Capítulo 22 - Caos - parte 2

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Hola!

Perdonen por haberlos dejado con la intriga tanto tiempo!

Ahora preparanse para la acción!

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La puerta se abrió pero quien estaba del otro lado no era Finrod sino Sybilla, sonriéndole de una forma extraña.

—Sybilla, ¡gracias! ¿Sabes qué ha ocurrido?

—Yo más bien diría que sé lo que va a ocurrir en este preciso instante.

Detrás de ella, surgió la figura de Román, imponente, peligrosa, sonriéndole con sorna. Los miró confundida, Sybilla no encajaba con Román. ¿De qué se trataba todo eso? Cuando el hombre tomó a la chica por la cintura y le estampó un beso en la boca, lo entendió.

—Sabía que no me fallarías. —dijo el hombre como si estuvieran ellos dos solos.

Varias cosas se aclararon entonces, su actitud demasiado inocente, su intento por hacerla pelear con Finrod; desde el principio todo había sido un acto para infiltrarse y llevarse lo que querían. A ella misma. Debía salir de allí, pero le bloqueaban la salida, por lo que recurrió al truco de la distracción.

—No entiendo. ¿Dejaste que te poseyera un espíritu para infiltrarte? ¿Estás loca?

—En realidad el plan fue de Dante. Sí, yo también tengo el portal y me ofrecí a colaborar con Román. Cuando te vio en la trastienda del night club decidió adelantar el plan, estabas como servida en bandeja. Sólo teníamos que encontrar el medallón y listo, pero te escapaste otra vez de modo que volvimos al plan A. Qué escurridiza eres.

Eva la miraba incrédula, esta vez, la víctima de la distracción resultó ser ella.

Con un rápido movimiento Román pasó por detrás suyo y la apretó contra él en un abrazo de oso. Eva, sorprendida, se sacudió con todas sus fuerzas pero no logró soltarse. A su alrededor todo era caos, una de las explosiones había volado parte de un pasillo y apenas se podía ver algo entre la polvareda. Balas, rayos, destellos cruzaban el lugar entre las personas corrían, gritaban órdenes o se disparaban unas a otras. Estaban cubiertas de tanto polvo que no se sabía quién era de Limbo y quienes los invasores. Nadie les prestaba atención a tres figuras que forcejeaban.

—¡Apúrate! —Román apremiaba a Sybilla que preparaba una jeringa.

Cuando se acercó para inyectarla, Eva, aprovechando el apoyo sobre el cuerpo de Román, le asestó una patada en la mandíbula que le hizo arrojar la jeringa y casi la noquea. Román, sin soltarla, la maldijo. Sybilla sacó un cuchillo y se lo puso en el cuello.

—¡Qué haces! —gruñó el hombre—. Recuerda que Dante la quiere viva ¡Y entera!

Sybilla bufó y alejó el arma.

—Al menos espero que hayas sacado del camino a ese elfo fastidioso. No me quitó el ojo en todo el tiempo que estuve aquí, como si fueran unos santos en este lugar. —Sybilla rio, su voz ya no era cantarina o temerosa, era fría y segura, y bastante irónica—. No te pongas celoso, cariño, sólo tiene ojos para esta gatita.

Román lanzó una risotada.

—Pues que pena, tuve el placer de encontrarme con él hace unos minutos. No molestará más.

Eva sintió una punzada de culpa, se retorció entre los brazos de Román que había empezado a caminar, con ella pateando el aire.

—¡Qué le hiciste, maldito!

El Elixir - Trilogía Arwendome #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora