Capítulo 46

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DOMINIC

- Creo que hay algo que nos queda por decidir:- dice Thomas- ¿cuándo atacaremos?

- No creo que atacar sea una buena idea- digo.

- ¿Qué ibas a decir tú? Todo sea por defender a tus vampiritos- me dice Iván.

- No digas estupideces,- dice Aeryn y me sorprendo,- Dominic ya ha demostrado que está de nuestro lado, cosa que tú por ahora no has hecho.

Todos nos quedamos en silencio. Nadie se esperaba que Aeryn saliese en mi defensa y no voy a mentir: me ha encantado.

- Lo que digo es- prosigo aclarándome la voz,- estoy seguro de que no tardarán en atacarnos. Seguramente Rustam sepa que estamos aquí ya. Yo he luchado en su bando por lo que os puedo asegurar de que esperarán a que haya una gran tormenta.

- Como la última vez- dice Fredek.

- Exacto- le digo asintiendo con la cabeza.

- La batalla no puede ser aquí,- dice Thomas,- no quiero que mi manada quede destruida.

- Lo haremos en un lugar neutral- dice Fredek.

- Podríamos hacerlo en las montañas de las afueras de la ciudad- dice Abigail y todos concordamos con ella.

- Entonces, ¿cuál es el plan?- pregunta Thomas.

- Debéis llamar a vuestros respectivos soldados. Pero además, también deberíais pedir ayuda al resto de hombres de vuestras comunidades- les digo.- No de forma obligatoria, sólo vendrán aquéllos que estén dispuestos a luchar por su familia y su vida.

- En dos días anuncian una gran tormenta, podría ser el momento perfecto- dice Fredek.

- Sí, avisad a todo el mundo para ese día.

- ¿Y si los vampiros no se presentan?- pregunta Aeryn.

- De eso ya me encargo yo- digo.

•••

Miro desde el balcón como Olenka e Iván entrenan a Aeryn. Olenka cierra sus ojos y eleva una roca. Abro mis ojos con sorpresa. Nunca antes había visto a una bruja usar sus poderes. Iván alza sus brazos hacia la roca y estirando sus manos con tensión consigue romperla en mil pedazos.

- ¿Cómo pretendéis que yo aprenda a hacer eso?- dice Aeryn.

- Si Olenka dice que puedes, puedes- la dice Iván encogiéndose de hombros.

- No sé yo...- dice Aeryn dudosa.

- Concéntrate en algún objeto, el que sea.

- Ese árbol.

- Perfecto. Ahora míralo y piensa en lo que te gustaría que le ocurriese. No pienses en lo que hemos hecho nosotros a esa roca, sino en lo primero que se te pase por la cabeza. Cuando sepas qué quieres hacer con él concéntrate al máximo en un punto fijo del árbol hasta conseguir que ocurra- le explica Iván.

Aeryn mira fijamente el árbol. Estira su mano derecha hacia él. Pasan un par de minutos y no consigue hacer nada.

- Me siento estúpida- dice Aeryn dejando caer su brazo.

- No te estás concentrando lo suficiente- la dice Iván con los brazos cruzados y negando con la cabeza.

- ¡Lo estoy haciendo!- protesta Aeryn.

- Si lo hubieses hecho, algo hubiese pasado con ese árbol.

- Quizás tengo que pensar en hacerle otra cosa.

- No puedes- la dice Iván,- tienes que seguir con el primer pensamiento. Ese será tu poder.

- Debí haber pensado en algo más fácil...- murmura Aeryn y yo reprimo una risa.

- Piensa en algo que te de rabia,- la dice,- algo que te gustaría cambiar pero que no eres capaz de hacerlo o algo que tus padres te impidieron hacer de pequeña. Cualquier cosa que te llene de ira para así poder canalizar tu fuerza- Aeryn asiente.

Ella vuelve a fijar su atención en el mismo árbol de antes. Después cierra sus ojos para lograr una mayor concentración. Pasa un rato pero no detiene sus esfuerzos. Lentamente comienza a cerrar su puño hasta que tiembla por la fuerza. Cuando creo que se va a dar por vencida, abre su puño de forma inmediata y una pequeña bola de fuego sale de ella hasta estamparse contra el tronco del árbol. Me quedo sin respiración por la impresión de haber visto a la dulce Aeryn crear fuego de la nada. Iván sonríe satisfecho y asiente; Olenka, como siempre, se limita a mirar la escena en silencio.

Entro al interior de mi habitación y me tumbo en la cama boca arriba.

No está mal, Aeryn, pero que nada mal.

•••

Ya es de madrugada. No consigo dormirme. Doy vueltas en la cama pero me es imposible conciliar el sueño. Creo que es por los nervios de la batalla.

Decido levantarme y bajar al primer piso. Entro a la cocina y me siento en un taburete. Apoyo ambos codos en la encimera y froto mi cara con ambas manos. Cuando bajo las manos me sobresalto al ver el rostro de Milenka a centímetros del mío.

- ¡Bu!- dice riendo el maldito hada mientras flota en el aire.

- No vuelvas a hacer eso- la digo serio.

- ¿Por qué no? ¡Si es muy divertido!- dice haciendo un puchero.

- Porque no y punto- la digo tajante.

- Qué pasa, ¿te es imposible dormir fuera de tu ataúd?- se burla de mí.

- Yo no duermo en un ataúd- la digo comenzando a perder la paciencia.

- Si tú lo dices...- dice flotando a mi alrededor.- Por cierto, supongo que no has olvidado nuestro trato, ¿no?

- Cómo olvidarlo- digo resoplando.

- Estoy deseando de que cumplas tu parte- dice y ríe.

- ¿Cómo puedes ser tan siniestra?

- ¿Siniestra? ¿Yo?

- No deberías reír en una situación así.

- ¿Y qué me aconsejas que haga? ¿Llorar? O mejor aún, si quieres puedo poner cara de amargada como tú- sigue riendo.

- No es normal.

- A ti te tiene que dar igual lo que yo haga. Tú procura disfrutar estos días antes de la batalla,- me dice a centímetros de mí cara y sonríe,- yo lo haré- y con eso pone sus pies en el suelo y se marcha dejándome sólo en esa cocina.

Un trato es un trato.

DEAR WOLF [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora