El Elixir - Trilogía Arwendome #1

Capítulo 10 - El Loco y El Alquimista

Hola a todos!

Un nuevo capítulo para este domingo, esta vez completo porque es corto.

Seguramente saben, el Loco y el Alquimista, son dos cartas de Tarot :)

Espero que lo disfruten

Gracias a todos los que votaron, agregaron  y me siguieron

No olviden comentar, así sé que me leen :)

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Era noche cerrada cuando el grupo armado entró en el antiguo caserón. La imponente construcción de piedra y pizarra era lo único que cortaba el casi interminable bosque de pinos septentrional. Promediaba abril, los crudos meses de invierno estaban llegando a su fin y las noches eternas ya eran un poco más cortas. La nieve, sin embargo, iba a persistir por bastante tiempo, un espeso manto blanco que lo cubría todo, el bosque, las rutas y la mayor parte de la casa, haciéndola prácticamente inaccesible para cualquiera ajeno al lugar. El helicóptero bajó en forma vertical en la pista que se mantenía despejada gracias a un sistema de calefacción subterráneo.

Varias personas eran conducidas por el grupo. Estaban encapuchadas y caminaban con torpeza, chocándose entre sí, aun así los hombres las guiaban con bastante gentileza. Era una suerte que no vieran las armas de considerable tamaño que llevaban en sus manos. Todos entraron en la mansión, al menos estaba bien calefaccionada.

Dante Sfingeo había llegado unas horas antes en su avión privado y observaba el procedimiento desde la ventana de uno de los amplios salones de la casa. Sostenía una copa en su mano y sonreía, una mueca de triunfo más que de alegría. Hasta ahora, todo estaba saliendo como lo planeado, debía ser muy cuidadoso de que así siguiera. Habían tenido unos tropiezos en los laboratorios, pero se sabe que siempre hay errores antes de que cualquier empresa salga bien. Ahora contaba con dos herramientas invaluables y ya nada lo detendría en su propósito, que era grande, sí, uno de los más grandes que se había permitido realizar. Si lo conseguía, si funcionaba su plan tendría el mundo en sus manos, lo tendría casi todo. Sólo faltaba algo, algo con lo que apenas un día atrás, no había ni siquiera soñado y si era lo que pensaba, entonces sí, todo cerraría a la perfección.

Su mente volvió a lo ocurrido más temprano con esa joven ladrona. Aún estaba intrigado por la reacción de la chica, o la falta de reacción, si tenía que ser sincero. Algo había pasado que lo obligó a retenerla hasta saber más. Él se había sorprendido al veo su rostro, pero a la muchacha la notó confundida ante su presencia, como si hubiera tocado alguna fibra en su inconsciente. Si así lo fuera, tampoco entendía qué clase de relación podría haber. Apenas había podido disimular su emoción. Le recordó tanto a ella que por un momento pensó que había logrado volver, ¿cómo sería eso posible? La había visto morir y sin ayuda no hubiera podido regresar. Ahora él tenía los elementos para lograrlo y debía probarlos como fuera. Si la tenía de vuelta con él, no podría pedir nada más. Aquello había sido para él cómo un regalo del cielo. O del infierno.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por uno de sus hombres, si podía llamársele así, pues poco aparentaba de humano. Se había quitado la máscara que solía llevar cuando debían interactuar con el mundo exterior, revelando un rostro de piel cenicienta con muchas cicatrices y ojos saltones. Su abundante cabello negro lo llevaba peinado en una trenza gruesa que caída pesada en su espalda. Había otros como él, mitad orco, mitad humano, que vivían en la oscuridad, en pequeñas comunidades subterráneas, hasta que eran llamados a servicio. A Dante le gustaba tenerlos, eran leales y aguerridos, no estaban siempre al servicio del caos, ni de nadie en particular, sino al de quien les pagaba mejor. Borgho, el de mayor rango dentro del grupo de mercenarios liderados por Román, le habló sin preámbulos. Una contra que tenían para Dante era que su acento gutural se hacía un poco difícil de entender, pero tampoco los quería para hablar de filosofía.