XIII

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Hijikata continuó con los murmuros, y podía ver de reojo cómo había estirado su cabeza hacia atrás.
Su boca estaba abierta, y no sé si estaba empezando a ponerme paranoico con la situación, pero me parecía ser capaz de distinguir sus bruscas exhalaciones.

Quizás era sólo algún resto del humo del cigarrillo que había fumado antes. No sé...

Era evidente que mi plan estaba funcionando. Hijikata no paraba de intentar regular su respiración, sin reincorporar su cabeza, y manteniendo los ojos cerrados con fuerza. Estaba tan enfocado en lo que sentía, que incluso podía ver cómo se remarcaban las venas de su cuello.

¿El problema? Que no era para nada humillante.

Es más...

Creo que...

¿...Me pone...?

Quiero decir, todo esto...
Nunca le había visto de esta forma, es evidente.
Es como si... Uh... Me hubiese permitido ver lo más personal de sí mismo.

Ugh.

¿Por qué demonios pienso en estas cosas?

Hijikata es un tío.
No me gustan los tíos.
Por consiguiente no me gusta Hijikata.
Sobretodo él. Es un capullo.

Es imposible que alguien como él me ponga.

Joder, éste le debe de haber echado algo raro al puto sirope...

Tosshi se reincorporó de sopetón, acomodando sus manos sobre mi torso y apartándome de encima suyo.
Básicamente me empujó. Y me dejó tirado sobre el suelo.
Boca arriba.
Y desconcertado.
Aún más.

—¿¡Y a ti qué te ha picado ahora!? —me quejé bastante molesto por su reacción repentina.

—Creo que ya es hora de pasar a lo importante -explicó mientras se levantaba como si estuviera haciendo abdominales o algo así, acercándose después a mí.

—¿Qué dices? — pregunté confuso, incapaz de entender aún a qué se refería.

—Que ya se han acabado los juegos, Gintoki —insistió.

Me miró fijamente con esos ojos endemoniados que en esta situación me estremecían a más no poder, y se colocó sobre mí. Esta vez estábamos cara a cara, y él se apoyaba con manos y rodillas.
Aparté los ojos. Me sentía bastante intimidado.
Hijikata, entonces, se quedó de rodillas y empezó a acariciar tanto mi abdomen como mis piernas.
Se sentía extraño.

¿Me está tratando como a una mujer delicada y virginal o qué?

Me limité a dejarme llevar, completamente en silencio. No tenía pensado mirarle a los ojos en ningún momento.

—Voy a hacerlo —comentó con cierto nerviosismo.

—Sí, sí... —asentí desinteresado.

Notaba su ardiente miembro rozando mi húmeda piel. No podía evitar estremecerme aún más.

Sin olvidar...

...Ya había vuelto a hacer lo mismo con mi nombre.

En serio, no entiendo qué le pasa con eso.

Me molesta.

Yorozuya Gin-chanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora