El Elixir - Trilogía Arwendome #1

Capítulo 8 - Cuéntame tu vida - parte 1

Hola a todos! Hace tiempo que no pasaba a dejar otro capitulo de mi novela. Disculpen mi desaparición, estuve de viaje y luego no podía sentarme a organizar mis tareas. :)

Asi que durante esta semana, les voy a dejar el capitulo 8 completo, en tres partes porque es largo, asi vamos avanzando. 

A quien vemos en la imagen es a un personaje que conocerán en este capítulo.

Espero que lo disfruten! Y gracias por leer!

No olviden comentar :)

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Ya era casi medianoche cuando entraron en la base. En silencio dejaron la moto y así continuaron mientras cruzaban la sala de recepción y sus pies se dirigían casi por su cuenta, a la cafetería.

—¿Tienes hambre? Quizás pueda encontrar algo de comer.

La sola mención de la palabra "comida" hizo que prestara atención al ruido que hacía su estómago aunque no podía decidir si estaba más hambrienta que agotada.

—No los esperábamos a estas horas —dijo una voz femenina detrás de ellos. De pie, llevando bajo uno de sus brazos un libro de tamaño considerable, la joven alta que Eva había visto esa mañana en el comedor los observaba con ojos severos. La piel nacarada, lisa y perfecta, resplandecía con un tenue brillo bajo las lámparas del pasillo. Sus ojos profundos, al igual que el cabello, eran de un azul oscuro como la noche. Qué extraño, ella hubiera jurado que esa mañana eran verde esmeralda. Observó su melena larga y espesa que caía ondulante por la espalda, parecía como si el aire la moviera suavemente. Sólo que era imposible que el aire hiciera eso. Fabuloso, ahora sí tenía alucinaciones, si no se iba a dormir inmediatamente su cerebro colapsaría.

—Cordelia, debemos ver a Alfson ya mismo. —Finrod la saludó con un gesto de su cabeza y ella permitió que sus labios se curvaran en una mueca que, si era una sonrisa, a Eva le puso los pelos de punta.

—Deberán esperar hasta mañana, ha salido. De todos modos, le dejaré el mensaje, —se detuvo y los miró de arriba abajo para luego saltar la vista de uno a otro—, les recomiendo que pasen por la enfermería.

—Estamos bien —dijeron casi al unísono.

—Ustedes sabrán. No te olvides de lo que me debes, Owens —dijo lanzándole un mirada cargada de intención antes de seguir su camino.

La vieron irse con su cabello ondulando por la espalda en esa forma poco natural y Eva estuvo a punto de preguntarle a Finrod qué clase de criatura era y qué era lo que él le debía, pero prefirió seguir en la ignorancia.

Con sus magullones, raspaduras y casi arrastrando los pies, llegaron a su destino. La cafetería estaba cerrada en ese momento, apenas iluminada por algunas luces aquí y allá, lo que le daba un aspecto más acogedor si Eva hubiera estado de ánimo para notarlo. Finrod se las arregló para encontrar algunas sobras del día en las heladeras del mostrador, las calentó en el microondas y las llevó a la mesa donde la joven lo esperaba desparramada en una silla, mientras se observaba las piernas.

—Arruiné el pantalón, pero me salvó de una buena raspadura en la caída.

—No te preocupes, te lo descontarán de tu pago.

Eva lo miró con cara de pocos amigos. Finrod rio, pero su rostro volvió a ponerse serio enseguida.

—¿Qué pasó con Sfingeo allí? ¿Por qué no dejaste la caja en el casillero? No supe si habías cambiado de parecer o no tenías honor para cumplir con un trato o simplemente no puedes seguir una indicación.