Capítulo 18 - La joya de la familia - parte 1

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Perdonen que estuve poco interactiva esta semana, tuve muchísimo trabajo y además tenía que terminar un cuento para una colección de relatos en la que me invitaron a participar y yo siempre dejo las cosas para último momento...

Pero ahora si! Sigue la historia y vuelve el caos...porque no pueden estar un poco tranquilos...

Intenté buscar alguna melodía que acompañe el suspenso, hay tantas...y esta me gusto mucho, espero que a uds tambien :)

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—¡¿Qué es esa cosa?! —chilló Eva, casi sobre el grito de Aramís.

—¡Lo mismo te pregunto yo!

Sus expresiones pasmadas se asemejaban, pero mientras uno miraba el medallón, la otra miraba en dirección a la celda donde un Devdan apenas reconocible y la joven de la mitad de su altura seguían trenzados en una pelea interminable. En ese momento, el gigante la sostenía por el cuello contra el vidrio. Sus pies pataleaban en el aire.

—¿De qué hablas? —Intentaba entender qué ocurría, porqué Aramís había reaccionado de esa manera tan exagerada y porqué había un ser descomunal y azul enzarzado en una feroz pelea con la chica que habían rescatado.

—¿De dónde sacaste eso? —La pregunta la distrajo.

Era imposible saber quién estaba más histérico. Eva no podía responderle, su urgencia era más apremiante.

—¿Dónde está el doctor Suresh? ¡Debo mostrárselo! —exclamó con vehemencia. Levantó el luminoso colgante a la altura de los ojos de Aramís, que retrocedió como un vampiro ante una cabeza de ajo.

—Aleja esa cosa de mí. —Había un tinte de miedo en su voz— ¿El doctor Suresh? Ejem...bueno, ahí lo tienes.

Hizo un gesto distraído con la mano indicando el cuarto blindado pero Eva no pareció entenderle pues seguía recorriendo con mirada desesperada todo el laboratorio.

Aramís se exasperó.

—¡Allí! Esa cosa. Azul. Es. El. Doctor. Suresh.

Eva creyó que se le iba a caer la mandíbula. Si lo observaba con detenimiento podía ver los rasgos de Devdan en ese ser descomunal, sólo que grotescos y aterradores. Sus ojos, coléricos y negros como dos pozos profundos, se habían agrandado y parecían desproporcionados en relación al tamaño de su cara, su boca y su lengua demasiado rojas para ser consideradas normales. Todo el conjunto era una visión espeluznante.

—¿Qué? —La joven se agarró la cabeza, no lo podía asimilar—. Pero... ¡La va a matar!

—No es lo que parece. Las apuestas van diez a uno a favor de ella.

—¡Hay que hacer algo!

—Esperar a que se calme, que esa habitación lo contenga y rogar que no aparezca su madre...no quieres conocer a su madre. La última vez que estuvo aquí...

Antes de que pudiera terminar la frase, entraron Finrod, Lucas y dos agentes que ella nunca había visto; uno con cabello oscuro y orejas en punta y otro de baja estatura pero muy robusto, de pelo rojo y barba tupida. Todos tenían sus armas listas en la mano, pero se detuvieron en seco al ver lo que estaba pasando. Finrod intercambió unas palabras con Aramís y volvió a dirigirse a los demás, que miraban asombrados la escena. Eva lo observaba actuar. Modo soldado.

Al tacho con su idea de evitarlo por días.

—¿Quieren que les traiga palomitas de maíz? —El tono autoritario en la voz de Finrod la sobresaltó—. El gas tranquilizante no funcionó, vamos a entrar.

El Elixir - Trilogía Arwendome #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora