Hola!
Gracias a los que me leen, espero que les guste este capítulo y me pondrían muy contenta si comentan qué les está pareciendo la historia.
Acá les dejo a Eva, un poco enojada... su estado natural jaja
Se vienen momentos muy complicados para todos...
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Nunca la bolsa de boxeo había sufrido tantos golpes como esa mañana, ni siquiera cuando Adrian Lee descargaba en ella sus pesares y su doble naturaleza.
Bañada en sudor, Eva le pegó y le pegó hasta que sus puños y piernas se acalambraron. Sólo violencia y agresión la invadían en ese momento. Lo más inquietante para ella era que no sabía a qué atribuirlo. Si al encierro, a las nuevas revelaciones, a Finrod, a la llegada de Sybilla. Todas esas sensaciones se arremolinaban en su pecho y ella, que siempre había intentado tener su vida bajo control, sentía que todo estaba dado vuelta. Necesitaba tomar una decisión lo antes posible, o enloquecería. Debía tranquilizarse y pensar. A decir verdad, no le estaba resultando. Se detuvo cuando escuchó una risita. Era Sybilla, y no estaba sola. No le costó mucho adivinar quién la acompañaba. Se acercó con cautela por detrás de los casilleros a ver si lograba escuchar algo. Estaban conversando animadamente, pero no pudo captar una sola palabra. Desde el día anterior había estado todo el tiempo con esa mojigata. Se acercó a su casillero y lo abrió con tal violencia que la puerta de chapa pegó contra la de al lado con gran estrépito, haciéndolos saltar. Sybilla soltó un gritito y Eva puso cara inocente.
—Oh, perdón. No los vi. ¿Los asusté?
Finrod la miró como si estuviera a punto de amonestarla, pero ella no se dio por aludida y se acercó. La abrazó a Sybilla y pegó su mejilla contra la de ella, saludándola y a la vez dejándole adrede el rostro y la ropa empapados con su sudor. La joven hizo una mueca de disgusto, pero a Eva le importó un bledo. La tomó del brazo y la alejó de Finrod.
—Ven, te mostraré la cafetería, podremos tomar algo allí y conversar, ¿qué te parece?
Sin esperar respuesta, la arrastró con poca delicadeza fuera del gimnasio.
—Adiós, Finrod. —Saludó Sybilla con ese insoportable tono meloso. El joven le devolvió el saludo y se dirigió a Eva, intentando dar seriedad a su voz.
—Eva. —Le arrojó una toalla que Eva atajó en el aire. —Espérenme allí.
Eva se secó y se la puso alrededor del cuello, le dedicó su sonrisa más inocente y salió con Sybilla sin soltarla. Pasó a toda velocidad por la ducha y luego fueron a la cafetería.
—No sé por qué presiento que no quieren dejarme sola —dijo Sybilla cuando se sentaron en la mesa.
—Supongo que te harás una idea del porqué. —Le respondió Eva, apática.
—Oh, me hago un idea de por qué tú no quieres dejarme sola... —soltó esa risita enervante y Eva la fulminó con la mirada.
—No sé de qué hablas. —Esperaba que no se le diera por hacer comentarios insidiosos. Decidió cambiar de tema en forma drástica—. ¿Y tú qué haces de tu vida? —preguntó, sólo para tenerla ocupada en otra cosa.
La respuesta fue interrumpida cuando Finrod y Lucas entraron en el comedor y se sentaron con ellas. Eva estaba de un humor de perros y se llamó a silencio. Tal era su humor esos últimos días que no llegó a notar que él siempre llevaba puesta su gorra cuando la otra joven estaba presente. Los escuchaba conversar a los tres y cada vez se enfurruñaba más, hasta que le pareció ver que la muy perra apoyaba la cabeza en el hombro de Finrod. «¿Le está haciendo pucheros?» Y le decía:
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El Elixir - Trilogía Arwendome #1
Fantasy¿Qué harías si tuvieras en tus manos un objeto misterioso que todos codician? ¿Qué harías si descubres que tu relación con ese objeto es más estrecha de lo que te imaginas? ¿Qué harías si supieras que hay algo más allá de lo que perciben tus ojos? ¿...