza.

— Qué pena, Andrew. Siempre me caíste bien. En fin— suspira y se encoge de hombros— saluda al diablo de mi parte,— dice y con un movimiento brusco le rompe el cuello.

Dan suelta un grito desgarrado de puro dolor y comienza a llorar desconsolado. Yo me quedo en shock.

— A mí nadie me traiciona— dice mirándome con odio y noto un golpe en mi cabeza que me provoca un desmayo.

•••

Despierto en la habitación de un hospital. Lo reconozco, es el de mi manada. Aeryn está sentada a mi lado. Cuando ve que me despierto me abraza. A mí me duele la cabeza horrores.

Intento sentarme en la cama pero un fuerte dolor en el pecho me lo impide.
— No te muevas, las quemaduras por la plata te durarán aún unos días— me dice Aeryn secándose una lágrima que le cae por la mejilla.

De pronto recuerdo todo lo que ha pasado.

— Dan— digo.

— Acaba de salir del quirófano. A los médicos les costó sacar las balas de su cuerpo pero una vez conseguido me han dicho que se recuperará sólo— me explica acariciando mi pelo.

Viene a mi mente Andrew. No puedo evitarlo y comienzo a llorar. Lloro como un niño pequeño y Aeryn me acuna susurrándome palabras para intentar tranquilizarme pero es imposible.

— Todo es mi culpa— digo entre sollozos.

— ¿Qué ha pasado, Fredek?— pregunta preocupada.

— Todo es mi culpa.

•••

Cae la noche en el hospital. Aeryn estás dormida y como puedo me levanto de la cama y salgo al pasillo.

No tengo que andar mucho para llegar a la habitación que estaba buscando.

Entro y veo a Dan en posición fetal llorando en silencio. No digo nada. Me acerco a él y le toco el hombro. Cuando nota mi contacto comienza a llorar más fuerte y yo le abrazo.

Aguanto mis lágrimas por el dolor que me produce ver a mi mejor amigo sufriendo.

Andrew era el amor de su vida. Si algo le pasase a Aeryn me moriría.

Sé que eso es lo que él más desea que le pase en estos momento.

— Mataré a ese cabrón, te lo juro— le digo a mi amigo.

Y yo nunca hago promesas en vano.

DEAR WOLF [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora