Capítulo 14 - Bienvenida a la locura - parte 1

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—¿Me hiciste correr hasta aquí por un colgante?

Finrod estaba a un segundo de ahorcarla.

—Sí, bueno no sólo por él. Te sonará raro pero puede que haya alguna relación con lo que sucede. No me preguntes cuál es, la mujer de mi sueño lo llevaba puesto. Algo dentro de mí me dice que lo tengo que tener conmigo.

Hasta a ella le parecía que no tenía el menor sentido lo que estaba diciendo, pero era así. La presión en la boca del estómago venía acompañada de la imagen del colgante y no había dejado de pensar en él desde que había despertado.

—Lo sueños mezclan todo —dijo Finrod algo distraído mientras observaba el desorden—. Puede significar cualquier cosa. Podrías preguntarle a Devdan, quizás te ayude a analizarlo.

—Tal vez lo haga...pero me quedaré más tranquila si lo llevo conmigo. Juntaré mis cosas y nos iremos.

—Mientras te ayudo a ordenar este desastre.

—Gracias.

Mientras Eva metía ropa, cepillo de dientes y accesorios en un bolso de modesto tamaño, Finrod recogía prendas tiradas, cajones y adornos rotos. Luego de un rato, levantó del piso un pequeño y delicado corsé negro, con sostén strapless de encaje y cuerpo de tul con varillas verticales. Del borde colgaban ligas para sostener las medias. Lo observó con los labios curvados en una sonrisa pícara.

—Podrías llevarte esto también.

Eva corrió hacia él para quitárselo de las manos. Pero Finrod la esquivó como un torero, al tiempo que seguía estudiando la seductora prenda.

—Aunque...cómo es que entras aquí adentro, vaya uno a saber, ¿en verdad es tuyo? —Rio. Por su mirada, Eva pudo adivinar lo que estaba imaginando, mejor que lo mantuviera para sí mismo.

—¡Deja de hurgar en mis cosas!

—Bueno, tus cosas están esparcidas por toda la habitación, y a no ser que el troll se lo haya dejado olvidado...

Eva revoleó los ojos.

—¿Ya podemos irnos?

—¿Y no te lo vas a llevar?

Un almohadón se estampó en la cabeza del elfo que, sin dejar de reír, volvió a poner la prenda sobre la cama, negando lastimosamente.

—Ok, ok, qué pena.

El viaje de vuelta fue bastante más relajado. No porque conversaran demasiado sino porque Finrod pudo notar que Eva estaba un poco más tranquila, incluso había reído un par de veces cuando le hizo alguna broma. Estaba seguro de que eso sería lo mejor para ella, estar entre gente que la aceptaría y que la protegería aunque ella misma nunca lo reconociera. De pronto, el ánimo de Eva cambió al tiempo que pensamientos más oscuros invadían su mente.

—¿Qué crees que ocurrió con el otro espíritu, el de esa tal Bruna, que casi me estrangula en el edificio de Dante? ¿No debería estar dando vueltas por ahí? —No se animó a terminar la pregunta cuya respuesta más temía.

«¿Vendrá a atacarme también?»

Finrod permaneció en silencio, podía notar la tensión en él y sólo se relajó cuando lo escuchó hablar:

—Yo pensé lo mismo y la verdad es que creo que debe haberse ido de alguna manera, o ya hubiéramos tenido noticias de ella. No hay forma de saberlo por el momento.

Sabiendo que Eva recordaba la terrible experiencia de esa noche, soltó una mano del volante y la apoyó sobre los delicados dedos que descansaban en el regazo. Se los apretó unos segundos y apenas giró para mirarla, sonriéndole para darle ánimo. Luego volvió la vista al frente y la mano a su anterior ubicación.

El Elixir - Trilogía Arwendome #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora