Capítulo 16 - Puse un hechizo en tí - parte 2

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Tal como prometí, el final del capítulo, con mucha acción (de todo tipo) ;)

Como no pude poner la foto arriba, la pongo acá

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Finrod se estaba preocupando, Eva ya debería haber vuelto con ellos y no aparecía por ningún lado. Decidieron que Aramís vigilaría el salón, mientras él buscaba por detrás del escenario.

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—Vaya, vaya, vaya...a quién debo agradecer por este regalo. —Eva escuchó a sus espaldas una voz demasiado conocida—. Dante estará encantado de que haya encontrado lo que perdió, le daré una gran sorpresa llevándoselo de vuelta.

No había mucha escapatoria, Román bloqueaba la puerta y ella no quería dejar a esa pobre chica, que se había encogido en su asiento y gemía de modo lastimoso. Como el alcohol que aún tenía encima la volvió más osada, retrocedió hasta llegar a la joven, tomó su pequeño cuchillo de la liga y, con las manos temblorosas por la prisa, cortó las sogas que la ataban. Se alegró de haber hecho caso a la mesera y conservar esa daga, había tenido razón, en ese lugar nunca estaba de más. Román no se movió de la puerta, la observaba con una gran sonrisa siniestra. Eva tironeó del brazo que había liberado pero la joven no se movió. Parecía desvanecida con la cabeza inclinada hacia delante y todo el pelo tapándole la cara. Trató de ponerla de pie, era como un peso muerto, como una muñeca tirada en su sillita.

—Vamos, ayúdame a sacarte de aquí. —Intentó moverla con dificultad.

Un sonido se escapó de la boca de la joven, el gemido más lastimero que Eva había escuchado en su vida. O quizás sí lo había escuchado antes... La muchacha sacudió la cabeza sin levantarla y los cabellos despeinados bailaron como flecos alrededor de su rostro. Dijo unas palabras que Eva no entendió y cuando ésta se acercó entonces sí levantó la cabeza. Su rostro estaba pálido y demacrado, los ojos cerrados, como soportando el dolor. Seguía sollozando. Eso no podía indicar nada bueno.

—Quítamelo de mi cabeza... me está matando.

Una alarma se encendió en Eva y ya sonaba como la sirena de un submarino a punto de hundirse. —No... no puede ser posible... Escúchame. Puedes controlarlo. Respira hondo. Hazlo conmigo, a ver... respira... ahora suelta el aire... vamos, una vez más.

El gemido se transformó en un gruñido. Su método no estaba funcionando. Román soltó una carcajada y tomó el picaporte.

—Las dejo para que se conozcan mejor. —Sin que se le borrara a sonrisa de su rostro, salió de la habitación, cerrando la puerta tras él.

La joven de la silla abrió los ojos; refulgentes, inolvidables, terribles ojos verdes como luces de neón.

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El Elixir - Trilogía Arwendome #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora