Capítulo 6 - Indicios - parte 1

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Hola todos!

Como todos los domingos les traigo una nueva parte de mi novela. Espero que les guste, si es así (o no) me gustaría saber su opinión :)

Recuerden que ya está publicada y si no se aguantan la pueden conseguir (casi) gratis en las tiendas online, por ejemplo:

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Y sino, quédense por acá! :)

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Finrod se pegó a la pared lateral y observó la calle. La gente corría hacia sus hogares y no prestaban atención más que a sus relojes para verificar si les quedaba tiempo para hacer tal o cual cosa. Le pasaban cerca, pero para ellos no era más que un bulto oscuro envuelto en sombras.

Esperó un buen rato, no podía arriesgarse a que lo vieran. En cuanto el sol bajó un poco más y ya no quedaba prácticamente nadie por esa zona, se acercó al árbol que crecía cerca de esa pared y apoyó sus manos sobre el tronco unos segundos. Cerró los ojos, comunicándose con él, cargándose de su energía. Luego comenzó a trepar con la agilidad de un leopardo, escudado por las ramas y el frondoso follaje. Había divisado en el tercer piso una ventana entreabierta, era todo lo que necesitaba.

Sin hacer el menor ruido, sus pies se posaron en el piso alfombrado de una pequeña oficina. Se ajustó el arco a la espalda. Lentamente cruzó el recinto, maldiciendo al arquitecto por las paredes de vidrio. Agazapado, llegó hasta la puerta y bajó el picaporte, estaba abierta.

Ahora a buscar.

El lugar estaba vacío, a simple vista era un piso de oficinas como todos, con boxes bajos, grises y anodinos. Salvo por un empleado de limpieza que pasaba la estruendosa aspiradora, nadie más circulaba por el lugar. Evangeline no estaba allí. Tampoco ningún empleado se había quedado a trabajar hasta tarde. Si la suerte lo seguía acompañando, pronto saldría de allí, esperaba que con la chica. ¿A dónde la habrían llevado? Con cinco pisos para buscar podría estar un buen rato, confiaría en la suerte, entonces. El empleado de la limpieza se alejó hasta algún rincón remoto y eso le permitió a Finrod salir al hall. Subiría al cuarto piso.

Al principio no difería mucho del piso anterior, hasta que se encontró con un pasillo apenas iluminado, flanqueado por paredes de mampostería de yeso y puertas blancas. Al lado de cada puerta, había una ventana. Todo eso sonaba a laboratorio, nada extraño considerando de quién era el lugar. Ni un sonido percibía y eso no le gustaba para nada. ¿En qué andaría Sfingeo? Hacía mucho que no se escuchaba hablar de él y eso sólo podía significar que algo estaba tramando, como cuando un niño en su casa está demasiado silencioso.

Agachado para no pasar frente a las ventanas, intentó abrir las puertas. Apoyó la oreja y probó el picaporte. Nada. Cerrada. Repitió lo mismo con la siguiente. Cerrada. Y la siguiente. Cerrada también. No había señales de vida por ahí. Se dirigió al final del pasillo que parecía terminar en una amplia sala.

«¿Dónde estás Morgan?»

Decidió seguir el transmisor, era muy probable que donde estuviera el hombre, estuviera Evangeline.

Un golpe sordo interrumpió sus pensamientos.

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—Por favor, toma asiento y te serviré una copa.

—No bebo, gracias. —«¿Se cree que soy estúpida o qué?» Eva se movió incómoda y se le complicaba disimularlo. ¿Por qué últimamente se cruzaba con hombres que la perturbaban? Sin embargo, éste lo hacía de una forma diferente, la atraía y la repelía al mismo tiempo y estaba ese recuerdo que luchaba por salir pero que cuando quería aferrarse a él o a algo con que poder retenerlo, se le escapaba como el agua entre los dedos...era frustrante.

El Elixir - Trilogía Arwendome #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora