Capítulo 24 - La liebre y el león - parte 2

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Hola a todos!

Habíamos dejado a Eva confundida con la actitud de Finrod, al final ¿quién vuelve loco a quien?

y las cosas se ponen mas calientes....

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No lo volvió a ver durante ese día, ni al día siguiente, ni el que le siguió y por un lado se sintió aliviada, o al menos de eso quería convencerse. Una mañana se lo cruzó un par de veces en la cafetería, pero o estaba con otras personas, o le decía que estaba ocupado y que hablarían luego. Esa tarde, Eva fue a donar sangre para Lucas y lo encontró conversando con Cordelia que se frotaba el brazo izquierdo, parecía que todos estaban allí para lo mismo, se saludaron, pero apenas intercambiaron palabra. Resolvió tomarse las cosas con calma y no empezar a patear las paredes. Su mente volaba. Quizás había tenido que viajar por algún trabajo. Quizás sí los habían visto con la cámara y lo habían amonestado. O quizás todo había pasado demasiado rápido y lo tenía que procesar, era hombre después de todo, o había resuelto que no quería saber nada con ella, quizás sí aún había algo entre él y Angelina, o quizás...

Y así pensando en una posibilidad más catastrófica que la otra, caminó sin rumbo hasta que llegó a unas oficinas. Ya era tarde y no había nadie, de modo que entró a mirar un poco el lugar que le era desconocido pensando que así distraería su mente. Se fijó que no hubiera nadie y se deslizó dentro, amparándose en la oscuridad. Pasó por algunos escritorios, vio computadoras, cuadernos, nada en especial. Hasta que uno de ellos le llamó la atención. Tenía un cartelito que decía «Lucas Olivera», sonrió al ver allí el recipiente con forma de minúscula calabaza que usaba para tomar su bebida favorita, a la que llamaba «mate». Recordaba el día que se la había dado a probar y cuán amarga le había parecido.

Vio también una notebook con tres carpetas a su lado. Las tres tenían el logo de Limbo y dos de ellas, un logo diferente, donde se leía con claridad "O.N.O". Con mucho cuidado, abrió la primera y enseguida su atención se concentró en una simple frase de la primera página: «Informe para Agt. F. Owens». Tenía algunos datos de su abuelo, nombres extraños y fotos antiguas. Leyó algunos párrafos con curiosidad, palabras como «Ars Arcana» y algunas coordenadas, nada de eso le resultaba conocido. La segunda carpeta, si era la misma que le había mostrado Alfson el día que llegó a Limbo, no podía recordarlo. Había una foto de ella, calculaba que ya tendría un par de años, también encontró una foto de Claude con la cara contorsionada...tomada en un baño. No entendía nada, pero a la vez, no cabía en su asombro, en su desesperación por leer todo, las letras bailaban delante de sus ojos, así y todo no parecía haber nada que ella no supiera. Vio una foto de sus padres y el corazón le dio un vuelco, la guardó en un bolsillo. Pasó a la tercera carpeta, del doctor Suresh, era el estudio que estaba haciendo sobre el elixir y el medallón. Terminaba el informe con dos frases que la sorprendieron: «...Canalización de Portales, ¿manipulación?...» «...Instrumento de conflicto o control...»

Si era lo que estaba pensando...

Para cuando terminó de ojear todo, sintió una imperiosa necesidad de explicaciones y de trompear a alguien. Sabía a quién. Con las carpetas bajo el brazo y echando humo por las orejas, preguntó por Finrod a cuanta persona se cruzó. Dio con Angelina, que le echó una de sus miradas sugestivas y le dijo que estaba en su apartamento, el número 42. Eva se detuvo y respiró profundo. Primero y principal, ¿cómo sabía Angelina dónde estaba exactamente?

«Calma, Eva...eso no significa NADA»

¿Realmente tenía que verlo? Después de todo... ¿Por qué iría la liebre a la guarida del león? Porque era suicida o estaba demente. Lo que fuera, aún seguía molesta y necesitaba descargarse. Dudó durante un buen rato hasta que de pronto se encontró ante la puerta número 42. Si sus pies la habían llevado hasta ahí, ellos sabrían. Golpeó y esperó. La puerta se abrió, deslizándose sin hacer ruido. Por un segundo casi olvidó porqué había ido. No estaba tan enojada como para no asombrarse con la visión que tenía enfrente. Finrod tenía puesto sólo los pantalones y se había terminado de pasar la toalla por el pelo que estaba húmedo y revuelto. Por lo visto, su inconsciente había acertado bastante bien al soñarlo sin ropa y debió hacer un esfuerzo por no quedarse mirando con cara de estúpida. En cualquier momento iba a empezar a babearse si no fuera porque lo escuchó hablar.

El Elixir - Trilogía Arwendome #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora