Capítulo 19 - Sphynx & Jones - parte 3

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Hola! me extrañaron? estuve con mucho trabajo y ademas como fue fin de semana largo tambien me tome unos dias, pero ya volví. 

Perdón que los dejé con la intriga, pero ya soluciono eso.

Acá el final del capítulo!

Espero que les haya gustado y se hayan aclarado algunas cosas :)

Me encanta esa foto de la puerta del castillo de Tintagel (el verdadero) y los acantilados en el fondo :)

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"Bebed esto, os hará sentir mejor" me dijo.

»Oh sí, cómo no. De ninguna manera iba a acercar mis labios a esa cosa. Me negué aduciendo que me sentía bien e intenté levantarme. Pero Dante me retuvo contra la silla. Morgan se acercó tanto a mí que sólo podía ver sus impenetrables ojos azules. Y nada más.

"Bebed." Volvió a decirme con voz firme, otra vez sus ojos lanzaron su destello violeta y de pronto sentí una necesidad imperiosa de tragar ese líquido. Mi voluntad ya no me pertenecía. Lo bebí, no sabía a nada pero a medida que lo iba tragando lo sentía correr por mis venas, ardiendo, invadiendo cada parte de mi cuerpo. Mientras esa sensación se extendía y antes de que las cosas se pusieran más extrañas para mí, recuerdo...no es mucho lo que recuerdo, sólo que la piedra del medallón comenzó a emitir su luz y a la vez salían de ella esos vapores verdes que lentamente flotaban hacia el vaso metiéndose en él, llenándolo. Se lo entregó a Dante y yo lo vi guardárselo entre sus ropas. Mis ojos no podían apartarse de la piedra, era como si esperara a que me dijera lo que tenía que hacer. Y luego mi cerebro ardió, sentía que me estaban abriendo un agujero entre los ojos, pero en lugar de salir mi materia gris por ahí, algo entraba. Algo vivo, que empujaba mi conciencia a la oscuridad. No les puedo describir el dolor que sentí entonces, como si me estrujaran la mollera y en cualquier momento fuera a explotar. Sé que grité. De pronto, no vi ni al medallón, ni a Dante ni a Morgan. Sólo oscuridad. Como si me hubiera encogido y estuviera en el fondo de un vagón oscuro y muy, muy largo, sin ventanas... ahogándome, y el vagón comenzara a moverse y yo sólo pudiera dejarme llevar. Mi cuerpo ya no me pertenecía, sólo en mi mente continuaba el dolor. La oscuridad apagaba mis gritos, me aplastaba cada vez más. Podía escuchar en la lejanía la voz de un hombre, que no era Dante. Escuchaba gritos y ruidos de cosas que se rompían, pero yo sólo seguía en el fondo, sin poder controlar nada. Otra persona había tomado las riendas de mi cuerpo, mi huésped o su controlador. Nada bonito, les aseguro. Si no hacía algo iba a terminar siendo una neurona moribunda en mi propio cerebro y chau yo. Adiós Jones. De cuánto se habría perdido Limbo.

Aramís tomó aire, dejar salir esos recuerdos era agotador. A esta altura ni Eva ni Finrod osaban interrumpirlo, de modo que al cabo de unos segundos, continuó:

—No sé cuánto tiempo intenté resistirme y creo que eso ayudó. Pues alguien acudió a mi rescate. Merlín. No sé lo que hizo, ni lo que pasó, pero sí sé que estuve mucho tiempo dormido y me desperté con la cabeza como un bongó africano, pero feliz de que mi conciencia y mi cuerpo estuvieran juntos de nuevo. Estaba en su habitación, al parecer el sitio más seguro del castillo, al cual Morgan jamás se acercaba. Me dijo que Dante había desaparecido y Morgan estaba encerrada en su torre. Y que mi artefacto había desaparecido también. Creo que ese día en Tintagel aprendieron varios insultos nuevos.

»Pasaron muchas semanas sin que tuviera noticias de ninguno de los dos. Sólo sabía que ella seguía sin salir de la torre y que Dante seguía sin aparecer. Corrían mil habladurías: que Morgan lo tenía encerrado, que Merlín se lo había llevado. Todo era incierto. Un día que merodeaba aburrido por el castillo, la vi escabullirse por una puerta secreta. Decidí seguirla, no sólo porque intuía que iba al encuentro de Dante sino porque, ¿quién no quiso nunca meterse en un pasadizo secreto? De camino, por alguna razón, tomé una cadena que colgaba de una armadura y la llevé conmigo. Sabía que era de hierro y eso me dio seguridad. Corrí por el bosque, si no fuera que estaba desesperado por encontrarlos, hubiera admirado la naturaleza que me rodeaba. Estaba decidido a llevarme de vuelta a Dante y separarlo de Morgan para siempre. Pero antes debería hacer dos cosas. Encontrar el control y luchar contra ambos. Nada fácil.

El Elixir - Trilogía Arwendome #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora