Síndrome de Estocolmo

Capítulo 52

Drew

Mi-er-da.

¿¡Cuándo esta puta dejara de meterse en problemas!?

La ha cagado completamente... Vale no, fue una buena manera de que todos supieran quien tiene el control ¡Pero esos no eran los planes!

Apenas y pudimos averiguar un par de cosas. Los imbéciles no son tan imbéciles como aparentan ser, saben en que momento callar y saben con quien pueden hablar.

- M-e lastimas... - Escuchar su voz de esa manera me hizo poder suavizar mi agarre lo suficiente hasta que llegamos a su habitación.

- ¿¡Qué mierdas sucede contigo!? - La lance contra la cama haciendo que rebotara en esta.

Lágrimas empezaron a salir de sus ojos, cubrió su boca para intentar detener los sollozos que no la dejaban hablar pero era inútil; y eso me emputo más.

Tomé una lámpara que se encontraba en la mesa de noche y la lancé contra la pared haciéndola añicos.

- ¡Respondeme Keyla! ¿¡Qué te paso por la cabeza cuando decidiste arriesgarte de esa manera!? - Pude ver en su mirada todo el miedo que contenía, miedo hacia mi.

Apreté mis manos a ambos lados de mi costados y empecé a golpear la pared frenéticamente, cada golpe era mas fuerte que el otro.

Sabía que estar golpeando la pared como un maniático no arreglaría nada ni un poco pero es algo que necesito y creo que siempre lo haré.

En algún momento de toda tu vida te sentirás de esta manera. Sentirás que te ahogas sin más, sentirás que al fin el vaso se ha llenado y no soporta nada mas; sentirás esta sensación de querer acabar con todo de una vez, gritar hasta que tu voz no de más, correr hasta que el camino se acabé, o en este caso, golpear una pared que hasta que ya no quede nada mas que golpear. 

- Pa-ra, Justin... Detente... ¡BASTA! - Mi puño se detuvo en el aire, listo para que en cualquier momento lo lanzara contra la pared de nuevo, pero unas cálidas manos empezaron a acariciar borrando tensión en mis músculos.

- Alejate Keyla. He tenido suficiente esta noche. - Mi voz sonó dura, fría, distante, como si en verdad no la quisiera aquí cuando creo que es todo lo que necesito.

- Solo iba hacia el baño cuando me tope con ese sujeto, no era mi intención... - Antes de que terminara la frase ya la había tumbado sobre la cama quedando yo arriba de ella.

- ¿Y por qué el estúpido de Harry no te acompañó? ¡Eras su responsabilidad! ¡Y la tuya era cuidarte! Te lo advertí Keyla ¡Maldición! ¡Lo hice!

- Te llame... - Mi ceño se frunció sin entender que carajos estaba diciendo ahora. - Te llame dos veces y nunca apareciste. - Su mirada y su tono de voz me dijeron que no era un reclamo, mas que todo se sentía decepcionada y eso logró tocar un nervio.

- No lo entiendes. - Negué con la cabeza. - Princesa, este no es un simple juego, esto es mucho mas complicado y peligroso.

- Se que podrás salir de esto, lo hiciste con Franco...

 - Franco es un simple juego comparado con esto. - Dije con dureza. - Este sujeto... O quien quiera que sea no esta tomando esto como un simple juego, esta jugando y lo esta haciendo para ganar. 

- Estas asustándome Just. -  Abrí la boca para responder pero volví a cerrarla al escuchar unos golpes en la puerta. Me levante de encima de Keyla y fui a abrir la puerta.

- ¿¡Que putas quieren!? - Abrí la puerta educadamente.

- Quer-emos saber si todo esta bien. - Scootter se encontraba notablemente nervioso y no era para menos con toda la rabia que traía acumulada.

- Todo perfecto perros, solo necesito un trago. - Pase junto a el y baje directo a la cocina por un bien merecido tequila.

+-+-+-+-+-+-++-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+

Me encontraba sentado en una silla reclinable en el patio trasero de la casa, son como las dos de la tarde y todos están almorzando allá adentro. Podría ser el alcohol en mi cuerpo o bien podría ser la imagen del perro degollado,  pero no tenía nada de apetito.

- Deberías comer Drew.

- Deberías dejar las drogas Kora. - Escuché su risa y luego unos pasos alejarse.

Cerré los ojos exhalando aire como si de alguna manera me liberara, y de alguna manera lo hacia. No se desde cuando todas estas situaciones me agobian, antes estas situaciones me divertían, se me era tan fácil asesinar a sangre fría como jugar a las cartas. Pero ahora es como si todo se hiciera mas complicado, como si tuviera que trabajar el doble de lo normal.

Lo haces, debes mantener a tu princesa disney a salvo ¿No?

Mierda... Lo peor es que es cierto.

- Quiero estar solo, carajo, vete. - Había comenzado a escuchar unos pasos acercarse pero al decir mi amenaza ni me moleste en ver quien era.

Sentí unas suaves manos acariciar mi rostro y al abrir los ojos se me escapo una sonrisa al ver a mi princesa.

- Me han contado que andas de niño caprichoso y no quieres comer. - Susurro con un poco de temor rodeandole los ojos pero este desapareció al escucharme reír.

- Tal vez quiera saltarme el almuerzo para ir con el postre. - Dije sentándola a horcadas sobre mi, no le di tiempo de responder o decir algo ya que mis labios atacaron los de ella sin ninguna vergüenza o compasión. Me respondió con la misma fuerza pasando sus manos por mi cuello y jugar con los vellos de este, mis manos pararon a su trasero empujándola hacia mi sintiendo de repente una larga distancia entre nuestros cuerpos.

- Espe-ra. - Dijo terminando el beso. - Tu celular esta vibrando. - Me costo reaccionar ante sus palabras pero luego de un par de segundo me di cuenta que en efecto, mi celular estaba vibrado.

- ¿Hola? - Conteste sin ver siquiera quien era.

- Oww, no me digas que interrumpo un momento intimo ¿O si? - Mi corazón pareció acelerarse, toda mi sangre empezó a hervir y sentí unas tremendas ganas de golpear algo, de nuevo.

- ¿Quién putas eres y qué quieres? - Sentí la mirada penetrante de Keyla pero eso era lo de menos, lo único que me importaba era encontrar algo que delatara al tipo que me hablaba.

- Eres un hombre que va al punto Justin, eso me gusta. - Apreté mi mandíbula sintiendo ganas de darme un tiro en la cabeza. - Veo que te vas acercando, solo por eso te daré una pista. ¿Crees qué puedes confiar en todos lo que se hacen llamar tus perros? Míralos de nuevo, que la moneda tiene dos caras. - Antes de que el grito saliera de mi boca el muy hijo de puta ya me había colgado.

Todos mis perros son leales a mi... ¿No?