VII

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Y ahí estaban.

Unos calzoncillos blancos.
Con dibujos.
De botes de mayonesa.

—¡¡¡LO SABÍA!!! —grité a todo pulmón—. ¡¡SABÍA QUE TENÍAS ESOS CALZONCILLOS!! ¡Y aún así te atreves a quejarte de mí!

—¡¡Es distinto!! —respondió inmediatamente—. ¡Yo no soy un crío que necesita consumir azúcar todo el maldito día! ¡Soy un hombre hecho y derecho! ¡La mayonesa está para los verdaderos hombres!

—¡Deja de decir tonterías! —repliqué—. ¡Lo que tú haces con la mayonesa es convertir cualquier cosa en comida para perros! ¡Es asqueroso! ¡Casi tanto como ese marisco con forma de pe**! ¡No sé cómo pudiste probar esa cosa! ¡¡¡Tiene forma de pe**!!!

—¡La forma es lo de menos! ¡Lo que cuenta es el sabor! ¡Además, la mayonesa mejora el sabor de cualquier cosa! ¡No como tu estúpido azúcar! —añadió, bastante seguro de sí mismo.

—¡Cállate! ¡Qué sabrás tú de buen gusto! —me quejé sin más dilación, pues es obvio que Hijikata tiene una obsesión enfermiza con la mayonesa.

—¡Si he venido a hacer esto contigo debe ser por algo!

—…

—…

—¿Qué?

—¿Qué qué?

—¿Has dicho...?

—¡No he dicho nada!

—¡Sí, sí lo has hecho! Insinúas... ¿Insinúas que soy la mejor opción? ¿Es eso lo que quieres decir? Es eso, ¿verdad?

—¡No! Yo no… ¡No quería decir eso, joder!

—¡Sí, sí querías! ¡Admítelo! ¡Soy la mejor opción!

—¡No lo eres! ¿Por qué iba a ser la mejor opción un estúpido Yorozuya de rizos plateados que no para de sacarse los mocos?

Sus comentarios recordándome mis odiosos rizos no hacían otra cosa que sacarme de quicio.

No necesito que me restriegues que mi pelo no es liso. Imbécil suertudo. Tú también sufrirías si tuvieras este peinado.

Digamos que, instintivamente, le di una bofetada.

Yorozuya Gin-chanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora