Capítulo 12 - En el bosque

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Capítulo completo!

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Al fin había llegado al lugar que estaba buscando. Era una construcción antigua, de piedra y argamasa. Sus muros se erguían solitarios en medio del bosque, mudos sobrevivientes de una antigua era ya perdida. Había sido un templo, mucho antes de que ella naciera, cuando la gente de ese lugar adoraba las fuerzas de la naturaleza, fuerzas que habitaban en ella también. Ahora sólo la hiedra trepaba por esas paredes, devorándolo en forma lenta e inevitable.

Se acercó con sigilo, sus pies apenas rozaban la hierba, con ese movimiento sutil que siempre la caracterizó. Los grillos y el trinar lejano de los pájaros la acompañaban. Aun así, el condenado vestido entorpecía sus movimientos. Un momento... ¿Llevaba puesto un vestido? Sin dejar de caminar se miró la falda de seda con volados color ciruela, las mangas ajustadas de encaje del mismo color. Levantó sus manos y las observó, eran las suyas pero eran diferentes a la vez, los dedos igual de estilizados que los suyos, pero las uñas eran largas, ella las usaba cortas. Llevaba muchos anillos muy bellos y elaborados, que jamás había visto. Siguió mirándose, su talle estaba ceñido por un corsé cubierto por delicados bordados y en su pecho oscilaba un medallón con una gran piedra esmeralda, que lanzaba destellos cuando el sol la tocaba. Ese medallón... ¿Qué significaba? ¿Por qué soñaba con eso ahora? No, no era un sueño... era como dejarse llevar, como mirar a través de los ojos de otra persona. Era ella, pero no lo era. Como una pasajera de otro cuerpo que sólo podía ver lo que veían esos ojos y sentir lo que sentía un corazón ajeno, que latía a la par del suyo.

El interior del templo conservaba aún su suelo de piedra, ahora quebrada. Por entre las grietas se colaba la maleza. Las ventanas y los huecos dejaban pasar los rayos del sol. Hacía frío allí adentro, un frío que penetraba la piel. Miró a su alrededor con detenimiento. Todo se veía como esfumado. Partículas de polvo y polen flotaban en el aire, tornando onírica la atmósfera que la rodeaba.

¿Y acaso no era esto un sueño?

—Has venido, te he esperado mucho tiempo, llegué a pensar que no volvería verte nunca más —dijo una voz desde las sombras, en su tono se mezclaba alegría y ansiedad.

Conocía esa voz, pero... ¿De dónde?

El hombre salió de la oscuridad. Lo primero que vio fueron los intensos ojos verdes, como dos pequeños faroles en la penumbra, luego la nariz, la boca severa y las cejas negras emergieron, hasta que todo su cuerpo se bañó de luz. Su corazón dio un vuelco. Ese rostro... ya lo había visto, pero dónde... dónde...

—¿Acaso dudabais de mí?

Se arrojó a sus brazos, sus bocas se buscaron con desesperación, como tantas veces antes. No hubo más palabras entre ellos. Las grandes manos del hombre se entrelazaban en sus largos cabellos rojizos mientras se devoraban. Los dedos abandonaron su pelo y bajaron por su cuello, por su pecho, apoyándose unos segundos en el calor de sus senos que subían y bajaban al ritmo de la respiración agitada. Comenzaron a desatarle el corsé, que como una hoja muerta cayó al suelo lánguidamente, seguido por el resto de su vestido y las ropas extrañas que solía llevar su amante... no... extrañas eran para la mujer... para Eva, de lo más normales. Al mismo tiempo que el hombre comenzaba a besarle el cuello, ambos descendieron, recostándose sobre la dura piedra. La boca continuó bajando por su cuerpo, arrancando gemidos y tensando sus músculos.

Quería resistir... pero no podía, la dueña del cuerpo que habitaba por ese instante estaba consumida por una pasión ciega. No podía luchar contra ella, era demasiado fuerte, por eso tenía que despertar, de lo contrario ese fuego la iba a consumir también, a devorar y desaparecería...para siempre.

El Elixir - Trilogía Arwendome #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora