Capítulo 4 - Alias - parte 1

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—¿Respaldarme? ¿O vigilarme? —Eva mantuvo la vista baja, esa conversación no estaba resultando en lo que ella pretendía. Prefería enfrentarse a algún simple policía local que a este hombre que la incomodaba y aún no sabía bien por qué.

—No podemos arriesgarnos a que escape y Owens es el único del que no puede esconderse.

«Eso está por verse aún» pensó, mientras levantaba la cabeza para echarle una mirada torva al culpable de su situación.

Inclinando la cabeza a modo de saludo, Alfson y Suresh se levantaron y salieron de la sala dejándolos solos. Eva esperó que el otro se fuera también, pero como él no se movió de su asiento, decidió matarlo con la indiferencia. No había mucho más para hacer allí. Comenzó a mirar a su alrededor con una clara expresión de fastidio que esperaba que captara. El silencio comenzó a cargar el aire de hostilidad. Si el joven se dio por aludido, no lo demostró, al contrario, en ningún momento le quitó la vista de encima mientras en su cara se instalaba una sonrisa socarrona. Eva no lo miraba directamente, pero de reojo la había vislumbrado, qué ganas tenía de borrársela de un sopapo. La tensión en el ambiente era una granada a punto de explotar y estalló por el lado más débil.

—¿Hay algo que quieras decirme? ¿O vas a quedarte ahí observándome como a un mono en el laboratorio? —quizás había sonado demasiado exaltada, pero no lo pudo evitar—. Me estoy aburriendo, ¿quieres traerme algún juego de encastre? Ah, pero ten cuidado que el mono no se escape, ya sabes que podría ocurrir cualquier desastre si eso sucede.

Owens la miró sin sonreír esta vez.

—Ves muchas películas, ¿no? Mira, no mates al mensajero. —le dijo seriamente—. Sólo estaba haciendo mi trabajo. Aunque en lugar de un mono, yo diría que más bien atrapé a una gacela. Realmente tienes una habilidad increíble.

La voz y el semblante de Owens se suavizaron en un intento por disminuir la actitud defensiva de Evangeline. De todas formas se mantuvo alerta, la joven no era para nada sumisa, mucho menos confiable y sabía llaves dolorosas.

—Si vamos a trabajar en esta misión juntos, deberemos llevarnos bien.

Eva bufó furiosa.

—Me importa un bledo si me llevo bien contigo o no. Debes estar muy orgulloso de tu trabajo. ¡Pues te diré que esto en cualquier parte del mundo se llama chantaje!

El joven la miró como si no creyera lo que acababa de oír.

—Oh, por favor, no seas hipócrita, que no eres una niña a la que pescaron robando chocolates de la alacena. Tu problema es tu propio orgullo herido, pues bien, deberás dejarlo de lado. Piensa mejor que el destino te trajo hasta aquí—. Se inclinó hacia ella hasta que sus narices casi se tocaron.

—Estás en el baile, ahora a bailar.

Eva lo miró entrecerrando los ojos, esperaba que le salieran llamas y lo calcinaran. Enseguida desvió la vista. Decidió que no seguiría mirando esos ojos azules o podría cometer el error de cambiar de opinión.

Haciendo caso omiso de su mirada malévola, Owens se levantó de su asiento.

—Vamos, te llevaré a tu habitación y mañana por la mañana hablaremos del plan.

Eva estuvo tentada de retobarse y que la llevara con silla y todo pero, ¿qué caso tenía? Se levantó y salió arrastrando los pies por la puerta que le estaba sosteniendo. Cuando pasaba por su lado, lo miró torcidamente y le preguntó:

—¿Por qué cubres tu cabeza? Eres calvo, ¿verdad?

Owens revoleó los ojos, esa joven iba a ser todo un desafío. No se sorprendió cuando la escuchó hablar nuevamente.

El Elixir - Trilogía Arwendome #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora