Capítulo 40

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Drew

No pueden culparme por hablarle así.

¿Cómo se sentirían si estuvieran arriesgando a perder a unas de las personas mas importantes en su vida?

Me importa un carajo lo marica que se escuche, estoy que reviento de emputado.

Se lo que se siente perder a tus padres, conozco esa impotencia por no poder cambiar nada por mas que quieras, ese miedo que te paraliza por no saber que sucederá, que camino tomarás.

Y yo aquí como imbecil gritándole.

Estoy encerrado en el baño justo ahora, vine con la idea de darme un baño y relajarme pero en el momento en que me quite la camisa empecé a golpear la pared como loco, ahora estoy dando vueltas en el mismo lugar intentando tranquilizarme, ordenar mis ideas, pero solo el recordar hace que la ira crezca en mi.

Me lleve a Alfredo con nosotros porque él es el único que tiene una idea de mis sentimientos por Keyla. El sabe el cambio que ha tenido ella en mi, el sabe lo importante que es esa chica para mi, confío en el y a pesar de que no estaba muy de acuerdo con la idea, se que el la protegería a pesar de todo porque ella es importante para mi.

Cuando la encontré en su habitación llorando sabía que algo andaba mal, sabía que no se atrevería a huir, pero si desconfiaba en que hiciera algo para que la encontraran, pero fue peor que eso. Allí, en su habitación, entre sus perfumes caros, su ropa de marca, su joyería ¿Cómo no lo pensé antes? Claro que extraña su mundo, su vida llena de riquezas, sin preocupaciones.

Cuando tomo el vestido de novia... Fue cuando toda mi cordura se fue a la mierda.

Al principio me reí por su broma de "me buscare otro novio" pero luego caí en esa realidad; ella querrá una relación seria, ella querrá casarse, ella querrá tener hijos... ¿¡Diganme como putas lograre darle todo eso!? ¿¡Una vida normal!? ¡Ni de coña! No pude verla a los ojos después de eso, y tampoco ahora.

Todo me golpeó en una sola noche, toda la abrumacion, decepción, enojo ¡Todo maldita sea! Se que no debí desquitarme con ella, ni con Alfredo.

Pero tengo miedo joder, estoy emputado porque tengo miedo y no sé como controlarlo.

Nunca había tenido tanto miedo de perder a una persona como ahora, no después de lo que pasó con mi madre.

- ¡Justin! ¡Justin! - Escuche sus gritos histéricos desde la sala. Salí corriendo hacia allá pensando que le ocurría algo ya que dudo mucho que quiera dirigirme la palabra por voluntad propia.

Llego a la entrada de la casa y la veo allí parada luciendo realmente exasperada

-¡Me voy a ir, así que abre la maldita puerta! - La analice con la mirada buscando algún indicio de que fuera broma, algo que me dijera que solo estaba jugando.

-¡Ya no soy tu víctima, ya no tienes por que tenerme aquí y yo ya no quiero estar aquí! - Algo se oprimió dentro de mi al escuchar la determinación en sus palabras. -¡Déjame ir!

Quería gritarle que lo sentía y que no tenía que hacer esta pendejada, quería gritarle que me perdonara y que dejara de actuar de esa manera ya que solo me enfadaba mas.

-¡Ya no hay dinero que puedas conseguir conmigo, estoy jodida, me has jodido! ¡Es lo que querías! ¡¿Cierto?! ¡Pues bien, ya esta! ¡Haz que esa maldita puerta se abra! - La furia sale por cada uno de sus poros, se nota a leguas lo harta que ya esta de esta mierda y la entiendo. Algo dentro de mi se encendió aun mas por esas palabras. Aun después de todo ¿Piensa qué solo quiero su dinero? ¿Qué solo quiero joderle más la vida? Se la vida de mierda que lleva ahora conmigo pero no tiene porque estármelo recordando la pendeja.

Síndrome de EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora