Capítulo 8 - Cuéntame tu vida - parte 3

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Hola! creían que me había olvidado? No, no.

Acá está la tercera y última parte del capítulo 8 donde conoceremos a dos personajes más.

Espero que les guste!

Gracias por leerme y por seguirme!

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Un sonido lejano la despertó, como un mosquito gigante zumbando en su oído. Eva se lo sacudió semidormida pero no dejaba de molestarla. Pasaron varios minutos hasta que se dio cuenta de que el sonido venía de algún aparato en un lugar remoto. Ahora estaba despierta del todo.

Oh, oh.

No recordaba cómo había llegado a la habitación...Se tocó el cuerpo, tenía puesta la misma ropa del día anterior, había estado tan agotada que prácticamente se había desmayado. Suspiró aliviada, alivio que pronto mutó a preocupación.

¿La había traído Finrod? ¿Cómo podía no acordarse?

El zumbido seguía y seguía, de modo que tuvo que distraer su atención a algo menos preocupante. Sobre un escritorio había un pequeño teléfono móvil zarandeándose al ritmo de su vibración. Atendió. Sonrió al escuchar la voz suave y masculina.

—Buenos días Bella Durmiente...aunque si lo fueras, al príncipe le costaría algo más que un beso despertarte. Hace veinte minutos que estoy llamando.

Eva no pudo reprimir un bostezo por lo que su «buen día» no le salió muy inteligible.

—¿Puedo saber cómo llegué hasta la habitación? No me habrás cargado...

¿Era una risa lo que escuchaba del otro lado?

—¿Hubieras preferido dormir en la cafetería? Me lo hubieras dicho y me evitaba un calambre en los brazos. Nos vemos allí en media hora.

Cortó. Muy gracioso.

Se quedó mirando el teléfono, perpleja. No tenía idea dónde diantres estaba el comedor. El día anterior lo había seguido a Finrod y no había prestado mucha atención. En fin, ya vería. Se bañó y se puso la ropa que encontró en el armario: cargo negro, camiseta negra. La gente allí tenia suerte en no pensar demasiado en qué ponerse.

Por el pasillo circulaba gente de aspecto más o menos extraño que apenas la miraba. Ocupados en sus cosas, para ellos era una más, pero Eva no podía evitar sentirse fuera de lugar. Todos pertenecían a este sitio, ella no. No quería pertenecer. ¿Estar todo el tiempo rodeada de gente hurgando en tu vida o queriendo ayudarte cuando no lo necesitas? No, eso no era para ella. Caminaba pensativa, mirando el piso, cuando se chocó contra algo grande. Que en realidad resultó ser un joven muy alto y bastante ancho de hombros, de cabello negro y delicados rasgos orientales. Llevaba puesto una especie de traje de piloto ajustado al cuerpo; parecía salido de un anime de ciencia ficción. A primera vista no había nada particular en él, salvo unos mechones blancos que contrastaban con el negro de su pelo. Luego notó sus ojos, grandes y rasgados, de un color que le recordó al celeste intenso y brillante de los glaciares. Aunque eran los ojos más extraños que había visto en su vida, eso no tenía por qué indicar que no fuera por completo humano. Consideró de mala educación quedarse mirándolo y más aún preguntarle, por lo que no supo muy bien cómo actuar.

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El Elixir - Trilogía Arwendome #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora